La Opinión de Cuenca

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Ríos de Cuenca y Presa de Cristinas: ayer, hoy, ¿mañana?

Actualidad


En los años 60 muchos de nosotros éramos niños y recordamos aquellas tardes de verano en el río Júcar en las inmediaciones de Cuenca a las que íbamos, sin caña, con nuestras manos y unos simples arreos a pescar. Cuando uno llegaba al puente que había entonces, que le llamábamos "de Madera", "de las Tablas" o "de Cubells", se perdía la vista en la lejanía una línea de pescadores con caña, en ambas márgenes, a mano derecha y a mano izquierda, separados 30 o 40 metros unos de otros y, si uno se acercaba a ellos, observaba que también tenían puestas las lamparillas en el río para la captura del, hoy extinguido, cangrejo de río que nosotros, los niños, cogíamos a mano en las aguas bajas del propio río. Entre cabezotas, bogas, molineros, algunos cangrejos y alguna trucha que, de vez en cuando, caía furtivamente, los críos llevábamos a casa la cena veraniega. Pero el deleite del lugar no se quedaba sólo en la pesca: aquel Júcar era lugar de juego, baños y meriendas familiares a la sombre de los pinos. Cuando pasaba el verano y se enfriaban las aguas, la pesca continuaba, aunque en momentos y lugares puntuales; entonces se pescaba con gusano blanco la rica "luina" que se aglomeraba en algunos lugares. Por entones, algunos pescadores con medios iban lejos a pescar la trucha común, en coto o en régimen abierto, a lugares que hoy son objeto de leyenda por la cantidad y calidad de las capturas: Tragacete, Huélamo, "Los Cortaos", Villalba, Valdemeca, el Escabas de Priego,.. y, como no, "Cristinas" en el río Cabriel. En aquellos lugares se podía llenar una nasa con bravísimas truchas de distintos tamaños, exquisitas al paladar.  Eso se fue repitiendo año tras año, en la década de los 60 y 70, sin que pudiésemos imaginar que podía existir un final de todo aquello.

Fueron pasando los años. Quedaron atrás las décadas de los 60, 70; pasó la de los 80; llegó la década de los 90 y era palpable que los ríos habían cambiando: aquellas ovas del río de verde brillante cambiaban su color a un ocre mortecino, los insectos que surgían y saltaban sobre ellas iban desapareciendo, las piedras ahora estaban cubiertas por una especie de baba marrón y los nidos de gusarapas que había sobre ellas no existían. En medio de ese feo panorama, los peces, antes abundantes, también desaparecían. Ejemplos se pueden poner muchos y como muestras de todo aquello el mismo río Júcar a su paso por Cuenca o ese mismo río, kilómetros aguas arriba, a su paso por Tragacete ¿Por qué esos cambios? Sin olvidar los efectos que sobre campos y ríos han tenido algunos fitosanitarios, es un hecho que esos cambios se produjeron de forma paralela a las convenientes actuaciones de saneamiento en los pueblos que se hicieron en la década de los 80 y 90 y el vertido de aguas residuales en los cauces sin una depuración adecuada y necesaria si se quiere tener un medio ambiente sano, aunque esa depuración no sea fácil ni barata. 

Todo ese deterioro lo han sufrido nuestros ríos en distinto grado y forma. Entre ellos, el Cabriel. En el Cabriel hay un viejo testigo de lo sucedido en esas décadas y en muchas más décadas anteriores y que, hoy, incomprensiblemente para muchos de nosotros, se pretende eliminar: La Presa Cristinas. Cristinas tiene 200 años de existencia y ha visto muchas cosas: ha visto como los pescadores por el día sacaban hermosas truchas en las oxigenadas aguas de sus pies, ha visto como por la noche las nutrias se atracaban con el mismo manjar, ha visto barbos y bogas, ha visto puntualmente grupos de incontables loinas aguas arriba y aguas abajo de ella y que, hoy, en estos locos tiempos, algunos iluminados del ecologismo culpan a ella misma, ¡pobre anciana!, de su extinción. 

Después de 200 años, la demolición de la anciana presa parece tener su fundamento legal en la aplicación de contenidos de una Directiva de la Unión Europea del año 2000 (1) en la que se fijaban unos objetivos medioambientales para las aguas superficiales. Esos objetivos medioambientales fueron traspuestos (2) a la legislación española en el 2003 con el siguiente contenido "Proteger, mejorar y regenerar todas las masas de agua superficial con el objeto de alcanzar un buen estado de las mismas".

Pues bien, los gestores actuales de las administraciones públicas y sus técnicos deben tener en cuenta: 1º.- que con la demolición de Cristinas no se va a mejorar la calidad de esas masas de agua superficial (sería comprobable); 2º.- si se quiere mejorar esas masas de agua lo que deben hacer es depurar adecuadamente todas las aguas vertidas desde los núcleos poblacionales a los ríos y, también, estudiar los efectos  fitosanitarios que se han venido usando en la agricultura y en las explotaciones forestales buscando otros compuestos compatibles con el mantenimiento de la biodiversidad; 3º.- los hechos de la propia historia de la fauna en los ríos de Cuenca, que incluye a la luina, demuestran que la presencia de la presa de Cristinas es independiente de la extinción de esa especie (habrá que buscar las causas reales y, una vez conocidas con seguridad, se podría empezar el intento de conservar esa especie); 4º.- si se desease que el tránsito de fauna se produzca a través de Cristinas, el mantenimiento de la Presa Cristinas es compatible con la generación de obra de paso para que ese tránsito se produzca; 5º.- supone la eliminación de un paraje de belleza paisajística y de un bien de potencial interés cultural ya que se trata de una realización de ingeniería que tiene interés histórico, etnográfico, técnico y social; 6º.- no va a conseguir el objetivo medioambiental pretendido y, por otra parte, tiene un costo económico y social que va a ser infructuoso, cosa que va en contra de los principios de eficacia, eficiencia y economía que deben regir en la actividad administrativa. 

Por último, un apunte de historia administrativa en relación con el medio ambiente. En las décadas de los 60 y 70, la gestión administrativa de esos ríos en la provincia y en el Estado (entonces no existían las comunidades autónomas), eran llevadas por Ingenieros de Montes, formados en las Escuelas Especiales de aquella época. Cuando se iba a producir una regulación legal sobre pesca o caza, aquellos gestores, en un ejercicio de respeto y fe en la experiencia humana sobre unas determinadas artes, se dirigían a algunos pescadores y cazadores que tenían cierta fama, los cuales ofrecían su parecer. Algunos de nosotros recordamos, y hemos tenido en nuestras manos, aquellas cartas que recibieron nuestros padres pidiéndoles su punto de vista sobre las regulaciones que se pretendía llevar a cabo. Actualmente, algo sustitutivo de esas consultas, es el Consejo Asesor de Medio Ambiente (3) que introdujo el Gobierno Socialista de J.L. Rodríguez Zapatero. Pues bien, resulta incomprensible, desde el punto de vista de los fundamentos del derecho administrativo español actual, que en dicho Consejo no están representados ni los pescadores ni los cazadores (que entre ambos superan de largo el millón de licencias) y sí lo están los ecologistas y con ¡4 miembros! (sin tener más allá de 200.000 asociados oficiales en total), ¿por qué será?... El resto del Consejo son sindicalistas, agricultores y algún empresario. Está claro que estos son otros tiempos, otros gestores, otras gentes, otros campos, otros ríos... 

Texto: CASDENATU (4)

Imagen: niños bañándose en un verano de los años 60. Al fondo Puente de las Tablas o de Cubells. Lugar de juegos, baños y pesca.

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(1) Directiva 2000/60/CE del Parlamento Europeo y del Consejo de 23 de octubre del 2000 por la que se establece un marco comunitario de actuación en el ámbito de la política de aguas.

(2) Art. 92-bis-b) Ley 62/2003 de 30 de diciembre.

(3) Art. 19 de la Ley 27/2006 de 18 de julio de participación ciudadana en materia medioambiental.

(4) La Asociación Castellana de Defensa, Uso y Disfrute de los Recursos Naturales (CASDENATU) está formada, en su mayor parte, por gentes nacidas entre finales de los años cincuenta y la década de los sesenta; sus miembros, aunque de manera no exclusiva, son aficionados a la caza y la pesca; en consecuencia, su perspectiva histórica sobre lo acaecido en los campos y ríos conquenses va desde entonces hasta hoy y comprende la evolución de la cantidad y calidad de la biodiversidad en nuestros campos y ríos.

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