Las ofertas turísticas se reinventan y con ellas las posibilidades de experimentar nuevas sensaciones y aventuras. Hoteles, casas rurales, hostales, albergues, cabañas componen un amplio catálogo de posibilidades para pernoctar y comer, aportando a nuestro viaje un plus, que, en muchos casos, puede hasta llegar a eclipsar otros aspectos. En esta categoría, sin duda alguna, se encuentra la hospedería La Albacara, situada en la ciudad medieval de Moya. No es que se encuentre cerca de este impresionante complejo monumental, no, forma parte de él, ya que, en tiempos era un templo religioso, para más señas la iglesia de la Trinidad. La Albacara abría sus puertas en 2019. La Diputación Provincial de Cuenca incluía en el Plan de Mejora de Infraestructuras Turísticas, Plamit, este singular edificio con un doble objetivo, evitar su desaparición y revitalizar el turismo de esta zona.
El entorno en el que se encuentra esta Hospedería es único en nuestra provincia. La ciudad medieval de Moya ha acusado durante siglos el deterioro del paso del tiempo y de la falta de inversión en sus múltiples monumentos. Está situada en un punto estratégico, a más de 1.100 metros de altitud, en la encrucijada de los antiguos reinos de Castilla, Aragón y Valencia. Sus primeros marqueses fueron Andrés de Cabrera y Beatriz de Bobadilla, allá por los inicios del siglo XVI, época en la que alcanzaba la villa el mayor de sus esplendores. Tuvo siete iglesias, dos conventos, ayuntamiento e incluso un hospital.
La labor de recuperación de una ciudad como la de Moya es extensa y debería de continuar en el tiempo con la intensidad con la que se llevó desde los años 2011 a 2019, sobre todo por el empeño y las inversiones de la Diputación Provincial. Aunque la experiencia de pernoctar en una iglesia, como decíamos, es única, su valor y poder de atracción aumentaría si el entorno avanzara en su rehabilitación. El Patrimonio genera riqueza y trabajo, pero acometer obras en lugares con tanta historia requiere la ayuda y las inversiones de las administraciones. Eso sí, con un estudiado control de los responsables últimos que se encuentran, precisamente en esas instituciones y que son los cargos políticos. Los daños son irreparables tanto si perdemos monumentos por el deterioro del paso del tiempo como si las obras les provocan daños. Esta semana, sin ir más lejos se derrumbaba parte del muro de la calle Canónigos en Cuenca. Un claro ejemplo de falta de previsión y cuidado de nuestro Patrimonio que se extiende, cada vez, por más lugares de nuestra provincia.