La imagen que acompaña a estas líneas, un tren en la estación de ferrocarril de Cuenca, no la vemos en la capital desde julio de 2022. Fue en ese momento cuando, oficialmente, el Gobierno de España, a través de Adif, junto con la complicidad de la Junta de Comunidades y la Diputación de Cuenca, además de alcaldes como el de la ciudad, Darío Dolz, y otros como el taranconero Carrizo, daba por terminada la historia del ferrocarril en la provincia conquense. La única de España, conviene no olvidarlo, sin este medio de transporte pese a que el Ejecutivo Nacional dispone de 24.200 millones de euros para invertir en la infraestructura.
Esta semana, el agravio comparativo, la discriminación y la sinrazón que supone la cancelación de la línea Madrid-Cuenca-Valencia, daba un nuevo giro en su esperpéntica historia. Ufano, contento, con cara preelectoral y sabiendo donde hay un gran número de votos, el presidente de Castilla-La Mancha, García Page, anunciaba que tanto Albacete como Alcázar de San Juan se van a convertir en plataformas logísticas del Puerto de Valencia. Hasta este momento nada que objetar y deseando todo lo mejor y prosperidad a las provincias vecinas. Pero claro, la cosa cambia cuando la incoherencia se adueña de la situación. Es decir, cuando es la misma persona, Page y su escudero Hernando, quienes justifican y aplauden el cierre del tren en la provincia de Cuenca mientras lo alaban en otros lugares. De hecho, si estas plataformas logísticas llegan a Castilla-La Mancha es porque estos dos municipios, la capital albaceteña y la localidad alcazareña cuentan con infraestructura ferroviaria. ¿Por qué en estos lugares sí y Cuenca tiene que resignarse a perder el tren y las oportunidades de desarrollo que trae consigo? El proyecto se traduce, en nada más y nada menos que 40 millones de euros que se irán para Albacete y Ciudad Real. Calderilla, sin duda. Desde los gobernantes socialistas conquenses, nada que objetar a esta decisión, ni una queja.
Pero para el esperpento alcanzara niveles insospechados, precisamente el mismo día que a Albacete y Ciudad Real se marchaban 40 millones de euros, Adif anunciaba que en las estaciones de Cuenca y Tarancón va a instalar puntos de recarga de vehículos eléctricos. Si, para esos coches que no acaban de convencer tanto por su precio como por su fiabilidad y que tantos y tantos españoles tienen. De coña. ¿Ahora las estaciones de tren van a quedarse para recargar este tipo de coches? ¿No habíamos quedado en que había que fomentar el uso del transporte público? La Fernando Zóbel también ha sido elegida para esta supuesta misión ecológica. Y ya va para nota, porque, recordemos, también contará con un aparcamiento de bicicletas, muy útil todo…
En definitiva y para concluir. Mientras otros se llevan 40 millones de euros, hay que reiterarlo y repetirlo porque duelen, en Cuenca, Adif nos contenta con unos enchufes. Parece que volvemos a salir perdiendo en las decisiones estatales. Y, desde aquí, los gobernantes de la alianza, ver, oír y callar.
Texto: AGA
Imagen: Tren en la estación de Cuenca el pasado año