Mes de septiembre, se acabaron las merecidas vacaciones y ya estamos todos de vuelta a las aulas.
Cambio impresiones con mis compañeros y ya no hablamos de la pandemia sino de la incertidumbre en la que nos vemos sumidos por los cambios que nos impone la nueva ley educativa. Ahora pretenden que saltemos al vacío sin la formación que necesitamos para impartir nuestras clases con garantías.
Entra en vigor la LOMLOE en los cursos impares de Primaria, ESO Y Bachillerato, tenemos nuevos currículos, nuevas asignaturas y competencias como valores, memoria democrática, ecofeminismo, derechos LGTBI, matemáticas socioafectivas, el estudio de los animales como “seres sintientes” o la educación afectivo sexual para el alumnado de Primaria.
Ya no habrá exámenes de recuperación en Secundaria, la repetición será algo excepcional, los alumnos podrán pasar de curso y graduarse en la ESO sin límite de suspensos, se pasará de curso o se titulará con suspensos en Bachillerato, han desaparecido contenidos básicos como la regla de tres o los números romanos; pero lo que considero como algo crucial es que el castellano ha dejado de ser la lengua vehicular de nuestro sistema educativo.
Llega el primer claustro del nuevo curso y el equipo directivo nos comunica los cambios, pero ahí se queda todo. Apañaos como podáis, empezad el curso sin programación y ya se verá. Nos dicen que la inspección ya nos formará, pero mientas tanto a las aulas y a improvisar.
En estos momentos los docentes tenemos la sensación de estar sumidos en un tremendo caos pedagógico ya que tenemos currículos, no sabemos cómo debemos hacer las programaciones y además no tenemos órdenes de evaluación en nuestra comunidad.
¿Los alumnos están obligados a pagar las improvisaciones y las imposiciones de los que nos gobiernan? ¿Por qué tanta urgencia en aplicar la nueva ley? ¿Por qué no meditar suficientemente los nuevos currículos y dejar que el profesorado pueda prepararse para aplicar con garantía la LOMLOE?
Preguntas que por ahora se quedan sin respuesta lo que provoca un caos que la comunidad educativa no se merece, por no hablar de los libreros a los que casi se les ha imposibilitado adaptar los libros a la nueva ley.
Estos nuevos currículos por competencias requieren de dos cosas fundamentales que por ahora no tenemos: reducción de ratios e incremento de plantillas. En Castilla-La Mancha si es cierto que ya están publicados los currículos desde mediados de julio, pero no han sido acompañados de ninguna de las dos cosas, más bien al contrario, ya que se han dejado de contratar profesores respecto al curso pasado y las ratios siguen más elevadas de lo deseable y eso sin contar que somos los docentes con mas carga lectiva de todo el país.
Cuantas tertulias hablando de la nueva ley y cuantos discursos cargados de ideología, pero que poca planificación. En fin, otra vez el profesorado a sacar del atolladero al sistema educativo, como ya ocurrió en pandemia, cuando la administración nos ignora hasta el punto de que no tenemos ni siquiera regulación de la carrera docente.
La política educativa se ha convertido en propaganda de ideologías y los docentes lo único que queremos es dar clase con garantías y seguridad jurídica. Se nos piden cada vez más tareas burocráticas, que hagamos de psicólogos, de policías, de cuidadores….
Y todo esto con una escuela infrafinanciada donde la LOMLOE obliga a incrementar el gasto público educativo hasta llegar a un mínimo del 5% de PIB pero por el momento estamos en un 4,2%.
Podríamos pensar que, a pesar de todos estos inconvenientes, es una buena ley que va a solucionar en gran parte los problemas de nuestro sistema educativo. Ni mucho menos. Podría haber salido del consenso pero ni quiera se planteó una negociación de verdad. Esta ley es una imposición ideológica del gobierno que no ha hecho nada por buscar un verdadero pacto por la educación. Además, no se apuesta por la cultura del esfuerzo y lo que conseguirá será crear un marco de desigualdades y discriminación.
Después de ocho leyes educativas en democracia esta nueva se puede resumir en una máxima “prohibido aprender”. El conocimiento se ha convertido en algo sospechoso, se desprecia la necesidad de adquirirlo y se pide trasmitir afectividad. Se olvida que las pericias se tienen cuando se han aprendido conceptos, primero se aprende y luego se practica
¿Desde cuando el conocimiento es opresor? No se entiende como se le frena el paso al alumnado con menos recursos económicos para que no pueda adquirir los conocimientos que necesita y poder desarrollar trabajos mucho mas cualificados. ¿Es que no se dan cuenta que el conocimiento es liberador y se convierte en el verdadero ascensor social?
La ministra Celaá afirmaba que lo prioritario era no afectar la autoestima de los niños, de tal manera que la exigencia se ha rebajado sin atender al principio individual que también deberá ser un principio formativo.
Si nuestros hijos reciben mensajes del estilo de: “que necesidad hay de trabajar si todos vamos a llegar al mismo sitio”, ¿Cuál será el futuro que les espera?
Será cuestión de trabajar para que esto cambie.
Texto: Mario Cava
Sección: El Docente