En los últimos días las manifestaciones de portavoces autorizados de los partidos integrantes de la coalición del Gobierno estatal han apelado a la responsabilidad de las empresas eléctricas para evitar el cierre anticipado de las centrales nucleares por, entre otras, las penalizaciones a la generación de origen nuclear tras el acuerdo del Consejo de Ministros del mes pasado.
Resulta sorprendente como estos partidos detractores de estas dos energías han “sacado pecho” de la importancia en términos económicos de la energía hidráulica y la nuclear en beneficio de los ciudadanos para hacer mas llevadera la subida de la energía eléctrica que venimos sufriendo desde hace semanas. ¡QUE HIPOCRESÍA!
Y es que el foro nuclear, entidad a la cual pertenecen la mayoría de las empresas de generación de energía eléctrica de nuestro país, ha puesto el grito en el cielo advirtiendo de que si se pone en marcha el proyecto de Ley sobre la retribución del carbono (que recorta a las empresas los “beneficios extraordinarios” que se obtienen de la generación eléctrica de origen nuclear e hidráulica que no emiten Co2) se estaría poniendo en riesgo la viabilidad de estos dos tipos de generación y muy en especial el primero. Si se sumaran los recortes de ingresos para las empresas que propone el gobierno, y a estos los ponemos frente al precio que las compañías van realmente a percibir sobre lo negociado con sus clientes para los próximos meses (que nada tiene que ver con los máximos que se están alcanzando diariamente) el resultado sería deficitario o como poco inasumible para las eléctricas.
Los que defendemos la energía hidráulica, entre otras energías limpias, hemos tenido que soportar durante años las añejas teorías de los hoy gobernantes en Moncloa que han arruinado docenas de proyectos para embalsar agua en nuestro país. Rancias tesis contra los pantanos cuyas construcciones pasadas en muchos casos han servido para salvar cientos de miles de vidas como el caso de las cuencas mediterráneas, con proyectos de restauración hidrológico forestal; presas; pantanos; azudes y otros que se construyeron desde principios del siglo XX.
Un rechazo contra este tipo de proyectos repetidamente lo tenemos en la provincia de Segovia. En los últimos meses de los gobiernos de Rajoy, el organismo de cuenca estaba culminando un proyecto para evitar las crecidas del río Eresma mediante vasos comunicantes uniendo, con una gigantesca tubería, la presa del Pontón Alto al nuevo embalse que se proyectaba llamado del Ciguiñuela, aprovechando una gigantesca depresión de la sierra de Guadarrama a la que se cerraría con el material granítico extraído de la limpieza del fondo de la depresión. Si bien inicialmente no tenia fines directos para generación de energía, sí que iba a paliar los problemas de abastecimiento en los pueblos del norte de la sierra de Guadarrama (incluso Segovia capital) y de otra parte paliar los problemas de aguas con alto contenido de arsénico del acuífero 16 ubicado entre Segovia y Valladolid, aportando más volumen al mismo para compensar los usos de riego. Proyecto que hoy ni está ni se le espera desde la llegada del actual Gobierno a Moncloa.
Igual suerte corrió en su día, pocos kilómetros aguas abajo, el famoso pantano del “Eresma”.
Un potente embalse que se iba a construir en este río del sistema central y con posibles usos futuros para la generación de energía que fue directamente a la trituradora de papel. Tras un periodo de consultas y reclamaciones, el organismo de cuenca correspondiente redujo la altura de la presa para evitar afecciones urbanas, consulta pública cuya finalización concluyó con el inicio de la legislatura “zapateril” y el cambio al alza en los listones de valoración de los requerimientos de las ponencias de impacto ambiental, siendo a la sazón la “responsabla” de este cambio “sobre la marcha” del ministerio del Ministerio de Medio Ambiente en aquellos años la Ministra de las “desaladoras”, esas que tanto dieron que hablar en las comisiones de investigación del Senado, aún sin aclarar.
Pero no son estos proyectos casos aislados de desaprovechamiento de las fabulosas capacidades hídricas invernales del Sistema Central; desde los años 90 el ritmo de construcción de nuevos embalses en España ha descendido hasta su paralización total frente al criterio contrario de los técnicos de los organismos de cuenca que son los verdaderos expertos en la materia. Y es que la vida el aumento de la biodiversidad es siempre consiguiente a la creación de toda retención de agua. ¿Desconocimiento o de nuevo HIPOCRESÍA?.
España es el país europeo con mayor número de embalses o presas en sus ríos, y el décimo a nivel mundial, con más de 1.200. La vida de sus presas, lejos de aumentar como necesita esta sociedad, corre el riesgo de reducirse. En los últimos años está calando la tesis de que algunos de los pantanos, que hoy nos proporcionan energía eléctrica; agua para abastecimiento; riego para la agricultura y protección de la vida humana aguas abajo, están perdiendo efectividad por la edad de sus estructuras de hormigón.
Tesis poco creíble a la vista de lo que realmente se percibe en el ambiente. Si las infraestructuras hidráulicas romanas aun en uso hablaran……Y es que hay toda una fuerte “corriente no precisamente de agua” que persigue su desmantelamiento y eliminación por motivos medioambientales y no principalmente por su inexistente seguridad pública. “El tiempo de las presas en Europa se acaba”, o la crítica a “la fiebre de construcción de presas que se vive en Europa” son algunos de los eslóganes que se vienen vertiendo desde algunos sectores. Y es que algunos/ as están confundiendo los principios del proyecto AMBER con “liquidar” muchas de nuestras infraestructuras hidráulicas. AMBER se creó para promover una gestión adaptativa de las presas y obstáculos en los ríos, algunos de ellos milenarios. El inventario de las infraestructuras existentes; su ubicación; la fragmentación del ecosistema con el mar; y, en definitiva, propuestas para lograr una conectividad de la corriente, sea con escalas o con otras medidas, solucionando los impactos actuales, y no destruyendo lo existente. Es tiempo de reflexionar, crear y optimizar nuestros recursos hídricos con inteligencia y compatibilizar los mismos con la mejor gestión de los hábitats fluviales. No son tiempos de prohibir o destruir, si no de dar a nuestra sociedad soluciones y mejoras a nuestros problemas actuales creando, conservando y optimizando los recursos con eficiencia e inteligencia. De la actitud contraria ya estamos padeciendo algunas de sus inmediatas consecuencias: carencias de agua potable, precios de la electricidad desbocados, inundaciones por falta de regulación. La naturaleza es sabia pero también es inmediatamente implacable y no hay sociedad humana capaz de dominarla. ¿O algunos siguen pensando que si?
Texto: Juan Carlos Álvarez
Sección: Desde mi escaño