La guerra entre la Junta de Comunidades y los trabajadores de la Empresa Pública de Gestión Ambiental (Geacam) comenzaba hace unas semanas y se lidia, por lo que parece, más a través de los medios de comunicación que en los propios despachos, lugar adecuado para encontrar una solución al conflicto. Uno de los puntos de inflexión de los que hemos sido testigos los ciudadanos fue el enfado manifiesto del responsable del Gobierno regional, García Page en este sentido y tan sólo hace solo unos días. Parapetado tras unas nada habituales, para comparecencias públicas y en políticos, gafas oscuras, debería de haber sido capaz de aguantar nuestro sol de junio, el responsable de la Junta nos dirigía frases como si había hecho el ridículo o se preguntaba si le estaban tomando el pelo, cuestiones ambas irrelevantes para la opinión pública que lo que exige a sus gobernantes y en este caso en concreto, es que se cuide y proteja a nuestros montes. En ese amago de enfado, Page, como no, también tuvo su momento para citar a la ex presidenta Cospedal, referencia habitual que sigue en su memoria tras seis años en el poder y un total de casi 40 de gobierno socialista de la Junta.
Volvemos al conflicto. Varias han sido las protestas públicas de los trabajadores de Geacam, que suelen manifestarse a las puertas de la celebración de actos públicos regionales, como la pasada semana en Talavera de la Reina, donde, precisamente, se celebraba un reconocimiento a quienes, a juicio del gobierno de Page, han trabajado por el medio ambiente en Castilla-La Mancha.
Los trabajadores del Geacam achacan a Page recortes para la campaña de incendios que da comienzo en unos días. Reivindican su convenio colectivo, desfasado desde hace más de ocho años y exigen la cobertura de las plazas vacantes, que cifran en más de 250. En cuanto a las jornadas de huelga, hasta el momento y como también suele ser habitual, guerra de cifras. Los sindicatos ofrecían un porcentaje de participación y achacaban a la gerencia de Geacam y a la Consejería de Desarrollo Sostenible el haber tratado de rebajar el éxito de participación con artimañas como contabilizar como no asistentes a personal que en esos momentos estaba de baja.
Sin entrar a valorar quien lleva la razón en este conflicto laboral, si la Junta que no cede o los trabajadores que reiteran periódicamente sus reivindicaciones, llaman poderosamente dos peticiones. Una de ellas la que se centra en recuperar la duración mínima de 122 días, o 4 meses, en las campañas de extinción de incendios forestales de todo el dispositivo, con todos los medios activados a 1/06/21 hasta 30/09/21. No es comprensible que contando con el potencial natural que tiene Castilla-La Mancha y en concreto la provincia de Cuenca, la autoridad regional esté escatimando esfuerzos para conservarla y, sobre todo, para evitar tragedias como los incendios. El temporal Filomena del pasado mes de enero, ahora sí está justificado aludir a él y los destrozos causados en el monte ha dejado un reguero de ramas y árboles caídos por toda la provincia y este año, más incluso que en otras ocasiones, está altamente justificado un sobreesfuerzo de la Junta y del Geacam de activar todos los medios que sean necesarios para evitar desgracias.
El otro punto al que hacíamos referencia, que también se encuentra entre las peticiones de los trabajadores, es su pretensión de acabar con la altísima conflictividad laboral existente en la empresa, generada por los incumplimientos de los actuales convenios. El marzo de este mismo año se producía un cambio en la gerencia del Geacam. Carlos Álvarez sustituía a Mariano Teruel Arrazola, quien, a su vez, en mayo, era recolocado nada más y nada menos en otra gerencia, la del Consorcio Ciudad de Cuenca. Era recibido en este nuevo cargo, por cierto, con el derrumbe de parte del muro de la calle Canónigos. Volviendo al cambio de cargos, ¿en qué ha contribuido el nuevo encargado de Geacam a rebajar ese altísimo descontento de los trabajadores con la empresa? ¿no pudo prever en marzo el mencionado Carlos Álvarez estas huelgas y manifestaciones y solucionar los problemas? Y, sobre todo, ¿Qué garantías tienen nuestros montes de conservación y prevención si no hay ni medios ni personal suficientes?
Texto: AGA
Foto: El temporal Filomena ha causado notables destrozos en nuestros montes