En tal estado continuó sin cesar el ataque cuarenta y ocho horas, hasta que en la noche del 15 dispuso S.A. que el señor brigadier Villalaín quien, con un valor sin igual, había sostenido por dos días enteros la posición del alto arrabal, se retirase, dejando allá cuatro compañías; y que con el apoyo de los batallones 1º y 2º del Maestrazgo, que llegaron de refuerzo, pasase al arrabal de la Carretería, y por aquella parte tomase por asalto y a toda costa la ciudad mientras se simulaba igual ataque por otros puntos.
A las cuatro de la madrugada dio principio tan arriesgada operación y nuestras heroicas tropas fueron ganando terreno a fuerza de audacia y valor. Tales eran las dificultades con que tenían que luchar, que, no obstante su decisión, adelantaban poco, cuando a las once del día 15, haciendo un supremo esfuerzo, gran número de nuestros bravos voluntarios provistos de zapapicos consiguieron atravesar el barranco por la derecha del puente de Valencia y penetrar en las primeras casas del 2º recinto.
Era ya éste el último baluarte del enemigo y en él concentró todas sus fuerzas, haciendo una tenaz resistencia en las calles erizadas de barricadas y en las casas que defendía una tras otra, causándonos con el mortífero fuego, que a cubierta nos hacía, numerosas bajas. ¡Inútil empeño! Nuestros voluntarios, en vez de intimidarse, se enardecieron ante tan porfiada defensa, y a pesar de las desventajas en que combatían fueron ganando terreno, tomando las casas una a una y obligaron al enemigo a retirarse al castillo y refugiarse en sus últimas trincheras. Consiguió, por fin, tanto valor su justa recompensa porque a las tres de la tarde, agotados ya los medios de resistencia, enarboló bandera blanca la guarnición enemiga y pidió cuartel el gobernador militar de la plaza. Fuele concedido enseguida y, rendida la ciudad, penetraron inmediatamente en ella S.S. A.A. en medio de las entusiásticas aclamaciones de las tropas reales.
No puede ocultarse a la alta penetración de V.E. la importancia militar de esta victoria, conseguida sobre una capital de provincia distante dos jornadas de Madrid, tenazmente defendida por numerosa y bien provista guarnición y combinada operación auxiliar de las columnas de Aragón, Valencia y Castilla. Europa entera, en vista de esto, dará a la misma la importancia moral que se merece, contemplando a S.A. tranquilamente alojada en su nueva conquista por espacio de tres días, ordenando la demolición de las fortificaciones, nombrando nuevo ayuntamiento y dictando disposiciones convenientes al mejor servicio de la causa del rey.
Las ventajas materiales son también, Excmo. Sr., grandes. Consisten en haber cogidos prisioneros al brigadier gobernador, cuatro jefes, veinticinco oficiales y quinientos soldados del Batallón Reserva de Toledo; dos fuertes escuadrones, uno de Lanceros de España y otro de Carabineros; veintiséis caballos de la Guardia Civil con su cargamento y equipo, y toda la Milicia Nacional: en suma, dos mil doscientos hombres. Cogimos, además, las cuatro piezas rayadas de batalla de a ocho, quinientos treinta proyectiles Knupp, trescientos setenta y siete botes de metralla, quinientas sesenta y nueve espoletas, veinte cajones de cartuchos de granadas, todo el armamento de la infantería, consistente en setecientos fusiles Remington y unos mil quinientos Mauser, quinientos mil cartuchos Remington y otros efectos de guerra y estancados por la hacienda.
Tantas ventajas han sido alcanzadas con pérdidas relativamente pequeñas, pero no por eso menos sensibles. Tenemos que lamentar la muerte del valiente comandante D. Julio Segarra, dos oficiales de Zuavos, un teniente de artillería y veinticuatro voluntarios. Y, además, han sido heridos cinco oficiales y cincuenta voluntarios. Las del enemigo, cuya cifra ignoro, será considerable.
Fáltame expresar a V.E. que las disposiciones dictadas por S.A. el infante general en jefe, han sido secundadas con el mayor acierto y decisión por el intrépido brigadier señor Villalaín, que dirigió el asalto, así como por los señores jefes, oficiales y voluntarios de todos los cuerpos, quienes se han conducido con un valor y entusiasmo que raya en lo heroico.
S.A.R. se complacerá en premiar convenientemente los buenos servicios de unos y otros con arreglo a las facultades extraordinarias y especiales que le han sido concedidas por S.M. el rey, su augusto hermano que Dios guarde.
Cuartel General de Cuenca, 17 de julio de 1874.
El Gral. Jefe de Estado Mayor interino:
Cayetano Freixas.
Excmo. Sr. ministro de la Guerra
F I N
Foto: La guerra en España: La toma de Cuenca (Imagen de la revista “The Illustrated London News”, Vol. 1, enero-diciembre de 1874, pág. 109)