Varios son ya los meses en los que diversos colectivos de trabajadores de la Diputación Provincial de Cuenca llevan mostrando públicamente, cartel reivindicativo en mano, sus peticiones de mejoras laborales. Tras agotar la vía lógica, la que dicta que este tipo de asuntos han de plantearse por los cauces pertinentes y discretos de la negociación interna, la frustración y el enfado ha impulsado a nuestros protagonistas a acudir a los plenos que se celebran en la institución los últimos miércoles de mes para hacerse ver y oír por quienes, en definitiva, tienen en sus manos la respuesta a los problemas que plantean que no son otros que los actuales gobernantes.
A los plenos de la Diputación, hasta hace alrededor de un mes, podía accederse libremente. Son públicos y cualquier ciudadano tiene derecho a acudir al Salón en el que se celebran situado en la primera planta del edificio. Salvo alguna ocasión excepcional, confinamientos y que el salón se encontrara abarrotado en época de prepandemia, ningún presidente de la Diputación ha decidido nunca blindarse ante la presencia de público en el Palacio y hacer alarde de una clara irresponsabilidad y cobardía que no le permite, ni escuchar a los trabajadores, ni verlos, ni tampoco leer lo que en sus pancartas, algunas a través de la genial Mafalda, tienen que decirle. Tampoco se digna a recibirles en su despacho.
Los miércoles de pleno en la Diputación se cierra la valla. Por orden del actual presidente, Martínez Chana, en los dos últimos meses, el personal de seguridad tiene la obligación de no dejar pasar ni tan siquiera a los jardines del edificio a colectivos como por ejemplo el de los gerocultores de la Residencia Provincial. Esto ocurría el pasado miércoles, 26 de enero. Otros compañeros tuvieron más suerte y lograron llegar hasta la espléndida escalinata, pero su ascensión acabó en la puerta principal. Los hubo más osados, se plantaron hasta las mismísimas puertas del Salón de Plenos, pero de ahí no pasaron. El personal eventual de Chana realizaba el correspondiente blocaje mientras un par de policías nacionales, paseaban por los nobles pasillos de la casa. Eso sí, todo hay que decirlo, gran mérito y valentía el que demostraron siete operarios que, hábilmente, lograron sortear el férreo marcaje de los actuales gobernantes y que discretamente ocuparon parte de los asientos del Salón de Plenos.
Democracia, diálogo, igualdad, libertad, desarrollo, respeto… y decenas y decenas de palabras de este calibre, emanan un día sí y otro también de las bocas políticas de los diputados socialistas provinciales y de su jefe, el alcalde de Almonacid, Martínez Chana de cara a la galería en sus actos públicos. Esto que ocurre en la Diputación, el cierre de la valla los miércoles de pleno, nada tiene que ver con el COVID, no nos engañemos, y sí con la intolerancia, el sectarismo y la cobardía de quienes saben que no están a la altura de su cargo, gobiernan de espaldas a la sociedad y huyendo de los trabajadores que tiene bajo su techo. Ver para creer.
Texto: AGA
Fotos: Imágenes de las diferentes concentraciones de trabajadores de la Diputación