Ningún rincón de la ciudad está a salvo de sufrir el vandalismo de aquellos que deciden ensuciar y desvirtuar los edificios a base de pintura. En el centro, la periferia, los espacios naturales, incluso monumentos… Sigue, por supuesto, faltando conciencia cívica, pero también, y sin duda alguna, medidas tanto disuasorias como de limpieza de esas fachadas agredidas.
Ya abordábamos este tema hace unas semanas. El Ayuntamiento de Cuenca no solo ha dejado pasar casi cuatro años mirando para otro lado, ignorando las pintadas, sino que, incluso, y ayudado por el dinero público de otras administraciones como Diputación y Junta de Comunidades, ha llegado a subvencionar talleres para que los jóvenes se iniciaran en el noble arte de pintarrajear, sobre todo, locales comerciales. En el aclamado Festival de Otoño en Cuenca, el pasado mes de octubre, sus organizadores dedicaron dos jornadas de la mano de Phill Willer y Trazos para iniciar a quien quisiera en la noble tarea del arte urbano. ¿Se consiguió enseñar y concienciar de que ese tipo de arte no son pintadas? ¿O se logró el efecto contrario, es decir, animar a cualquiera a entregarse a afear edificios?
En febrero de 2023, a tres meses de las elecciones el Consistorio parece que se daba cuenta del problema. Después de consentir que la ciudad haya acelerado su deterioro, impulsada por las pintadas, el alcalde, Darío Dolz, va a acercarse tímidamente a limpiar, él no obviamente, algún edificio que otro de los pintarrajos.
Según recoge en Consistorio en su página web, se habilitarán dos programas Recual, que son, explican, talleres del Gobierno regional destinados a la recualificación y reciclaje profesional, “a actuaciones de mantenimiento en colegios, por un lado, y a limpieza de grafitis en edificios públicos, por otro”. Es decir, que aquellos otros espacios que tengan pintadas, de momento no entran en los planes del primer edil. En la nota de prensa oficial, Dolz se marca las siguientes declaraciones textuales “mantenemos nuestro compromiso de mantener el programa Recual para continuar con las mejoras y solventar las necesidades que tienen nuestros centros educativos, como llevamos haciendo desde el inicio de la legislatura; y duplicamos incluso estas capacidades para afrontar también la limpieza de pintadas y grafitis en edificios públicos, un problema que afrontamos para complementar tanto la limpieza ordinaria de la ciudad como los planes de limpieza intensiva anuales que estamos ejecutando”. Relean estas sabias palabras, a las que, sólo por puntualizar una cuestión básica, habría que señalar que el por entonces candidato Dolz, hablamos de mayo de 2019, recogía en su programa electoral actuaciones concretas para acabar con los grafitis en la ciudad. Ahora dudamos si lo que pretendía era impulsarlos, a la vista de los resultados.
El pasado mes de marzo, el primer edil concretaba más su plan. 120.000 euros va a emplear para limpiar pintadas, poco se nos antoja dado el calibre del problema, y, además avanzaba que también va a poner en marcha un plan de limpieza intensiva en los barrios. ¿Dudamos todavía que las elecciones son mágicas? ¿Dará tiempo a limpiar toda la mugre acumulada? Nos tememos que no…
Texto: AGA
Imagen: Fachada de un edificio con pintadas.