Cuenta la leyenda que hubo una vez un rey tan malvado, que quiso engañar a los dioses ofreciéndoles en una cena a su propio hijo. Los dioses se dieron cuenta y castigaron a este rey, llamado Tántalo, al infierno, donde permanecería colgado de un árbol y cuando tuviera hambre, las ramas con frutos se separarían y cuando tuviera sed, las ramas le alejarían del agua. Los dioses recompensaron al hijo sacrificado, Pélope, devolviéndole la vida y una gran belleza.
Esta leyenda puede apreciarse en el mosaico de la villa señorial romana de Noheda, cerca de Cuenca. Merece la pena verla.
Está tan confuso el panorama patrio que hay que refugiarse en leyendas, para evadirse. Pero esta leyenda dice que el malvado no se puede evadir de su destino. Que el que la hace la paga. Que no todo vale.
Seguimos con la historia de Pélope, que siendo rey se enamoró de Hipodamía. Su padre, rey de Pisa, para evitar que se casara, retaba a los pretendientes a una carrera de caballos sabiendo que el tenía los mejores, y que acabaría matando con su lanza al pretendiente vencido. Pero Pélope era un superviviente. La pareja engaña al auriga, Mirtilo, para que traicione al rey, que muere al ser arrastrado por los caballos. Cuando Mirtilo quiso cobrarse la deuda, le arrojaron a un acantilado, pero antes maldijo a la pareja.
Vamos, que puedes engañar a mucha gente durante mucho tiempo, pero al final, se te acaba viendo el plumero. Imagino que no hace falta reseñar lo que está pasando, la polarización de la sociedad en el momento actual. No nos merecemos esto. No se puede desprestigiar al poder judicial, ni a la policía, ni hacer leyes sin contar con expertos, ni gastar el dinero de todos en campañas publicitarias penosas sin mirar los problemas reales de la gente, porque por mucho que digan, la cesta de la compra, el combustible y las facturas de luz y gas nos están empobreciendo.
La historia del bello Pélope, de donde viene el nombre de Peloponeso, nos viene a decir, que no es una excusa para hacer lo que te de la gana, que tus comienzos fueran duros y que no se puede pactar con el diablo para mantenerte en el poder. Los hijos de este Pélope e Hipodamía sufrieron la maldición. Aquí vamos a estar pagando la fiesta varias generaciones venideras.
Los romanos no sólo nos dejaron joyas arquitectónicas como Noheda, también nos dejaron las bases del clientelismo. 100 años antes de Cristo los romanos ya eran una verdadera democracia, y para evitar que fueran críticos con los gobernantes les daban trigo y espectáculos gratis. Les aborregaban. Inventaron una forma de comprar el poder que es muy popular en este país.
En fin, llega la Navidad y a pesar de los malos augurios, seguimos teniendo luces en las calles y gas, aunque a precios imposibles. En el fondo nos gusta el circo porque, si lo piensas bien, y como decía el grabado de Goya, el sueño de la razón produce monstruos. Felices Fiestas.
Texto: Cristina Guijarro. (Neuróloga y Profesora universitaria)
Sección: Relatos de pandemia