El próximo 2023 promete. Es el año en el que, según rezan de forma constante y al unísono las instituciones socialistas gobernantes, sobre todo la Junta y la Diputación de Cuenca, todos los sueños se harán realidad. Aquellas promesas con las que sus integrantes se vinieron arriba al inicio de la legislatura, hace ya más de tres años, cobrarán vida por arte de magia y a través de las palabras, lo que se traduce en que, a ocho meses de las elecciones municipales y autonómicas, toca repetir mensaje y retrasar fechas. Y vuelta a empezar.
Esta es la historia del Parque Científico y Tecnológico de Economía Circular de la Diputación de Cuenca. Un macroproyecto que anunciaba el actual presidente Martínez Chana, allá por febrero de 2020, hace más de dos años y medio. Para la ocasión, el responsable provincial se desplazaba al Palacio de Fuensalida, e inmortalizaba la ya inoperante alianza de gobiernos socialistas con la guinda unionista. En la foto para la posteridad y de izquierda a derecha, aparecían Isidoro Gómez Cavero, concejal de Cuenca Nos Une, Elena Carrasco, vicepresidenta de la Diputación de Cuenca, su jefe, Chana, el de todos, Emiliano García Page, el alcalde conquense, Darío Dolz, y, por último, Martínez Guijarro y la delegada de la Junta. Siete cargos gobernantes sonrientes ante el futuro que se avistaba para la provincia de Cuenca, aliñado con la nada despreciable cantidad de 10 millones de euros para invertir.
Ese mismo día, en la rueda de prensa que acompañaba a la instantánea, Chana declaraba que el Parque Tecnológico y Científico de Economía Circular, hay que reconocer que para nombres sonantes se las pintan solos, iba a aprovechar, textual, la potencialidad de la provincia en materia forestal y ser centro de referencia en el campo de la investigación de tratamientos de residuos. Treinta y un meses después de estas declaraciones, los recursos medioambientales conquenses siguen sin rendir todo lo que podrían y en el asunto de los residuos raya la burla que de basura hable, precisamente, el presidente de la Diputación, alcalde de Almonacid del Marquesado, que mima y protege hasta el extremo su macrovertedero de desperdicios industriales, el mayor de Europa que tanto deja que desear, precisamente, en el tema del reciclaje. Las declaraciones que en ese ya lejano mes de febrero de 2020 realizaba Martínez Chana hablaban, en relación a este proyecto, de uno de los pilares de futuro de la ciudad y de la provincia de Cuenca que no puede esperar más. Para todas las molestias que se tomaron los sietes magníficos de la fotografía en propagar sus intenciones y en vender las excelencias de sus gobiernos en conjunto, la parsimonia en ejecutar y en pedir cuentas sobre la marcha del Parque han sido más que evidentes. A día de hoy, septiembre de 2022, sobre este proyecto sólo se ciernen dos certezas. La primera, que sale a relucir de vez en cuando en los discursos del presidente de la Diputación, cuando no le queda más remedio porque algún periodista pregunta y, en segundo lugar, que, en el emplazamiento de los supuestos hechos, es decir, en el terreno en el que ya deberían de ubicarse y estar rindiendo a toda máquina empresas y empresas, generando riqueza y empleo, sólo se encuentra un desolador e inhóspito erial, sin más.
Desde el primer momento del hasta ahora malogrado anuncio, numerosas han sido las ocasiones en las que, en los Plenos de la Diputación, los representantes populares han preguntado por la preocupante evolución del proyecto. El pasado 1 de septiembre, el diputado y compañero de La Opinión de Cuenca, Cayetano J. Solana, ofrecía una rueda de prensa preguntando, básicamente, dónde se encuentra el Parque Tecnológico al que Chana se ha referido todos estos años. “Los terrenos sólo son un erial, una gran extensión de tierra en la que no se ha ejecutado absolutamente nada”, evidenciaba Solana, quien relataba también cómo Chana y su banda, apelativo acuñado por los propios socialistas, planificaban una inversión de 14 millones de euros para el actual 2022 en el mencionado Parque Tecnológico. Va para cumplirse septiembre y ni rastro del dinero. Claro, que para hablar de millones y millones y también de la creación de cientos y cientos de trabajos que jamás llegan, los socialistas se pintan solos. Y si alguien si les sigue creyendo después de tantos años de repetición de patrón, el problema no radica sólo en el emisor del mensaje…
Mientras las parcelas del Parque Tecnológico de Economía Circular amarillean con los calores del reciente verano, las cuentas corrientes de los ciudadanos de a pie enrojecen. Y en las empresas no cuadran los números. Cualquier parecido con aquellos maravillosos años previos al 2020 es ciencia ficción. Los precios y costes de todo, para qué vamos a andar con especificaciones, están por las nubes. Aunque la Diputación se empeña en afirmar que hay varias empresas interesadas en el Parque fantasma, aún no ha trascendido ni un solo nombre. En julio de 2020, el alcalde de Cuenca, Darío Dolz, se enfundaba su particular traje de superhéroe y anunciaba a la ciudadanía lo que tras el tiempo transcurrido solo cabe calificar de trolas, que la empresa Siemens Gamesa no iba a cerrar y que continuaría su actividad en el Parque Tecnológico de la Diputación. Septiembre de 2022, ni una cosa ni la otra,
En poco menos de un suspiro han pasado ya, prácticamente, los generosos cuatro años regalados a la alianza de gobiernos socialistas para levantar Cuenca y su provincia. Miremos a nuestro alrededor. De la capital, ni hablamos. Y del resto de los municipios, cada vez menos servicios básicos, empresas y trabajo. Eso sí, nos han dejado sin tren, con autobuses inoperantes, el AVE por las nubes y el estado de las carreteras por los suelos. Pero los socialistas seguirán prometiendo y malgastando el dinero público. Lo llevan en el ADN…
Texto: AGA
Imagen: Ni atisbo del Parque Tecnológico en los terrenos destinados a acogerlo