El linaje y grandeza tanto de hidalgos como de nobles queda reflejado en el abundante patrimonio heráldico pétreo que se asoma a las fachadas de castillos, palacios y viviendas. Escudos y piedras armeras sobreviven al paso del tiempo como muestra de la importancia que adquirieron las localidades desde hace siglos. Los turistas sólo tienen que pasear por las calles de numerosas localidades conquenses y alzar la mirada para contemplar estos símbolos del poder de las familias que habitaron esas viviendas. Cuenca, Belmonte, Uclés, Alarcón, San Clemente, Huete, Villaescusa de Haro, Moya, Tarancón o Castillo de Garcimuñoz, son un claro ejemplo del uso heráldico a lo largo de la historia.
La importancia de conservarlos quedó plasmada ya en el Decreto 571/1963, de 14 de marzo, sobre protección de los escudos, emblemas, piedras heráldicas, rollos de justicia, cruces de término y piezas similares de interés histórico-artístico. En el mismo se establecía que los propietarios, poseedores o usuarios de estos bienes, cuya antigüedad fuese de más de cien años, no podrían cambiarlos de lugar ni realizar en ellos obras o reparación alguna sin previa autorización del órgano competente en materia de patrimonio.
Su cuidado quedaba encomendado a los propios ayuntamientos, los cuales serían los responsables de su vigilancia y conservación, debiendo poner en conocimiento cualquier infracción de las normas vigentes sobre la materia, a fin de que se puedan dictar las resoluciones pertinentes. Desde entonces, numerosas iniciativas se llevaron a cabo para preservar este patrimonio heráldico pétreo y una de las últimas tuvo lugar recientemente en Castillo de Garcimuñoz. En el marco de la celebración del VII Centenario de la Concesión del Privilegio de villazgo a la localidad conquense se celebró el acto de presentación del libro titulado La heráldica en Castillo de Garcimuñoz.
Los académicos numerarios de la Real Academia Matritense de Heráldica y Genealogía, Ernesto Fernández-Xesta y Vázquez; José María de Francisco Olmos y José Antonio Vivar del Riego, son los autores de este volumen que cuenta con el respaldo, entre otros, del Ayuntamiento así como del escritor, Miguel Salas Parrilla. La portada principal del Castillo, en la calle Corredera, acapara todas las miradas ya que en la parte superior se encuentra el escudo de Castilla, pero hay otros dos inferiores que forman parte de un conjunto de tres. Los turistas también podrán contemplar otro de considerables dimensiones que se encuentra en el ábside de la Iglesia del Convento de los Agustinos, que fundó el propio don Juan Manuel.
La Casa de Ignacio García Malo (1760-1812) también cuenta con un escudo importante y en el mismo hay una leyenda que todo parece indicar que dice Absit gloriari, nisi in cruce domini (“Lejos de mi esté gloriarme sino en la cruz…”), que es una abreviación tomada de la Biblia de la Carta de San Pablo a los Gálatas. En sus más de ciento veinte páginas se hace un extenso recorrido por el amplio legado de piedras armeras, escudos heráldicos y otras manifestaciones heráldicas que pueden contemplarse en sus calles. La Casa de los Poveda, de los Pinuaga, de los Araque o de los Melgarejo, entre otras, tienen su hueco destacado en el libro ya que sus escudos adornan sus fachadas desde hace siglos.
Texto: Antonio Gómez.
Imagen: En la portada principal del castillo de esta localidad conquense se contemplan varios escudos de gran importancia. (Antonio Gómez)