La tradición no está reñida con la modernidad, la tecnología y, sobre todo, con la capacidad de adaptación a las necesidades que va marcando el día a día guiadas en este caso en concreto principalmente por las preferencias de empresas y consumidores. Cualquiera que haya recorrido el trayecto que une Cuenca con Tarancón se habrá fijado en una impresionante instalación que, a la altura de Carrascosa del Campo, se erige al margen de la autovía. Un rótulo sobresale en una de las fachadas, ‘Noalles y Balanzá’, con las palabras ‘La Espiga Verde’ justo debajo y en menor tamaño. Podemos intuir que en el interior se cuece algo relacionado con el cereal, pero es difícil que nos acerquemos, con solo imaginar, a la compleja red de tecnificación que esconden estos, por otra parte, discretos muros.
El municipio de Carrascosa del Campo alberga desde 2015 a esta empresa. Un ejemplo, de los pocos que cunden en Cuenca, de que el mundo rural espera ansioso y recibe con garantías a quienes quieren invertir en él y aportar el desarrollo económico que trae consigo una instalación de estas características. En el resto de Castilla-La Mancha no existe otra empresa similar a Noalles y Balanzá. Si buscamos en toda España, suman dos, y en el continente europeo, llegan únicamente a media decena. Con sólo estos datos, ya nos podemos hacer una idea de la excepcionalidad y la visión de pasado, presente y futuro de su responsable actual Manuel Noalles. El empresario destaca que fue fundamental para ubicarse en Carrascosa del Campo, “que es una zona cerealista” y reconoce que, a este potencial de la tierra, de siglos, hay que unir la evolución que lleva aparejada los cambios en el mundo de la alimentación, “comenzamos descacarando solo para el sector animal y ahora hemos incorporado la alimentación humana”. La bollería, panadería, productos dietéticos, bebidas… han exigido nuevos desafíos a una cadena de elaboración y producción en principio sencilla, pero sujeta hoy en día a las innovaciones que marcan las modas y gustos en el comer.
El origen
Noalles y Balanzá se gestó en familia. Se remonta a más de tres generaciones de fabricantes de harinas de origen valenciano. Fundada en 1987, su filosofía a lo largo de estos años ha sido clara, un crecimiento empresarial ligado a la mejora de las instalaciones y procesos para dar la mejor calidad a los clientes. Hoy en día, es una empresa líder en la fabricación y comercialización de Avena y otros cereales en la agricultura convencional y ecológica.
Sobre una superficie de 160.000m2, las instalaciones cuentan con más de 5000m2 de planta dedicada a la fabricación de cereales utilizados como materia prima o como producto acabado en varios sectores de la alimentación. Un centro de producción con las más modernas técnicas de transformación de cereales.
Tras pasar los más estrictos procedimientos de calidad, la avena en bruto que llega y, según se detalla en su página web, se almacena en silos de materia prima y empieza su recorrido de pre-limpia, descascarillado, eliminación de impurezas por la máquina Sortex, una clasificadora de alto rendimiento para cereales, detectando y eliminando granos de otros colores y materiales extraños, estabilización enzimática mediante tratamiento hidrotérmico en el que se obtienen perlas que se utilizan para producir los diferentes productos de avena, como pueden ser los copos enteros, troceados, instantáneos, salvado o harina.
Cultivo tradicional y tecnología puntera. Desde un pequeño municipio de Cuenca se muestra al mundo entero que el desarrollo empresarial no está reñido con la actividad agrícola y que es una de las pocas esperanzas, reales y palpables, para evitar que la despoblación siga cebándose con la España rural.