Pasado el mes de septiembre de 2021 en un año atípico y extraño marcado por las restricciones de COVID-19 que condicionan nuestro día a día, septiembre es un mes que implica para numerosas personas la finalización de las vacaciones y vuelta a la rutina, aunque es una época con clima templado, aún con muchas horas de luz que invita a realizar todo tipo de actividades. Esta época del año también se identifica con la palabra cambio y planificación, cambio estacional porque llega el otoño y planificación porque durante este mes se suele organizar como ocuparemos el tiempo libre o de ocio que nos deja el trabajo o en el caso de niños o adolescentes su jornada escolar para los próximos 8 ó 9 meses.
Precisamente en los más jóvenes o pequeños vamos a centrarnos en este post. En el mes de septiembre es cuando los padres, en muchas ocasiones junto a sus hijos, programan la agenda de las actividades extraescolares como la escuela de música, la academia de inglés, informática, mecanografía, catequesis, actividades deportivas, etc.
Desde hace ya un par de décadas los niños o adolescentes pasan menos tiempo en las calles jugando e interactuando entre ellos, ya que la tecnología ha ocupado gran parte de su tiempo libre y sustituido esos hábitos por otros, algo que se hace más visible en las ciudades o grandes poblaciones. Es por ello, que una de las razones de los padres para cubrir la necesidad de ocupar el tiempo libre de los chicos o adolescentes sea con actividades extraescolares, a veces, con una agenda demasiada apretada, pero eso sería un tema para tratar en otro post. Y por otra parte, también otra de las motivaciones que conducen a los padres a llevar a sus hijos a las mencionadas actividades extraescolares sería buscando un objetivo formativo o educativo.
A la hora de elegir qué actividad vamos a decidir para los hijos entran en juego numerosos factores como los gustos e intereses personales de los padres por supuesto y sobre todo de los niños a medida que van siendo más mayores, horarios, distancia del hogar al lugar dónde se desarrollan las actividades o precios, entre otras.
El precio de una determinada actividad, precisamente, es un arma de doble filo que puede condicionar por un lado la posibilidad de decantarnos por una de ellas si es más económica que otra, pero por otro lado también tenemos la falsa percepción de darle mayor valor a las actividades que son más caras. En mi opinión, esto es algo que suele suceder con las actividades deportivas en las escuelas municipales, clubes o asociaciones deportivas. Normalmente, excepto en los deportes más elitistas, es habitual encontrarse en las matrículas o cuotas de inscripción en las escuelas deportivas un coste simbólico ya sea al mes o de forma anual. Desde mi punto de vista, aquí aparece un sesgo cognitivo que nos hace confundir los conceptos de precio y valor, muchas veces restando importancia o valor a las actividades que tienen un menor precio y viceversa. Parafraseando a Warren Buffet para llegar una definición sencilla de ambos conceptos; “el precio es lo que se paga” y “el valor es lo que se recibe”. Por ello, ¿somos realmente conscientes del VALOR DEL DEPORTE?
En este sentido, todo el mundo sabe que el deporte es positivo y saludable para la población en general y por ende para los más jóvenes, pero ¿somos conocedores realmente de sus múltiples beneficios? Para empezar la OMS recomienda al menos una hora al día de ejercicio físico entre niños de 5 a 17 años para poder desarrollar un sistema cardiovascular sano, mejorar el neuromuscular como la coordinación y control de movimientos, mantener un peso corporal saludable, favorecer el desarrollo del crecimiento de huesos y músculos o dormir mejor. A nivel de salud no sólo sería positivo para el organismo a nivel preventivo, sino según un último estudio de la Sociedad Española de Pediatría también como “la mejor medicina” para ciertas enfermedades o dolencias crónicas como la obesidad, diabetes, asma, patologías cardíacas, para trastorno de déficit de atención o la epilepsia. También hay que mencionar que el ejercicio o actividad física tiene un efecto catártico o de liberación que sirve para combatir el estrés diario que ayuda a evitar la depresión o la ansiedad, ya que el cuerpo libera endorfinas que mejoran el estado de ánimo. En resumidas cuentas, el valor del deporte en cuanto a nivel de salud, tanto física como mental parafraseando al poeta romano Décimo Junio “mens sana in corpore sano”, estaría más que justificado.
Por otro lado, también es más probable que los jóvenes que practican algún deporte sean más proclives a alejarse de conductas nocivas como el consumo de alcohol, tabaco u otras sustancias. No podemos olvidarnos, tampoco, del carácter lúdico del deporte, a fin de cuentas, es el “gancho” para que los chicos comiencen una determinada modalidad deportiva y continúen porque les divierte esa práctica.
También sirve para trabajar la inteligencia emocional, por ejemplo, para cómo afrontar la competición, como lidiar con la frustración de perder un partido o una carrera, como a la hora de interactuar con las demás personas que forman este ecosistema deportivo: compañeros, adversarios, entrenadores, árbitros, espectadores, etc... Esta interacción es un elemento socializador y favorece los vínculos de amistad entre sus practicantes.
Por último y no menos importante, la práctica de actividad física, ya sea en un deporte de equipo o individual, es un instrumento valiosísimo para fomentar valores como el afán de superación, el respeto, el compañerismo o la solidaridad. Estos valores no sólo servirán como aspecto educativo para el presente y que se puede extrapolar a cualquier faceta de la vida, sino también para la futura etapa adulta.
Como conclusión, recomendaría a los padres inscribir a sus hijos a una actividad deportiva que les estimule y favorezcan el realizarla. Y a los padres que sus hijos ya realizan cualquier tipo de deporte, que les animen y les acompañen en la medida de los posible, que no les presionen y cuando regresen de una competición no les pregunten “¿habéis ganado? Y que cambien a “¿lo habéis pasado bien?”. Por último, nunca castiguen por las malas notas privándoles a sus hijos de la actividad física. Hay que esforzarse en ser creativos y buscar otras opciones. No debemos de olvidar cual es el verdadero valor del deporte.
Texto: Fernando García Alhambra (Licenciado en Ciencias del Deporte y Máster en Educación y en Gestión de Organizaciones Deportivas)
Sección: Más que deporte