Desde hace unos años, concretamente desde el inicio de esta pandemia que estamos padeciendo, nos hemos habituado a ir los sábados por la tarde a la misa de las seis a la San Felipe.
Hoy quiero hablaros de ella, de este remanso de paz que se vive en su interior y que muy poca gente visita, al menos los sábados cuando vamos mi mujer y yo a misa, pues lo más que nos hemos juntado han sido unas veinticinco personas.
Como justa reseña histórica bien merece esta iglesia un recuerdo de los tiempos en que fue fundada. Para ello me he valido de los datos adquiridos en la consulta de varios libros y en ellos he encontrado que la iglesia de San Felipe se encuentra situada a los 964 metros de altitud sobre el nivel del mar. Fue fundado este oratorio el 14 de septiembre del 1738 por los canónigos, don Álvaro Carvajal y Láncaster y su hermano don Isidro. Ese último fue elevado más tarde a la mitra de Cuenca y consagrado el día 24 de enero de 1760 por don Francisco Rodríguez, obispo de Teruel, haciendo el número cincuenta y cuatro de los que rigieron esta Diócesis.
Era don Isidro Carvajal, descendiente por línea paterna del último emperador de Méjico, Montezuma –como sexto nieto- y de los reyes don Enrique II de Castilla y don Fernando y don Juan II de Portugal, por parte de madre, siendo otro de sus hermanos, el duque de Linares y él sobrino del duque de Abrantes.
Nació en Toledo el 15 de mayo de 1703, siendo bautizado en la parroquia de San Antolín en la ciudad Imperial.
Fue un hombre sencillo. Nunca fue partidario de grandes ceremoniales, ni de gran acompañamiento ni ostentación ni uso el coche, salvo en casos excepcionales. Murió en Cuenca, el 15 de enero de 1771, siendo depositado su cuerpo en la Catedral, pero más tarde fue trasladado su cuerpo a una tribuna del Oratorio de San Felipe, donde también se hallaba sepultado su hermano Álvaro.
Durante la guerra de la Independencia, los franceses buscando las alhajas y dinero, descubrieron los cadáveres.
Es la nave de esta iglesia bastante amplia, de alta bóveda y su estilo está catalogado como barroco-valenciano. De igual estilo eran sus púlpitos, tribunas y cajonería de la sacristía.
En su altar mayor hubo una pintura de la Santísima Trinidad, obra de Francisco Preciado, en el ático, en el segundo cuerpo, hubo otra pintura de la Asunción de María, obra de Antonio González, ampos pintores lo eran de la Corte del rey Felipe V.
En una capilla existió una Piedad atribuida a Salzillo, así como otras obras de pintores importantes pero todas ellas desaparecieron con la toma francesa de Cuenca.
Se dice que construyó la restauración de la iglesia el arquitecto y gran maestro José Martín de Aldehuela.
Texto: José María Rodríguez González. Profesor e investigador histórico
Sección: Cuenca, remanso de historia