Muy deseadas eran las lluvias. El inicio de la primavera, cuando se suponía que debían descargas las nubes, se ha caracterizado este año por un extremo calor y la ausencia del líquido elemento. El campo ofrecía un aspecto desolador y las pérdidas de los agricultores han sido cuantiosas. No hace falta recordar que el sector primario es clave para la economía provincial y que, desde hace años, por diversas cuestiones y no todas meteorológicas, el campo no pasa por sus mejores momentos.
Pero el tiempo cambió. Varias han sido las semanas en las que las tierras han bebido agua y han soportado las tormentas que nos han acompañado por toda la provincia de Cuenca. Lluvias torrenciales cuyas consecuencias también han afectado, sobre todo, a los caminos.
A veces poca importancia se le concede a estas infraestructuras, vitales para que los agricultores puedan llegar a sus explotaciones y llevar a cabo sus labores. Sin duda alguna que estos caminos han sido los grandes olvidados de esta legislatura por la Diputación de Cuenca y la Junta. Su mantenimiento y conservación ha dejado mucho que desear, por no hablar de que, prácticamente, arreglos, ninguno.
La localidad de Carboneras de Guadazaón era uno de los municipios en los que, a principios de este mes de junio, caía una tormenta que llegaba a dejar en algunas zonas hasta 70 litros por metro cuadrado. Su alcalde, Carlos Arteche, no tardaba en exponer públicamente los grandes destrozos que había causado el agua en los caminos del municipio. Arteche recordaba el año difícil que llevaban los agricultores y hacía hincapié en un cultivo muy importante para Cuenca como es el girasol, recién sembrado y que las aguas torrenciales habían echado a perder.
El primer edil reivindicaba, en primer lugar, el acondicionamiento de las vías afectadas y pedía ayuda a la Diputación de Cuenca y al Gobierno de España. Y, en segundo término, exponía la necesidad de que los caminos se conserven en buen estado ya que forman parte de las comunicaciones más usadas por un sector fundamental de la provincia como es el agrícola.
Mucho pueden hablar los responsables gubernamentales del apoyo a la agricultura y a la ganadería, visitar explotaciones y obnubilarnos con cifras de ayudas económicas que no acaban de llegar. Pero mientras en lo esencial, como por ejemplo son los caminos, no se invierta y se mantengan en buen estado, lo demás sobra. Está claro que el discurso va por un lado y los hechos por otro. Y son siempre los mismos, desgraciadamente, los que sufren las consecuencias. La despoblación no se soluciona con palabras.
Texto: AGA
Imagen: Estado de un camino en Carboneras de Guadazaón tras las lluvias