La provincia de Cuenca cuenta con una larga trayectoria en producción de harina. En lo relativo a este sector, varios son los factores que se entremezclan para convertirlo en esencial y que pasan desde la dinamización de la economía con su exportación y venta hasta la importancia de constituir un producto esencial para la alimentación, básico, entre otros alimentos, para elaborar el pan. Por las características que lleva este proceso, los edificios que albergan sus fábricas presentan unas peculiaridades que han convertido a algunos en señas de identidad de sus municipios y constituido parte de un valioso y singular patrimonio que debería de conservarse.
Entre los pueblos que contaban con harineras se encuentran Valverde, Cardenete, Huete o Carboneras. En el primero de ellos, Valverde, la Diputación Provincial de Cuenca ya destinaba en 2016 un total de 72.000 euros para la rehabilitación de un inmueble gestionado por la Fundación Virginia Pérez Buendía, primer paso para, después, dotarlo de contenido y convertirlo en un reclamo turístico.
En la actualidad, cuatro son las fábricas de harinas que siguen en uso en nuestra provincia. Los municipios de Villamayor de Santiago, Villarrubio y Landete cuentan cada con una de ellas y, en la capital conquense, se hayan otras dos. Un conquense, David Manzanares, preside, por cierto, la Asociación de Fabricantes de Harinas y Sémolas de España (AFHSE), organización que aglutina industrias del sector y que tiene entre sus logros el constituir la organización empresarial más antigua de España.
Cereal, harina, molinos… todo ello forma parte de la provincia de Cuenca y de uno de sus potenciales más aclamados y reconocidos, el agroalimentario. El patrimonio que genera este sector se extiende desde el propio cultivo hasta su transformación y comercio, pasando, por supuesto, por el turístico. Así lo entendió hace un tiempo la familia Izquierdo, en Carrascosa de Haro, recuperando como atracción turística uno de los 10 molinos de agua construidos en el siglo XIV en la ribera del río Záncara. Este molino, ‘El Blanco’, según explica su completa web (molinoelblanco.es) fue mandado construir por el rey Felipe II y se convirtió en uno de los más queridos por su familia, zona en la que cazaban. Es el único molino de agua superviviente que queda en pie y en pleno funcionamiento de todos los que se construyeron entonces. Hoy en día se sigue moliendo igual que se hacía en aquella época.
A la vista de todo esto, no es descabellado, como ya reclamara el diputado regional Benjamín Prieto la creación de una Ruta de las Harinas Conquenses, “En la arqueología industrial encontramos un potencial importante en nuestra provincia y concretamente en los antiguos molinos hidráulicos, molinos de viento y fábricas de harinas que ya no están en uso”, explicaba hace ya un año “esta itinerario debe pasar que por antiguos molinos hidráulicos como, evidentemente, El Blanco en Carrascosa de Haro, también por Valverde, por la antigua fábrica de la familia Ramos, de Cardenete, que comenzó en su momento a rehabilitarse o por los molinos de Mota del Cuervo. Habría que incluir otras fábricas como la Panificadora Conquense o Harinas Sáiz, en Cuenca, o Harinas Manzanares en Villarrubio”, detallaba “sin olvidarnos de la vanguardia en el sector, que lo representa en nuestra provincia Noalles y Balanzá en Carrascosa del Campo”.
Un recorrido por el pasado, presente y futuro de La Mancha conquense donde no podemos olvidarnos, para esta ruta, de degustar los excelentes quesos, vinos, aceites o ajos, entre otros productos, que nos encontraremos en nuestro camino.
Texto: AGA
Foto: Fachada de Harinas Manzanares en Villarrubio