-Que en lo que dicen que se labre la Sierra contra el tenor de ciertas sentencias, por los vasallos de Diego Hurtado, dice que de su consentimiento y voluntad no se probará con verdad haberse hecho. Antes, después que se dieron las sentencias, y con la ejecutoria, él les ha vedado y lo vedó hasta el tiempo que estuvo revuelta la dicha ciudad; que se pregonó en ella que labrasen en la Sierra los que quisiesen, pagándole cierto tributo a la ciudad porque pareció ser cosa muy útil y provechosa a ella. Y así a esta causa, Hernando de Valdés, uno de los regidores que aquí están, le han dado los dichos capítulos. Fue a Palencia a pedir en nombre de la ciudad que se labrase la Sierra y V. M. mandó proveer de una provisión para la justicia, que hubiese información de la utilidad y provecho de ello y se trajese al Consejo, lo cual se trajo y hasta ahora no se ha visto ni se ha proveído de un pesquisidor que ejecute las sentencias. Y en cuanto a las penas en que incurrieron, lo sobresea hasta hacerlo saber a vuestra majestad. Y así suplica a V. M. mande ver la relación que el pesquisidor que allá es ido ha hecho y la información que acá está. Y, sobre todo, provea lo que fuere servido.
-Que en lo que dicen que se talan los montes y se toman los términos de la ciudad, que él no sabe ninguna cosa; y que, si algo se hace que no se deba hacer, que él recibirá merced. Que vuestra majestad mande probar de un juez o dos, o los que más fueren menester.
-Que en lo que dicen del caballero de la sierra que mataron en el puente de Talayuelas, dice que él no sabe ninguna cosa de ello ni fue en su tierra ni jurisdicción, sino que hace ocho o diez años que pasó; y que, si es caso pedido por alguna persona que sea parte o parecerle a V. M. que se debe castigar ahora, suplico lo manden proveer como se haga justicia.
-Que en lo que dicen que se amenazan a los sexmeros de la tierra porque piden justicia, dice que no se hallará por verdad que por su mandato ni consentimiento se haya hecho. Y que si alguno lo ha hecho suplica a V. M. Lo mande castigar.
-Cuanto a lo que dicen que Diego Manrique, canónigo en la iglesia de Cuenca, ha hecho algunas cosas no justas, dice que ninguna hasta ahora ha hecho de que vuestra majestad no haya proveído. Y que, si ahora dio alguna respuesta en perjuicio de los dichos García Fernández y Hernando de Valdés, regidores, fue en respuesta de un escrito que por consejo de ello dio el licenciado Cervantes contra él, como parecerá cuando se viere la residencia que al dicho licenciado Cervantes sea tomada.
-Y así dice que éstas son las cosas que le han dicho algunas personas que públicamente los dichos regidores que se quejan; y, pues, hace quince años que él ha residido siempre en servicio de vuestra majestad: los siete estando por gobernador en Galicia y después que vuestra majestad vino a estos reinos, en su corte de Cáceres. Que de su consentimiento ni voluntad no se haya hecho en la ciudad ninguna cosa de lo que los regidores dicen. Antes, consta por las sentencias que están presentadas ante V. M. que dio el juez de residencia contra el licenciado Cervantes y los regidores estar condenados en mucha cuantía de maravedís y ser dignos de gran castigo por algunos capítulos de los cargos que están remitidos a vuestra majestad, en especial el regidor Hernando de Valdés; y por no pagar los maravedís que cobró de la ciudad, de los emprestados, ni dar cuenta de ellos. Y por ser, como son, fiadores del licenciado Cervantes y por defenderlo se ausentaron y vinieron a esta corte donde, por dar color a su venida, han presentado los capítulos, creyendo que con ello se descargan de la culpa que tienen por la mala gobernación en que han tenido la ciudad el tiempo que el licenciado Cervantes, dejando con ellos. Lo cual suplica a vuestra majestad mande ver y proveer como fuere servido.
A continuación, es el canónigo Diego Manrique quien presta la siguiente declaración ante los miembros del Consejo del rey:
-Dice Diego Manrique, canónigo de Cuenca, que ya V. M. sabe cómo él vino a esta su corte ha dos meses, y podrá hacer un mes que le mandó un traslado de ciertos capítulos que contra él dieron ciertos regidores de Cuenca para que diese sus descargos, los cuales él dio luego en que a V. M. puede constar el no tener culpa ninguna de lo que contra él, con dañada voluntad, parece que dijeron. Y estando él con pensamiento que le había de mandar despachar y dar licencia para que volviese a residir en su iglesia y castigar a los regidores por lo que, con malicia, ante V. M. dijeron, ahora nuevamente le han notificado por cargo, diciendo que él ha receptado y favorecido a los que acuchillaron al licenciado Adurca, teniente de corregidor de la ciudad. Y, respondiendo a ello, dice que sobre el dicho delito fue primeramente por pesquisidor a la ciudad el licenciado Fernán Darias de Ribadeneira y después se cometió al doctor Quirós, los cuales hicieron la pesquisa y procedieron por indicios contra un Juan del Castillo y Cristóbal Vaquero, su suegro, que por particular enemistad que dicen tenía con el licenciado Adurca, dijo que cometieron el delito. Y hallarse ha por verdad que el dicho Cristóbal Vaquero me tiene mala voluntad muchos años ha y nunca entró en mi casa, antes ni después. Y asimismo Juan del Osillo, ni yo haberlos favorecido ni acogido ni tener culpa ninguna de lo sobredicho, según constará por las pesquisas que los jueces hicieron. Por lo que pido y suplico a V. M., pues claramente consta estar yo sin culpa de lo susodicho, porque, si la tuviera, los pesquisidores me la colgaran. Sea servido de mandarme dar la licencia, habiendo por buena mi disculpa, pues no se hallará cosa en contrario de lo que tengo dicho ni los mismos regidores lo pueden negar queriendo decir verdad. En lo cual, además de administrar justicia, yo recibiré merced.
(Continuará...)