Las rosas en sus troncos se secaron,
los lirios blancos en su tallo erguidos
secáronse también,
y airado el viento arrebató sus hojas,
arrebató sus hojas perfumadas
que nunca más veré.
Otras rosas después y otros jardines
con lirios blancos en su tallo erguidos
he visto florecer;
más ya cansados de llorar mis ojos,
en vez de llanto en ellos, derramaron
gotas de amarga hiel.
Esta semana, la melancolía quiso que mi paseo diario me llevara hasta Mangana, que tantas horas de juegos de mi infancia esconde. La pena de lo que contemplaba, trajo a mi memoria estos versos de Rosalía de Castro. Ni rosas ni lirios, ni aquel olor de mi infancia, olor a leña que ardía en los hogares, a polvo levantado por los juegos de la chiquillería y de algún que otro partidillo de los seminaristas… olor a ciudad viva. Mangana y su barrio del Alcázar tenía vida, tenía aplomo, pero, sobre todo, era mi barrio.
Llego hasta las murallas del Alcázar por la Plaza del Carmen. Me paro, contemplo e intento comprender lo que veo. ¿Departamentos a medida para almacenes municipales de vallas al aire libre? Vallas protegidas por vallas… ¿vallas de gran valor? No entiendo este entramado vallístico.
Y continúo bordeando la muralla en mi ascenso lento hacia Mangana. Curioso el cerramiento que en esta zona me encuentro… En este caso se trata de malla de simple torsión, que, desgraciadamente, y gracias al incivismo y alta dosis de marranería de algunos viandantes que por allí pasan, se está convirtiendo en un basurero. No, no hay rosas, ni lirios, ni otra vegetación fruto de un razonado estudio paisajístico, ¿para qué? A lo mejor es que lo que ahora se lleva es el modelo desidioso del libre crecimiento vegetal.
Sigo con mi ascenso y llego a la zona del aparcamiento. ¿Cuánto hace que se “terminaron” las obras? ¿Por qué los muretes carecen de coronación? No sé si es que nunca estuvieron coronados, o es que con el “paso de los siglos” se ha perdido dicho remate.
¿Y qué decir de la musealización de la zona? La condensación en el interior impide la visión correcta desde fuera. Las hierbas, matujos y plantas con hasta porte arbóreo han crecido en su interior… ¿Es que no hay un plan de mantenimiento de esta infraestructura? ¿Qué sentido tiene esta inversión si no se cuida y los ciudadanos no la pueden disfrutar?
Y sigo viendo vallas y más vallas, muchas sin un aparente sentido en el lugar en que se encuentran, papeleras medio caídas en la calle Alcázar, restos de muralla invadidos por hierbajos… ¡¡Ay!! ¿Pero y cuándo corono la Plaza de Mangana? ¿Qué tipo de broma es el enlosado del suelo? A lo mejor es que ha habido una lluvia de meteoritos y yo no me he enterado… Huecos acristalados en el suelo para contemplar… ¿el qué? Iluso de mí, yo esperaba ver algún resto de la que fue sinagoga de Cuenca y posteriormente, la iglesia de Santa María de Gracia… pues no, debe de ser una especie de invernadero para plantas autóctonas silvestres. Pero si levantas la vista, lo que ves no es menos desolador, cables colgando por el, que, a pesar de todo, es uno de los rincones más hermosos y evocativos de mi ciudad. La belleza de Cuenca intenta doblegar y enmascarar toda la cantidad de latrocinios cometidos contra su esencia y contra sus señas de identidad. Cuenca Patrimonio de la Humanidad… ¿patrimonio de qué?
De mis ojos cansados por el paso del tiempo ya no brotan lágrimas. De mis ojos cansados por el paso del tiempo, al no reconocer casi la ciudad que me vio nacer, brotan gotas de amarga hiel.
Texto: La Opinión de Cuenca
Fotos: Galería de imágenes de la zona de Mangana