Aunque parezca mentira, ha pasado ya más de un año desde que el 30 de noviembre de 2021, la secretaria general de Transportes y Movilidad, María José Rallo, viajara hasta la Subdelegación del Gobierno de Cuenca para comunicar, en nombre de su Ministerio y jefa, Raquel Jiménez, que el Gobierno de Pedro Sánchez dejaba a la capital y su provincia sin tren.
Con anterioridad y posterioridad a esta fatídica fecha, numerosas han sido las reclamaciones y protestas que han emanado desde Cuenca para evitar el fatal desenlace. Antes de la confirmación oficial, las sospechas dirigían, irremediablemente, al cierre del tren, circunstancia que era negada por activa y por pasiva y principalmente por las autoridades socialistas locales y provinciales. En aquellos momentos, justo cuando la pandemia daba un respiro, pero nada volvía a la normalidad, las declaraciones públicas, peticiones, mociones y preguntas en los Ayuntamientos y la Diputación, incluso en Las Cortes de Castilla-La Mancha, eran la práctica más habitual. Todas eran buenas palabras por parte de las autoridades, que si después del COVID se recuperarían los servicios, que si Filomena había dañado la infraestructura, pero una vez arreglada volvería el tren… excusas para alargar y disfrazar lo que realmente estaba pasando. Hubo hasta quien, como el presidente de la Diputación de Cuenca, Chana, llevó el paripé hasta los extremos de, en febrero de 2021, fotografiarse escribiendo una carta a Adif para solicitar la recuperación del tren regional. Quien sabe si llegó a enviarla…
Lo cierto es que, tras noviembre del pasado año, las manifestaciones y concentraciones por la línea Madrid-Cuenca-Valencia se han convertido en una cita obligada de quienes consideran que dejar a nuestra provincia sin un transporte público como el tren es un auténtico disparate. Asociaciones, plataformas, sindicatos y partidos políticos, todos menos uno, el Psoe, acuden sistemáticamente a estas convocatorias. También alcaldes, no el de la capital Darío Dolz, ni el de Tarancón, Carrizo, pero si los representantes de Huete, Carboneras, Arguisuelas, Víllora o Cañada del Hoyo, convencidos de que defender el futuro de sus pueblos pasa por que no les supriman ni un solo servicio público más.
El trágico cuento ha cambiado desde julio, en concreto, el día 19, cuando llegaba a la estación de la capital conquense el último convoy que recorría las vías de la ciudad. Los defensores del tren siguen su tarea, pero ahora hay que añadir al empeño la palabra reapertura.
Nunca se tendría que haber llegado a esta situación. Nunca los gobernantes actuales, los que dicen que defienden Cuenca, deberían de haber consentido que de los más de 24.000 millones de euros de los que dispone el Ejecutivo de Sánchez de Fondos Europeos para invertir en el tren en España, a la provincia no haya llegado nada.
Como repetimos en reiteradas ocasiones, la lucha continua. Protestas públicas, alegaciones, reclamaciones, denuncias y mociones siguen su curso. Unanimidad en pedir la vuelta del tren a Cuenca. Excepto por parte de quienes gobiernan en la capital, la provincia y la región. Es así de triste.
Texto: AGA
Imagen: Cartel de vecinos de Carboneras de Guadazaón en la pasada concentración del 27 de noviembre en la Plaza de España de Cuenca.