Celebrábamos esta semana el segundo de los cafés coloquio de La Opinión de Cuenca. En noviembre recibíamos al diplomático Javier Rupérez quien bajo el título España, patria común e indivisible de todos los españoles, analizaba la Constitución, mostrándose especialmente crítico con el desconocimiento generalizado que tenemos en nuestro país sobre su contenido. El pasado martes, el protagonista fue monseñor Andrés Carrascosa, nuncio apostólico en Ecuador. En encuentro se desarrolló durante más de dos horas en el restaurante Recreo Peral y, a modo de diálogo de un conquense que vive lejos, el embajador del Vaticano en este país latinoamericano abordó numerosos temas relacionados con la actualidad, respondiendo, además, a las preguntas que formulaban los asistentes.
Monseñor Carrascosa narró sus experiencias en países en guerra, donde incluso llegó a temer por su vida, y lamentó que Europa se vea envuelta en un conflicto armado, “yo no lo llamaría guerra, es una invasión”, apuntaba. Recordó con especial cariño, la relación epistolar que mantuvieron en su momento el Papa Juan Pablo II y el ex dirigente de la Unión Soviética, Mijaíl Gorvachov y que dadas las circunstancias que hoy estamos viviendo adquiere una gran relevancia, “la Iglesia y en concreto Europa, no debía ser oriental ni occidental porque tiene que respirar con dos pulmones”, llegó a afirmar el pontífice polaco, en referencia a las diferentes sensibilidades de los países que integran el viejo continente.
El nuncio relataba cómo de cada uno de los países en los que ha estado ejerciendo su labor “he salido llorando cuando me he tenido que marchar” porque para él es imposible, según contaba, no implicarse de lleno en todo lo que le rodea cuando se traslada de un lugar a otro. Los nombres de varios dirigentes mundiales salieron a relucir durante el café, incluidos dos ex presidentes españoles, Aznar y Zapatero y también, como no, los Papas con los que monseñor trabaja muy estrechamente a quienes representa allá donde le destinan, Juan Pablo II, Benedicto XVI y en la actualidad Francisco.
Monseñor Carrascosa insistió en la importancia de la ayuda internacional para los países más desfavorecidos, pero puntualizó que no siempre es la adecuada, porque no se ajusta a las necesidades reales que quienes viven en estos lugares tienen. Abogó por tanto por “saber escuchar”, como el eje fundamental para que esta cooperación sea fructífera y extendió ese entendimiento y diálogo constructivo a todos los ámbitos de la vida como solución de problemas y también para evitarlos.
Habló el nuncio de su país de adopción en la actualidad, Ecuador, con mucho cariño, sobre todo del carácter amable y sencillo de sus gentes y avanzó que le gustaría regresar en algún momento a Cuenca, para poder llevar una vida diferente a la que ha desarrollado hasta ahora. Acabó reconociendo que, a pesar de haber vivido en cuatro continentes y haberse empapado de culturas diversas, desde las africanas hasta las centroeuropeas pasando por las americanas, sigue siendo, Andrés, la misma persona que salió de Cuenca hace años y donde regresa siempre que tiene ocasión para compartir charlas y encuentros con su familia y amigos.
Texto: AGA
Fotos: Imágenes de la charla del café coloquio con monseñor Carrascosa, el pasado 1 de marzo