Puede que se haya acabado el verano, pero los blockbuster siguen en las carteleras. En esta ocasión vuelvo a escribir sobre una producción de ‘La Casa de las Ideas’, de “Shang-Chi y la leyenda de los Diez Anillos”, una película de acción/aventuras basada en las artes marciales.
Y siendo un personaje menos conocido de los cómics de Marvel, (menos incluso que Iron Man en 2008 con el estreno de su propia película) el largometraje ha resultado muy divertido. No soy un gran fan del género de las artes marciales, pero siempre he tenido cierta debilidad por las películas de Jackie Chan: un protagonista corriente al que le encuentran los problemas y sortea los obstáculos con coloridas acrobacias más que con pura fuerza bruta sacada de un episodio de “Dragon Ball”.
Y la película de Shang-Chi resulta en una escalera de referencias a los distintos tipos de películas de artes marciales: en los primeros combates es un estilo popularizado por Bruce Lee y el mencionado Chan, pero al trasladarse al mundo mitológico, el estilo coreografiado pasa al del subgénero Wuxia, en el que los combates parecen que los protagonizan acróbatas del Circo del Sol. Tal vez a alguno le suene algunas de las más populares: “Tigre y dragón” o “La casa de las dagas voladoras”.
En la primera parte, durante las coreografías más realistas y prácticas, se puede apreciar la influencia de otras películas en el combate en el autobús cuando el protagonista usa su chaqueta para parar los golpes de los villanos, o en el rascacielos, Shang-Chi pisa una tabla que sale volando y golpea al enemigo que tiene detrás, y segundos más tarde empuja a uno de sus enemigos, que pierde el equilibro y se sujeta entre las pasarelas de la construcción, que lo aprovecha el protagonista para usar de puente (movimientos clásicos de Jackie Chan).
En la propia escena del autobús, por unos momentos, la cámara sale del vehículo para seguir la acción de forma ininterrumpida y paralela, igual que la icónica escena de “Old Boy”. Y por si falta alguna recomendación más, el protagonista tiene un póster de “Kung Fu Sion”, una magnífica comedia. Al ver esto, hay que fiarse del director, Cretton, que conoce el material de referencia
Durante la segunda mitad el espectador ve que también cuenta con la lista de problemas de la mayoría de películas Marvel: los poderes del antagonista son los mismos que los del protagonista, un ejército de monstruos CGI hecho por ordenador, personajes secundarios que desaparecen al momento de ser presentados y cómicos que no son especialmente graciosos.
Pero con Shang-Chi, Marvel sorprende. No porque haya cambiado la fórmula, o la haya revolucionado, pero es bastante atrevido sacar como producto mainstream una película cuyo género suele categorizarse como serie B, que fácilmente podría haber relegado a serie en las plataformas de streaming y meterse a un nicho en la subscripción (alguno puede decir que ya lo intentó junto a Netflix y salió mal, pero salió muy mal, y me niego a mencionarlo habiendo escrito una buena lista de recomendaciones).
Shang-Chi es una película que pertenece al mundo de los Vengadores pero no necesita recordárselo a la audiencia y que nos haga pensar en qué estarán ocupados Thor o Spiderman, porque consigue entretener y que la vista esté siempre puesta en la colorida acción de la coreografía de unos llamativos personajes que podrían haber salido de un “Street Fighter”.
Y es este el motivo de la recomendación; mientras que otras películas del género pueden resultar “pesadas” o lentas para la audiencia en general, Marvel ha educado a la audiencia con su fórmula de películas de superhéroes y siendo el pilar fundamental la acción, en Shang-Chi participaron dos nombres con peso en las artes marciales: Bill Pope, director de fotografía (el máximo responsable sobre la imagen en una película) de “Matrix” o “Scott Pilgrim vs. The World”. El otro es el difunto Brad Allan, diseñador y coordinador de escenas de acción que trabajó como doble de acción en el equipo de acróbatas de Jackie Chan.
Shang-Chi y la leyenda de los Diez Anillos es un largometraje que no pretende ser lo que no es, dos horas de entretenimiento, y personalmente creo que es lo mejor para estos momentos finales de la pandemia, el cine vuelva a ser un lugar de ocio en el que pasar un buen momento.
Texto: Luis Aranda Valmaña
Sección: Press to start