21 de marzo… y llegó la primavera. Soy afortunado. Cada mañana, cuando me levanto, abro las ventanas de mi dormitorio y lo primero que ven mis ya cansados ojos es la maravilla de mi Cuenca desde la Hoz del Júcar. Comprenderán ustedes por qué en mis paseos diarios busco el arrullo de los vetustos muros de mi ciudad. Y hoy, en un breve descanso que la climatología primaveral, bendita sea la lluvia, nos ha dado, he salido a disfrutar de mi Río Mayor, el Júcar. Cuenca entra por los sentidos, y la primavera no se queda atrás. Disfrutar de ella, es un espectáculo, pero hacerlo en un día de lluvia es poesía pura… casualmente hoy es el Día Internacional de la Poesía. Los colores de Cuenca en un día de lluvia suben varios grados su tonalidad, cogen fuerza, y en primavera, son una explosión de vida. El olor de Cuenca un día de lluvia en primavera, y más por la ribera, es el olor de la vida, el olor a tierra mojada, olor a hierba fresca, olor a brote verde… ¿Y el sonido? ¿Cómo suena Cuenca un día de lluvia en primavera? Camino por el parquecillo de la Trinidad, y mis pasos amortiguados por la blanda tierra parecen salidos de unos pies calzados por sordinas, suenan las gotas en las ramas, aún desnudas, de los árboles, cantos de pájaros que inician los cortejos de apareamiento… Pero es que un día de lluvia en Cuenca también te toca, porque una gota de agua resbala por mi mejilla surcando las arrugas fruto de toda una vida, y la suave y fresca brisa primaveral me la limpia y despeja.
Con este espíritu, con este henchido ánimo comienzo hoy mi paseo desde La Trinidad, ávido de empaparme, no de agua, que voy bien parapetado, sino de belleza. ¡Ay, qué poco dura a veces la alegría! Descubro, con satisfacción, como no podría ser de otra manera, por descontado, que están arreglando la fuente del Jardinillo, y, claro, mi “interés curioseador de jubilado” me lleva a lo que vulgarmente llamamos, echar un ojo, a dicha obra. No doy crédito a lo que veo. Años lleva la fuente medio abandonada, pero por lo menos entera, pero en cuanto se han metido a arreglarla ya le han dado un enorme “bocado” en la base del pedestal original. Los operarios que allí trabajan deben de ser de la misma cuerda que la escuela diplomática de Pedro Sánchez, que para arreglar las relaciones con Marruecos se carga las existentes con Argelia… en fin, todo un despropósito.
Continúo con mi inspección de jubilado y me dirijo a ver si han prosperado las tan anunciadas obras de apertura del primitivo túnel bajo el puente que comunicaría con el Parque del Huécar… ¡Ay, iluso de mí! Pero no pasa nada, nos seguirán distrayendo con los tan cacareados remontes, con proyectos megalómanos y sospechosamente poco factibles de realizar, avalados por nada públicos ni conocidos informes “favorables” de ICOMOS, pero un túnel no se abre…
Y lo que en un principio iba a ser un paseo, un canto a la belleza de mi ciudad, se está convirtiendo en un constatar, una vez más, que tenemos una sociedad enferma por el trato que ofrece hacia los bienes públicos, pero que tenemos también unos gobernantes municipales que deberían inmediatamente dimitir y renunciar a sus salarios por el bochornoso estado en el que tienen nuestra ciudad fruto de la dejación de sus funciones. Este paseo de la ribera del Júcar es uno de los más bonitos de nuestra ciudad, y que muy pocas ciudades pueden presumir de tener. Es absolutamente inadmisible el estado de abandono en el que se encuentra, por ejemplo, los pequeños jardines abandonados, rocallas vírgenes sin arbustos fruto de un ajardinamiento racional o la señalización de esta ruta, rota e ilegible. No tiene justificación el vandalismo al que está sometido, pero si no se repara, si no se cuida, vandalismo llama a vandalismo. Hay que crear cultura de respeto hacia lo público, y esto empieza, inexorablemente, por el cuidado municipal de los bienes públicos, velar por ellos y sancionar las agresiones que sobre ellos se cometan.
Mirando las farolas del recorrido, he creído descubrir un nuevo sistema de alumbrado, el de la luz escatológica, y digo esto por la gran acumulación de mugre y porquería que tienen los cristales. Parece incomprensible hasta que puedan arrojar algo de luz. Pero claro, cuando llego a mitad de camino, y tengo que vadear el ya conocido popularmente, gracias al ingenioso humor de Miguel Ángel Vila, tal y como publicó en el grupo Descubriendo Cuenca, como nuevo afluente del Júcar, el “Mierda Seca”, cuyo nacimiento tiene su origen en las tuberías de las casas que se asoman al Júcar, pues entonces entiendo que la escatología del alumbrado esté en consonancia con la fetidez del manantial en cuestión. Mención aparte merece la vegetación que se ha generado en torno a este nuevo y nauseabundo ecosistema, vegetación que da un “aire peculiar” al banco que allí se encuentra… será para disfrutar de las características organolépticas del entorno en toda su amplitud, incluso en período de fructificación de la zarzamora.
ES INDISCUTIBLE QUE CUENCA HA TENIDO QUE SER CREADA POR LOS DIOSES, PORQUE SI A PESAR DE LAS AGRESIONES SUFRIDAS POR PARTE DE LOS HUMANOS SIGUE SIENDO TAN SUBLIME, ES QUE SU NATURALEZA NO ES DE ESTE MUNDO. CUENCA INDESTRUCTIBLE… ¿HASTA CUÁNDO?
Texto: La Opinión de Cuenca