La pequeña localidad de Pozoamargo, en La Manchuela conquense, se convertía hace dos años, en noticia regional por una decisión muy singular de quien se iba a convertir en su alcalde, Hugo Fabuel, y del resto de sus compañeros concejales. Ante las dificultades de horarios que planteaba la celebración del pleno de investidura, si por la mañana o por la tarde, los integrantes de la corporación llegaban a un acuerdo salomónico. Nada más entrar de manera oficial en la jornada estipulada, tendría lugar ese primer pleno, es decir a las 00’01 horas de la madrugada de aquel sábado 15 de junio de 2019.
En las tomas de posesión de los alcaldes, recordemos que en nuestra provincia tenemos nada más y nada menos que 238 municipios, la noticia para los medios de comunicación no es precisamente que todo el proceso transcurra con normalidad, como se supone ocurre, sino las anécdotas que rodean una jornada histórica que tiene lugar cada cuatro años.
Hugo Fabuel no fue consciente, cuando se adoptaba la decisión de constituir la corporación de madrugada, de que su toma de posesión iba a causar tanto revuelo mediático. La intención, en un principio, era pasar lo más desapercibido posible y que, siguiendo la tendencia natural de un viernes por la noche, inmersos ya casi en el verano, se cumpliera el trámite de traspaso de poderes en la alcaldía y, después, pudieran tomarse unos vinos de la tierra todos los concejales juntos, como preludio del inicio de una legislatura nueva y en perfecta armonía.
La llegada de Hugo Fabuel a la alcaldía de Pozoamargo representó algo más que el cambio de ciclo de cuatro años. El nuevo alcalde es joven, con entusiasmo, buen carácter y con una cualidad que le honra, el querer ayudar al desarrollo del pueblo y al bienestar de sus habitantes. “Con verles una sonrisa me siento bien, ese es mi sueldo”, declaraba Hugo Fabuel en una reciente entrevista en una red social. El joven alcalde reconocía que desde los 15 años siempre ha confiado en la unión y la actividad de grupo para contribuir a mejorar su entorno, “mis amigos ya se olían que podía entrar en política, que para mí significa hacer cosas por tu pueblo. En mi casa siempre lo hemos vivido”.
Hugo reconoce que los trámites burocráticos del ayuntamiento son más de los que esperaba, pero que cuenta con la inestimable y fundamental ayuda de los trabajadores del Consistorio y de la tecnología, “puedo firmar cualquier papel que se necesite sin tener que ir, desde mi trabajo, aunque tengo la suerte de estar muy cerca”, afirma. El alcalde estudió y trabaja en su pueblo, una situación desgraciadamente anómala en la provincia de Cuenca, azotada por la despoblación que se ceba, principalmente, con los más jóvenes que tienen que abandonar nuestros pueblos por falta de oportunidades laborales.
Para Hugo Fabuel es de absoluta importancia que su pueblo preste el mayor número de servicios a sus vecinos, así como que cuente con una imagen atractiva, que se presente, ante quienes viven en él y lo visitan limpio y cuidado, “por ello una de mis primeras decisiones fue la de comprar una máquina de barrer”, afirma risueño, además de adecentar y cuidar las zonas verdes, arreglar los colectores de saneamiento y haber cambiado el anterior alumbrado por el de LED, que contribuye al ahorro energético.
El Ayuntamiento de Pozoamargo no cuenta con un gran presupuesto. Unos 330.000 euros con los que tiene que atender las necesidades del municipio y de los casi 350 habitantes. El equipo de gobierno lo administra con cabeza, llegando incluso a conseguir un superávit en estos dos últimos años que, como no podía ser de otra manera, se ha destinado al pueblo.
Arreglar la capilla, contar con un espacio en el que instalar de forma definitiva máquinas de gimnasio donadas por un anterior alcalde, Andrés Cardenoso y ampliar la casa tutelada son algunos de los proyectos más inmediatos que tiene en mente Hugo Fabuel, un alcalde, como sus compañeros de gobierno, agradecidos de la confianza de sus vecinos y a su disposición 24/7.
Texto: AGA
Foto: JMS