Pequeñas joyas artísticas y patrimoniales las hay, ignoradas o escondidas, por nuestra ciudad y provincia. Una de ellas es, sin duda, el Oratorio que existe en el despacho de la alcaldía en las Casas Consistoriales.
La historia de esta singular obra la recoge perfectamente Antonio Rodríguez Saiz en su blog Cuenca en el Recuerdo, y al que quiero agradecer su generosidad al haberme permitido usar sus datos y fotografías.
El actual oratorio data de 1943 y se trata de un proyecto realizado por el arquitecto municipal Fernando Alcántara, ya que el anterior que existía en este mismo lugar, entre las dos puertas que dan acceso al balcón corrido con vistas a la Plaza, fue destruido durante la Guerra Civil. La ejecución de este fue encargada, tras concurso público, a los hermanos Martínez Ramiro, Fortunato y Juan José… tengo el grandísimo orgullo de decir que Juan José Martínez Ramiro era mi abuelo.
El pequeño oratorio es una sencilla obra de arte de corte clásico, realizada en mármoles rojos de la zona, probablemente procedentes de las canteras de La Cierva. Adorna este altar un bello cuadro de la Inmaculada, que es una excelente copia de la célebre “Inmaculada Concepción de El Escorial” que el pintor Murillo había realizado al óleo sobre lienzo (1660-1665) y que actualmente se encuentra en el Museo del Prado de Madrid. Este cuadro, que se pudo salvar de su destrucción, es obra del pintor conquense y catedrático de instituto, Benito López Chust, realizado en 1900. Decir de López Chust, que es un gran artista conquense, que algunas de sus obras adornan las paredes del Ayuntamiento, y que al igual que ocurre con otros de nuestros grandes artistas, como Marco Pérez, Leonardo Martínez Bueno o José Navarro Gabaldón, al que también me une lazos de sangre, se le debe un reconocimiento por parte de las autoridades conquenses, no digamos ya un espacio digno donde poder admirar sus obras con todos los honores que se merecen todos ellos.
Como claramente nos explica Antonio Rodríguez en su blog, el precedente del Oratorio en las Casas Consistoriales (no solamente en Cuenca) es muy antiguo. Delante de él hacían oración los regidores, representantes de la ciudad, antes de las sesiones. Hay un acta en el Archivo Municipal de 8-9-1650 donde se refleja el voto en defensa que “La Virgen Santísima, Madre de Nuestra Señora fue concebida sin mancha de pecado original”, y 12 días después otro acuerdo ratificando el juramento y la forma de cómo debe ser la toma de posesión de los cargos. Recordar, que hasta el 8 de diciembre de 1854 no fue dogma de fe de la iglesia católica por su bula “Ineffabilis Deus”. Sobre el interés que tuvieron los representantes de la ciudad de Cuenca por el mantenimiento, respeto y estimación propia al espacio señalado al culto municipal, pertenece el hecho documentado en 1748 (AMC. Legajo 900-exp 18) “ejecutoria sobre mantener a esta ciudad en el uso y posesión del Oratorio en las Casas Consistoriales”
Como decía al inicio de este artículo, esta pequeña capilla es una obra de arte desconocida y escondida. Y es sobre todo en esto en lo que me quiero centrar, en ESCONDIDA. Durante el mandato de Cenzano como alcalde de Cuenca, según apunta La Tribuna, éste mandó construir unas puertas de madera para que dicho Oratorio pudiera ser cerrado. Para disimular el hecho, se coloca delante de las puertas cerradas un tapiz con el escudo de Cuenca que las cubre totalmente. De este modo se inició la nada honrosa tradición de esconder este cuadro, dependiendo de la orientación política de quién gobierne en el consistorio.
Cierto es que España es un país aconfesional, pero no saber separar lo artístico de lo religioso denota, no sólo una falta de sensibilidad enorme, sino también una incultura y “catetez” tan vergonzosa como avergonzante. No se entiende este proceder cuando por un lado, adornando paredes del consistorio existen más cuadros de temática religiosa que a nadie ofenden, y por otro, cuando los artífices de esta paletada son los mismos que desfilan año tras año en todas las procesiones de nuestra ciudad ocupando los puestos de “máxima vistosidad”. Una actitud hipócrita e incoherente que no lleva a ninguna parte. Una actitud también cobarde, porque ¿A QUE NO HAY REAÑOS PARA NEGARSE A PRESIDIR CUALQUIER DESFILE PROCESIONAL DE NUESTRA CIUDAD? CLARO, QUE ES QUE LOS VOTOS SON LOS VOTOS.
Texto: Ana Martínez
Imágenes: Antonio Rodríguez (www.cuencaenelrecuerdo) y Ayuntamiento de Cuenca