Por mis venas corre mitad de sangre serrana mitad de sangre manchega. De hecho, revelo ahora que mi segundo apellido es Solana, por parte de madre. Recuerdo mis infancias bajo un sol cegador (yo nunca tenía calor) acompañar a los tractoristas en la cosecha, o ver la llegada de las ovejas al redil, o el queso terminar de curar. De mi juventud serrana recuerdo los sonidos del agua, la pesca de la trucha, los colores de la roca, la recogida de flores que prensaba bajo tomos del Espasa. Recuerdo el trato con las gentes: los manchegos austeros y herméticos, los serranos espléndidos y abiertos. Los primeros miraban al cielo, a ver si llueve o deja de llover; los segundos a la tierra, para no pisar el té de río o el boletus que llevarse a la sartén. Además de la diversidad de gentes y paisajes también eran dos realidades económicas diferentes, una mancha rica y productiva frente a una sierra pobre y a desmano. Unas diferencias que se han acrecentado en los últimos treinta años, los que lleva el PSOE dirigiendo el estado de la autonomía. Y esto es una afirmación objetiva no una opinión partidista.
Recuerdo cuando quitaron el paso por Cuenca del Talgo Madrid Valencia. Era una pugna entre catalanes y valencianos que ganaron los primeros. Valencia y Madrid debían distanciarse para que Barcelona siguiera siendo el puerto de la capital española. Cuenca, como un tercero al que nadie invitó, comenzó entonces su descomposición. Recuerdo las protestas de muchos ayuntamientos, tanto de la Sierra como de La Macha, el de Cuenca incluido. Después electrificaron muchos tramos, nunca estuvo el de Tarancón-Utiel en la lista y nadie protestó. Llegó la construcción de la Autovía A3 del Levante, vuelta a la marginación de la capital y su descomposición se acelera. Pero sucedió algo peor, lo que era una división económica de la provincia pasó a ser la ruptura provincial: lo que ocurre en el norte, en la Cuenca próspera, es desconocido por el sur, la Cuenca despoblada, y viceversa. Ya no era una división sierra o macha. Una navaja había partido en dos la provincia y el surco que las separaba se había convertido en un precipicio y no hay puentes que las unan. Ahora, con el cierre del tren se ha podido comprobar. No hay protesta de todos los ayuntamientos de la provincia, como ocurrió cuando quitaron el Talgo. Ahora son los del norte de la A3 los que protestan por tal felonía. A los del sur no les preocupa o incluso les puede interesar que el puerto seco de Albacete que están construyendo pueda salpicarles unos euros. Ya estamos más divididos si cabe: el norte pobre y el sur rico. Y no es una posición partidista, es una realidad objetiva. Y que se ha producido gobernado partidos de izquierda y extrema izquierda en un hecho no una elucubración.
Pero lo peor de tal traición, de tal felonía, es que el sur crece a consta de quitarle al norte. No es que sus propios medios le hagan prosperar es que hay que quitarle al norte las pocas migajas del mantel para que el sur crezca. Como ocurría con Cataluña, que quería crecer a consta de quitarle a Valencia; como ocurrió con Francia contra España: ¿repasa la historia y busca en internet quién era el Rey Felón y por qué le llamaban así?
¡Maldita sea! ¡Mi mitad se rebela contra la otra mitad! ¡Malhaya a quien robó mi sangre! ¡Malhaya!
Texto: Mateo del Pino
Sección: Desde el Hocino