La Opinión de Cuenca

Magazine semanal de análisis y opinión

29 de Mayo de 1108: Batalla de Uclés o de Sicuendes (I)

Historia


El 29 del pasado mes de mayo se cumplieron novecientos catorce años de la histórica batalla de Sicuendes, o de Uclés, acaecida en tierras cercanas a dicha localidad, en donde las tropas cristianas sufrieron una de las derrotas más sonoras y dolorosas de toda la Reconquista.

El rey Alfonso VI, con 68 años de edad en aquel 1108, hacía 23 años que había conquistado Toledo a los moros. Sin embargo, últimamente había sufrido varios descalabros militares importantes a manos de los almorávides mandados por Yusuf ibn Tasfin: en Zalaca, al norte de Badajoz, en 1086, amén de Almodóvar, Alcira y Cuenca; y en Consuegra, el 15 de agosto de 1096, de donde el rey castellano había salido con una herida en la tibia izquierda de la que jamás se recuperaría. En dicha batalla había resultado muerto Diego Rodríguez, el único hijo varón del Cid. 

Alfonso había tenido una amplia vida matrimonial y una azarosa vida sentimental, pues, además de casar cuatro veces —con Inés de Aquitania, hija del duque Guillermo VIII; Constanza de Borgoña, viuda sin hijos del conde Hugo II de Châlon; Berta de Tuscia en tercer lugar, y Beatriz, con la cual contrajo matrimonio en el mismo 1108— había estado ligado sentimentalmente durante algún tiempo con la princesa mora Zaída, nuera del rey sevillano Muhammad ibn 'Abbad al-Mu'tamid por estar casada con uno de sus hijos, Abu Nasr Al'Fath al-Ma'mun, del que había enviudado. Llegada a la corte toledana de Alfonso VI, éste la tomó por concubina hacia el año 1091, todavía en vida de la enferma reina Constanza. Por recibir la protección de Alfonso, Zaída le ofreció los castillos de Cuenca, Huete, Ocaña, Mora, Alarcos, Caracuel, Oreja, Uclés y Consuegra.   De tal concubinato nació su único hijo varón, Sancho Alfónsez, el 13 de septiembre de 1093, día y circunstancia en que perdió la vida la madre, al morir de parto. Zaída se había convertido con anterioridad al cristianismo y había recibido el bautismo en Burgos, imponiéndosele el nombre de Isabel, por lo que también aparece a veces como Isabel de Sevilla. Para dar mayor legitimidad al hijo que había de asumir el trono de Castilla y León, algunos historiadores coetáneos aseguran que se casaron canónicamente, lo que no parece cierto, pues Constanza murió casi a la vez —algunos meses antes— que Zaída. También el rey Alfonso había mantenido en 1078 una relación extramatrimonial con Jimena Muñoz, la cual le dio dos hijas: doña Teresa, madre del primer rey de Portugal, y doña Elvira.

En cuanto a la batalla, cabe decir que los almorávides proseguían sus exitosas campañas, pero no eran capaces de forzar la derrota concluyente de castellanos y aragoneses.  Pretendían abrir una brecha en la frontera oriental de Toledo para penetrar a Aragón y ese afán los llevó a atacar Uclés. 

Los recursos para la campaña eran fundamentalmente andalusíes. El mando supremo del ejército almorávide lo ostentaba Tamim-Ben-Yusuf, hermano del emir Alí, quien salió de Granada con sus tropas y reclutó nuevos contingentes en Jaén y Baeza. Pronto se le unirían las fuerzas del gobernador de Córdoba, Ibn-Abí-Ranq, las de Murcia, que permanecían bajo el mando de otro hermano de Alí, Muhammad-Ibn-Aysa, y las de Valencia, comandadas por su gobernador Ibn-Fatema. 

Tras unos veinticinco días de marcha, los almorávides se plantaron frente a la población de Uclés un 14 de “sawwal” del 501 de la Hégira —27 de mayo de 1108—. El ejército musulmán no tuvo ningún problema para apoderarse de la población, que fue saqueada, al parecer, con la ayuda de los mudéjares que vivían en ella. Sin embargo, la fortaleza no fue atacada y se convirtió en lugar de refugio para los cristianos, quienes habían enviado previamente algunos jinetes que dieron la noticia del cerco al rey Alfonso VI, estante en Toledo. Es comprensible que en una zona tan comprometida y peligrosa como era el Valle del Tajo y sus aledaños, las tropas castellanas estuvieran en permanente estado de alerta. 

Cuando el rey Alfonso VI se enteró del ataque, reunió lo mejor de sus tropas y ordenó que, sin pérdida de tiempo, partieran para Uclés con el fin de ayudar a las huestes cristianas. Al frente del ejército y en representación suya envió a su hijo Sancho, que a la sazón contaba unos catorce años y que no obstante de sus pocos años montaba extraordinariamente a caballo. Ya se había preocupado el rey de armar caballero al heredero a pesar de su corta edad. Para protegerlo, Alfonso enviaba al ayo del príncipe, don Pedro García Ordóñez, conde de Cabra, apodado el Boquituerto y también Crispín por los musulmanes. El encargado de dirigir las operaciones militares era Alvar Fáñez, sobrino del Cid, acompañados, además, por los condes Garci-Fernández, Martino, Gomecio y don Sancho, nieto del Cid, junto con la mayor parte de los nobles de Toledo, más los alcaides de Calatañazor y Alcalá.

Ante el hecho de que el rey enviara a su hijo, un niño todavía, para dar batalla a los aguerridos almorávides, cabría preguntarse el porqué de esta decisión. La respuesta es que Alfonso VI estaba ya viejo, cansado y muy resentido de la antigua herida recibida en Consuegra. 

El 29 de mayo de 1108, los dos ejércitos se encontraban frente a frente a algo más de media legua al Poniente de Uclés. Pasada la lógica sorpresa de los cristianos, éstos se lanzaron a una masiva carga de caballería que en un principio sometió a las fuerzas cordobesas, aunque sin conseguir su desmoronamiento. Una tropa auxiliar judía que combatía junto a los cristianos huyó y se produjo un considerable desorden en sus filas, circunstancia que aprovechó el enemigo para efectuar un movimiento envolvente llevado a cabo por contingentes árabes de Murcia y Valencia. Mientras, los cordobeses, rehechos, contraatacaron hasta completar un cerco en el que las mesnadas dirigidas por Alvar Fáñez peleaban a la desesperada sin tener otra opción que abrir una brecha entre los atacantes y abandonar el campo. 

Iniciada la retirada, una parte de la tropa, junto con alguno de los condes, lo hizo en dirección Madrid, tal vez debido a la tendencia de buscar el lugar de procedencia, Alcalá, en tanto que el otro contingente de soldados lo hizo hacia Toledo. El séquito del hijo de Alfonso VI, formado por algunos de los siete condes al mando de García Ordóñez, tomó la ruta de Toledo, cabalgando hacia Poniente, siguiendo el curso del río Bedija; pero fue alcanzado por los almorávides quienes dieron muerte a todos ellos y, lo más doloroso, al propio infante don Sancho Alfónsez. Los que se dirigieron en dirección a Madrid lo hicieron con la idea de refugiarse primeramente en el castillo de Belinchón, pero, cuando llegaron a sus proximidades, los mudéjares del lugar acabaron con sus vidas. 

El reino de Castilla y León se había quedado sin heredero varón. 

Según la versión del arzobispo don Rodrigo Ximénez de Rada, el príncipe Sancho sintió que su caballo había sido gravemente herido. Entonces se dirigió a su protector, el conde de Cabra, y le gritó: 
—¡Padre, mi caballo está herido!

Le contestó el Conde: 
—No os mováis, porque si no os herirán también a vos. 

Acudió el conde de inmediato, pero no pudo impedir la caída de montura y jinete. Rápidamente se apeó de su cabalgadura y cubrió con su escudo a Sancho, lo defendió con gran valentía durante un buen espacio de tiempo, rechazando con ardor los golpes de los numerosos guerreros árabes que lo rodeaban, y ya exhausto, más que por la lucha en sí por las múltiples heridas que laceraban su cuerpo, se dejó caer sobre el príncipe como acto reflejo de querer morir él antes que su protegido. De esa manera sucumbieron ambos. Los condes que los acompañaban quisieron evitar la muerte mediante una huida a la desesperada, en un sálvese quien pueda, pero un escuadrón de la caballería enemiga les dio alcance y los degollaron.

Cuando el rey Alfonso se enteró del desastre, exclamó:

«¡Ay meu fillo! ¡Alegría de meu coraçón e lume dos meus ollos, solaz de miña vellez! ¡Ay meu espello en que yo me solía ver e con que tomaba muy grand placer! ¡Ay meu heredero mayor! Caballeros, ¿hu me lo dejastes? ¡Dadme meu fillo, condes!»

A duras penas, los capitanes supervivientes del desastre trataron de excusarse ante el monarca en sus palacios toledanos: «...Conocedores de las penalidades que habéis sufrido desde vuestra adolescencia, de la sangre que habéis derramado tantas veces por vuestro reino, por sus ciudades, baluartes y castillos, y de que ningún socorro necesitaba vuestro hijo una vez muerto, hemos venido aquí para que con la muerte de éste no se apague la gloria de vuestras hazañas si, al morir nosotros, se pierde lo que habéis conquistado desde vuestra juventud con tanto éxito». 

(Continuará...)

Imagen: Fragmento del libro 'Valerio de las estorias eclesiásticas e de España'. Año 1487

 

 
Pícaros, embaucadores, hechiceros y nigromantes. Jerónimo de Liébana (VIII)

Pícaros, embaucadores, hechiceros y nigromantes. Jerónimo de Liébana (VIII)

Llegado el día jueves, nueve de diciembre, a lo que se quiere acordar, habiendo ayunado en la forma ordinaria éste y los demás, el [...]

El Oratorio del despacho de la Alcaldía. Ahora sí, ahora no

El Oratorio del despacho de la Alcaldía. Ahora sí, ahora no

Pequeñas joyas artísticas y patrimoniales las hay, ignoradas o escondidas, por nuestra ciudad y provincia. Una de ellas es, sin duda, el [...]

FIDA, medio siglo de exaltación del ajo de Las Pedroñeras

FIDA, medio siglo de exaltación del ajo de Las Pedroñeras

La Feria Internacional del Ajo de Las Pedroñeras (FIDA) es uno de los eventos más importantes que se celebra en verano en la provincia de [...]

La casa del Corregidor y Juan de Cervantes, abuelo de Miguel de Cervantes

La casa del Corregidor y Juan de Cervantes, abuelo de Miguel de Cervantes

Estos días ha sido noticia la Casa del Corregidor de Cuenca cuando RTVE en el programa “Los pilares del tiempo” visita Cuenca y pone [...]

Verano en la cocina del chef Raúl Contreras

Verano en la cocina del chef Raúl Contreras

Nos despedimos hasta septiembre. Por delante quedan dos meses en los que según los vaticinadores climatológicos, el calor va a ser uno de [...]

Sin hospital, sin autovías, sin parque tecnológico y sin tren

Sin hospital, sin autovías, sin parque tecnológico y sin tren

Nada de nada. Quien eche la vista atrás, a hace cuatro años, y se pare a reflexionar tan solo unos segundos, que son más que suficientes, [...]

Quienes somos:

  • Dirección y coordinación Alicia García Alhambra
  • Redes Sociales y Contenido Audiovisual: José Manuel Salas
  • Colaboradores: Pepe Monreal, Jesús Neira, Enrique Escandón, Martín Muelas, Cayetano Solana, Manuel Amores, Antonio Gómez, Julián Recuenco, Ana Martínez, Carmen María Dimas, Amparo Ruiz Luján, Alejandro Pernías Ábalos, Javier López Salmerón, Cristina Guijarro, Ángel Huélamo, Javier Rupérez Rubio, María Jesús Cañamares, Juan Carlos Álvarez, Grisele Parera, José María Rodríguez, Miguel Antonio Olivares, Vicente Pérez Hontecillas, Javier Cuesta Nuin, Vicente Caja, Jesús Fuero, José María Rodríguez, Catalina Poveda, José Julián Villalbilla, Mario Cava.
  • Consejo editorial: Francisco Javier Pulido, Carlota Méndez, José Manuel Salas, Daniel Pérez Osma, Paloma García, Justo Carrasco, Francisco Javier Doménech, José Luis Muñoz, José Fernando Peñalver.

Síguenos: