La dominación de la naturaleza por parte del ser humano provoca que determinados tramos de los ríos sean modificados a su antojo para sacar provecho de los mismos. La energía eléctrica dio paso a la aparición en el Júcar de molinos harineros, herrerías y martinetes para la fabricación de calderos de cobre, fábricas de papel y luz así como batanes. Alrededor de un centenar de artilugios hidráulicos están catalogados en la provincia de Cuenca gracias al estudio realizado por la Unidad de Investigación ESTEPA (Estudios del Territorio, Paisaje y Patrimonio). Un grupo de trabajo que fue fundado en 1998 por el profesor, Jorge Hermosilla, y que nació en el seno en el Departamento de Geografía de la Universidad de Valencia. El gran esfuerzo que realizó, junto a José Serrano y Miguel Antequera, para que estas infraestructuras no cayesen en el olvido se plasmó en la publicación del libro Regadíos tradicionales, patrimonio y paisaje en el Alto Júcar conquense.
El patrimonio hidráulico es “bastante desconocido para el público en general, pero nosotros llevamos muchos años trabajando en este campo y sabemos lo que nos vamos a encontrar en un río como el Júcar que atraviesa la provincia de Cuenca”, afirma Hermosilla. En su día, crearon un sistema de evaluación propio que les permite identificar el valor patrimonial de cada elemento que “estudiamos, pero hay que tener en cuenta que es una metodología propia que hemos diseñado y mejorado con el paso de los años”. Uno de los primeros pasos que llevan a cabo es analizar los sistemas de regadíos tradicionales, los paisajes resultantes de los mismos y también “los elementos hidráulicos que van a apareciendo durante el curso del río”. La catalogación realizada hace unos años abarca desde su nacimiento en el término de Tragacete, en la vertiente meridional del cerro San Felipe, y finaliza en la presa de Alarcón, en cuyo embalse quedaron sumergidos al menos ocho molinos harineros, un batán y una fábrica de luz.
Abundancia de molinos
Lo que más abundaba en ese tramo en concreto del río eran los molinos con un total de sesenta y seis, cinco fábricas de luz y otros cinco batanes, cuatro herrerías y varias fábricas de papel. Cuenca capital destaca por encima de todas las poblaciones con una veintena de esos artefactos hidráulicos, pero también aparecen en la lista poblaciones como Las Valeras, Fuentes, Mariana, Valdemeca, Valverde de Júcar o Villar de Olalla. Según el estudio realizado, están en buen estado el Molino de Huélamo, la Central Hidroeléctrica de Villalba-La Toba, el Molino de Juan Romero en Beamud, o los molinos del Marqués y de la Torre en Mariana.
En las inmediaciones de la capital conquense aparece la Central Hidroeléctrica Las Grajas-Eléctrica Conquense, S.A, la Fábrica de Luz el Batán, el Molino de San Antón y la Fábrica de Luz así como la Central hidroelétrica ‘El Castellar’, cerca de la localidad conquense de Mota de Altarejos. Hermosilla señala que llevan más de veinte años estudiando de forma detallada otros ríos no sólo de la provincia de Cuenca sino que también “hemos trabajado especialmente, por ejemplo, en Valencia, Albacete, Teruel e incluso en el extranjero como en Túnez”.
Texto: Antonio Gómez
Fotografía: Instalaciones abandonadas en La Aceña en San Lorenzo de la Parrilla (Fuente: Antonio Gómez)