En ciertos momentos se confunden conceptos. Y, quizás, llamar a aclararlos, a destapar ciertas incongruencias puede conducir a equívocos e incluso a la incomprensión de quien emprende esta misión. Pero, vaya por delante, el máximo de los respetos a todas aquellas personas que, de manera profesional o amateur desarrollan alguna actividad cultural o deportiva. Ojalá, en ambos casos, desde las instituciones se dispusiera de mejores oportunidades para la formación o de instalaciones para actividades físicas que resistieran el envite de las aguas sin que tuviéramos que presenciar ni temer, como los galos Astérix y Obélix, que el cielo caiga sobre nuestras cabezas a modo de panel del techo.
La constelación de instituciones socialistas, con ausencia del Gobierno de España, se reunían días pasados para presentar el primer Festival de Otoño que acoge la capital. Un evento que ha acumulado decenas de actividades con la pretensión básicamente de dinamizar la ciudad, incentivar el consumo y potenciar a artistas locales. Hasta aquí, para gustos los colores. En el mencionado anuncio público comparecía, como no podía ser de otra manera, el responsable de la cultura y el patrimonio local y provincial, es decir, el diputado y concejal socialista, Miguel Ángel Valero, quien lanzaba la frase de la legislatura, “con este completo programa de actividades se da continuidad a la incansable actividad cultural que estamos llevando a cabo”. Por aquello de la coherencia a la que aludíamos, vamos a recordar que el pasado mayo, por ejemplo, Valero se veía obligado a explicar públicamente, en un pleno provincial, por qué escogía entre casi medio centenar de bandas de música de la provincia de Cuenca justo a la mitad para destinarles 2.000 euros. Él mismo se encargaba de avisar incluso telefónicamente a integrantes de esos colectivos para alertarles sobre la subvención. No hay que olvidar que suprimió, también, la partida del programa Talía de la Diputación, a razón de 240.000 euros destinados a un heterogéneo espectro de grupos culturales.
En aras a esa coherencia, en junio, el máximo responsable de la Cultura provincial y local retiraba la subvención de la Diputación Provincial al festival de música FIMUC un evento que se llevaba celebrando 14 años en el incomparable marco de la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción de Beteta. Preguntado también el diputado socialista al respecto, su explicación se dirigió poco más o menos a que era injusto que este festival contara con una subvención pública porque sí. Una idea bastante particular de lo que supone la dinamización y el desarrollo cultural de los municipios de Cuenca.
Seguimos con la coherencia. Septiembre. Valero velaba por los fondos públicos a través del colectivo Cuenca Ciudad de Música. Le retiraba la subvención que venía recibiendo del Ayuntamiento de la capital, durante más de quince años, con el argumento de que tampoco eran dignos de ese dinero, como si se les hubiera regalado sin contraprestación alguna a la ciudadanía. Recordemos que el colectivo, integrado por el Orfeón y la Escolanía de Cuenca contestaban que una subvención nominativa, como la que recibían está contemplada y regida por la Ley, no es nada cuestionable ni deshonroso, máxime cuando se le devuelve a la ciudad, a modo de arte, más de la totalidad de ese dinero.
Ahora, este mes, el concejal y diputado saca pecho. La oferta cultural de Cuenca, Ciudad Patrimonio y referente nacional e internacional en áreas como la música o la pintura pasa por actividades diversas, por aglutinarlo todo y, sin complejos, llevar esta oferta al peso, nada más y nada menos que hasta la Gran Vía madrileña, como escaparate de la capital conquense. Una pregunta: ¿de verdad representa a Cuenca, a su cultura, la práctica de lacrosse en la calle Carretería al lado de las cafeterías y amenazando a quienes están allí sentados con el peligro de que la pelota acabe en sus bebidas o contra su cabeza? Con todos los respetos para este deporte, por supuesto…
Texto: AGA
Foto: Imagen del cartel anunciador del Festival de Otoño en Cuenca