Quienes vivimos en el Casco mantenemos una relación de camaradería. Como barrio que es nos ayudamos unos a otros, pidiendo consejo de esto o aquello y, de paso, departimos un poco. Hace unos años tuve que recurrir a un vecino arquitecto para que me diera solución al desprendimiento del balcón que da a la Hoz. Con unas grapas se pudo sujetar manteniéndose hasta ahora, que ha vuelto a vencer y que se precipitará roca abajo si no se remedia. Le volví a llamar y vino en seguida a la hora del café, que saboreamos mirando las rocas que nos vieron crecer. ¿Cómo lo ves? le pregunté. Sonriendo me contestó: El balcón está como Cuenca, al borde del precipicio, en una situación dramática. Era inevitable que hablásemos de la ciudad, de sus más y sus menos, de su historia y sus políticos. Me hizo entonces una reflexión muy interesante que quiero compartir contigo. Al hablar del bipartidismo me señaló que, desde su punto de vista, la alternancia es sana y que la hegemonía de un mismo partido no es nada buena. A quien vende la idea de que lo mejor y más beneficioso para Cuenca es que coincidan el mismo partido político en el Gobierno Nacional, la Junta, la Diputación y el Ayuntamiento, le contesto que no. Que no es verdad. Es una autentica mentira y a los hechos me remito. Es cierto que el Ayuntamiento, dado su lamentable estado económico, necesita de una administración superior, pero nada más lejos de la realidad que la alienación de un solo partido beneficie a la ciudad. Sobre todo si es el PSOE. En el PP todavía no se ha dado, así que no podemos juzgar, pero cuando el PSOE ha controlado todas las administraciones, el resultado para Cuenca ha sido catastrófico. Veamos dos casos concretos que han socavado la economía conquense. El primero, la unión de las Cajas de Ahorro. Cuando, para salvar a las arruinadas de Toledo y Albacete, el PSOE se apoderó de la saneada y beneficiosa Caja de Cuenca y Ciudad Real. Ya sabemos el resultado final: todas a la ruina. El coste de tal fechoría fueron multas a Hernández Moltó de 29.970 € y a Ildefonso Ortega de 115.000 €. Bono y demás consejeros no fueron ni juzgados. Barato salió el derribo. El segundo hecho crucial se acaba de producir: el cierre y desmantelamiento del tren convencional. El resultado va a ser catastrófico, las ciudades limítrofes van a crecer y Cuenca entrará en una devaluación continua. ¿Y qué tienen en común ambos hechos? La respuesta es sencilla: ambas acciones se produjeron cuando las cuatro administraciones las gobernaba el PSOE. Fueron realizados por un PSOE en solitario, sin contar con la oposición de ninguna administración. Los dos robos más importantes que han traído la ruina a la ciudad los ha llevado a cabo la prepotencia de un partido único, autoritario y sectario. No hay ningún argumento objetivo de que sea bueno para Cuenca que el PSOE dirija todas las administraciones. A lo mejor a Albacete o Toledo les puede venir bien, no lo sé, pero para Cuenca ha sido terriblemente perjudicial, y esto es una certeza. Y no quiero hablar de la ubicación de la estación del AVE, que fue una decisión unilateral del gobierno de Bono con el beneplácito del alcalde Ávila, en la que ni Diputación (entonces del PP) ni el Estado (entonces del PSOE) pudieron opinar. Pero en las anteriores sí.
Me quedé sin palabras. El culín de café se me quedó frío. Tuve que romper el silencio con el motivo de la visita: ¿qué hago con mi balcón? Me volvió a contestar sonriendo: las soluciones son las mismas que te doy para Cuenca. Dado que las grapas han sido insuficientes te doy dos opciones, o te resignas a ver el balcón en el río o pones unos largos zunchos levantando todo el suelo de la casa, lo que te va a costar un dinero. Tú eliges.
Texto: Mateo del Pino
Sección: Desde el hocino