La Opinión de Cuenca

Magazine semanal de análisis y opinión

Cuenca, en los difíciles años 20 del siglo XVI, tras la Guerra de las Comunidades (XI)

Historia


Y luego, el dicho señor juez de residencia dijo que mandaba y mandó al dicho Juan de Huesca que le diese información dónde, cómo y qué personas han hecho otros capítulos que toquen a las personas de los regidores y caballeros, y otras personas honradas, vecinos de la dicha ciudad, y a qué personas lo han leído después que les fue mandado que no se hablase de ello para que hiciese pesquisa, puniese y castigase a los que habían ido y venido contra sus mandamientos. Y que en lo demás, que mandaba a mí, el dicho escribano, que diese testimonio a los dichos García Hernández y Juan de Huesca, y a cada uno de ellos; de los cuales había sido notificado para presentar ante quien con derecho debiere. Y que en lo demás, que el dicho señor juez de residencia, como celoso del servicio de su majestad y del bien público, le daría cuenta y razón del principio, medio y fin de todo lo tocante a los diecisiete capítulos que fueron presentados por el dicho Diego Manrique, canónigo, para que su majestad mande proveer sobre ello lo que fuere su real servicio. Y que en todo lo demás decía y mandaba lo que tenía dicho y mandado. 

Testigos que fueron presentes: Diego de Castañeda y Luis de Torralba, escribanos, Luis Ruiz, Antonio de Medina y yo, Alonso Ruiz, escribano público.

Declaración de Diego Hurtado de Mendoza a los señores del alto Consejo de su majestad:

-Dice Diego Hurtado de Mendoza que ya V. M. Sabe cómo a causa que vino a su noticia que García Fernández y Hernando de Valdés, regidores de la ciudad de Cuenca, habían dado ciertos capítulos contra él y suplicó a vuestra majestad le mandase dar de ellos traslado, lo cual le ha sido negado. Y por lo que los dichos regidores publican en esta corte, ha sabido que informa a vuestra majestad de algunas cosas en que no se le puede imputar culpa ni cargo alguno. Y porque él gasta su tiempo y hacienda en servicio de vuestra majestad y querría que en la parte donde él vive y tiene casa se haga más justicia que en otra misma parte del reino, suplica a V. M. que en lo que no se diere descargo y fuere pedido por éste, lo mande proveer lo más segurosamente que se proveería con otra persona del reino, y así dice.

 -Que si se tomaron las varas a don Martín de Acuña fue porque, estando allí por corregidor cuando el Rey Católico estaba en Nápoles, decía que no había de hacer sino lo que micer Andrea, embajador del emperador a suelo de V. M., le dijese. Y así, unas cartas que vinieron del Rey Católico de Nápoles, no quiso que se leyesen ni se respondiese a ellas, y por esta causa él se fue y ausentó de la dicha ciudad, por donde la ciudad se gobernó con alcaldes ordinarios hasta que el Rey Católico vino de Nápoles. Y venido e informado de lo que el dicho Diego Hurtado sirvió, le hizo mercedes por ello y mandó dar una cédula que no se entendiese en ninguna cosa de las que en aquel tiempo habían sucedido, sino diese a petición de parte que hubiese recibido. Y de esta cédula hay sobrecarta de vuestra majestad.

 -Que en cuanto a lo que dice que quien hizo la Comunidad en la dicha ciudad y la juró en la iglesia de Santo Domingo, que de ello no sabía dar buena cuenta porque al dicho tiempo él residía en Flandes en servicio de vuestra majestad; mas que lo que ha oído es que la Comunidad se ha llevado en la ciudad como en los otros lugares del reino. Y estando allí Rodrigo Manrique, su hermano, y el canónigo Diego Manrique con él, trabajaron por sosegarla y allanar, y así lo hicieron hasta que después se tornaron a levantar otra vez y echaron fuera a los dichos y a doña Francisca de Silva, madre del dicho Diego Hurtado y a sus hijos; y robaron su casa e hicieron capitán a quien les plugo. Y de todo esto que sucedió, vuestra majestad no mandó entender en ello cosa alguna porque no hubo quien se quejase y se perdonó por el perdón general. Y la causa porque no hubo memoria de los que así hicieron no la sabe.

 -Que si al licenciado Adurca acuchillaron, que a quien más peor de ello fue al dicho Diego Hurtado y así en Palencia, estando proveído que la justicia ordinaria conociese de ello, el dicho Diego Hurtado fue una o dos veces en hablar al presidente para que proveyese de un alcalde de corte, y por su importunación se proveyó de un pesquisidor que fue el licenciado Ribadeneira. Y, además de esto, visto cuando herido quedaba el dicho licenciado Adurca y maltratado el dicho Rodrigo Manrique, hermano de Diego Hurtado, lo llevó a su casa donde lo tuvo cincuenta días y le hizo curar, de tal manera que, por su buen recaudo y ayudado, vivió. Y es de creer que sea así verdad porque el marqués de Salces le llevó por alcalde a intercesión de Diego Hurtado. Y que los que lo acuchillaron ni eran criados ni amigos suyos, ni a ellos acogió ni receptó.

 -Que a lo que dice que dicen que salieron a matar al licenciado Cervantes, que lo que pasó es que su alguacil quiso tomar las armas a unos criados de Rodrigo Manrique, su hermano, dejándolas traer a otras muchas personas; los cuales, porque dice que se le defendieron, el dicho alguacil y sus hombres cortaron las manos a dos hombres de ellos y al otro dieron una cuchillada en la cabeza de que estuvo a la muerte. Y no contrario de esto, el licenciado Cervantes, llevando que le querían matar como parecerá probado por la residencia que se le ha tomado y no embargante; que esto pasó así. Vuestra majestad proveyó al doctor Quirós por pesquisidor sobre ello, el cual cobró cien días de salario y procedió en rebeldía contra don Hurtado, hijo del dicho Diego Hurtado, por estar en la guerra, y dio sobre ello ciertas sentencias por las cuales el escrito presentado ante V. M. fue remitido el que pasó a los alcaldes de la Chancillería de Granada donde ahora pende el dicho negocio. 

(Continuará...)


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