Cada vez son más las ocasiones, la mayor parte por las alturas a las que nos encontramos, en las que la pandemia o Filomena ya no cuelan como excusas. Todavía hay gobernantes que pronuncian estas palabras con fingido gesto compungido para tratar de aprovecharse de dos episodios, sobre todo el primero, que marcaron no solo España sino el mundo desde la más profunda de las tragedias.
La involución, mediocridad, casi tristeza en la que lleva sumida la ciudad de Cuenca desde hace tres años nada o muy poco tiene que ver con factores externos. La capital soporta a un regidor, Darío Dolz, y su equipo de gobierno, cuyos nombres pasarán a la historia con las más profundas de las irrelevancias, excepto uno de ellos, por supuesto el afamado, descubridor y descubierto Valero, cuyo afán de protagonismo no conoce límites, ya sea autoatribuyéndose hazañas o persiguiendo estrellas hollywoodienses.
Volvamos a quienes rigen los designios en general de Cuenca y a su capitán, el alcalde.No hay nada para dar la impresión de gran estadista como el anuncio de reforma de un edificio emblemático de una ciudad. Lo lanzas a los medios de comunicación a principio de legislatura, mantienes el interés unos años argumentando que estás trabajando en ello y, justo a unos meses de una nueva cita con las urnas, mueves ficha. Con poca cosa basta…
La reforma del céntrico edificio del mercado entra en fase de paralización. El Colegio de Ingenieros regional ha añadido un nuevo recurso administrativo contra el pliego de redacción del proyecto. Sobre este revés, cuyo enlace de la noticia publicada en el digital vocesdecuenca se hacían eco las redes sociales, los comentarios no se han hecho esperar. Desde la calificación al actual Ayuntamiento de meme, pasando por incompetente, lamentaciones, quien vaticina que puede ocurrir un accidente y nos encontramos también hemeroteca, con pantallazo incluido, del digital cuencanews cuando recogía, el pasado junio de 2021, el anuncio del alcalde sobre que antes de final de año el proyecto del nuevo edificio del mercado y la remodelación de su entorno iban a estar listos. Pues parece que no. Doce meses después, la incompetencia del primer peldaño en la alianza socialista de gobiernos que afectan a la capital goza de una salud más que excelente. No nos olvidamos, por supuesto, de sus socios, los diluidos unionistas de Isidoro Gómez Cavero, aquellos que vendieron en campaña electoral una heroica y romántica defensa de Cuenca que no pasó de un mes, hasta exactamente el 14 de junio de 2019, fecha en la que los ediles de la formación cayeron en los brazos abiertos de los socialistas.
Siguiendo con el edificio del mercado, ¿hasta cuando la paralización de su reforma? ¿Dolz se atreverá a anunciar nueva fecha para su reanudación? ¿O, en el fondo, respira aliviado porque los acontecimientos le permiten no hacer nada, que es, en definitiva, el plano en el que se siente más cómodo? Lo cierto es que, entre los valientes que opinan en redes, no ha pasado desapercibida la alta estima del alcalde consigo mismo y su labor. En una reciente entrevista concedida a La Tribuna, Darío Dolz califica su gestión de estos tres años con nada más y nada menos que un 7’5 de nota. Poco me parece señala jocosamente un comentario en redes. Pues, la verdad, o el alcalde no pasea por Cuenca ni escucha a los ciudadanos o se aferra desesperadamente a pasar de curso con asignaturas suspensas. La Ley Celaá es lo que tiene, alta autoestima, pero lo de rendir cuentas, para otros…