La cruz del amado madero y su sombra
acaricia la fría pared
y la abraza,
y la siente,
y la calienta,
y la sufre
como suya,
como su sangre,
como su cielo.
Así Cuenca es cireneo
en el banzo del dolor,
en la pasión y en la santa escritura
que reza desde el silencio...
bajo el anónimo capuz prendido
desde la pila misma...
que la vio nacer...
Calle vacía llena de misterio,
bajo la sombra que el farol dibuja...
...y amenaza el repicar de la horquilla...
...una y otra vez...
...una y otra vez sobre la hoz de su calvario...
Camina...
....se arrastra...
...se entrega
y sangra
sobre la fachada
entregando el color de su sufrimiento...
...el sudor penitente se desborda...
emoción,
recuerdo...
...rezo...
y llanto,
llanto de pétalos del buen amor
en forma de cuentas de rosario...
Desde el fondo recóndito del baúl
donde las vestiduras se guardan desde antiguo,
desde la apreturas de una calle
y bajo el frío de la tierra castellana
tomará la emoción y la penitencia
embargándose del evangelio
y arrastrará la tradición...
Puedo ver tu sombra en la fachada
escondido bajo el peso de las andas...
tu lenta caminata a ritmo de miradas;
tu reflejo tras el cristal de mi tulipa...
...tu lenta caminata a ritmo de horquilla;
...inmóvil y recluido entre la muchedumbre...
...tu lenta caminata a ritmo de silencio;
esperándote tras el cristal...
...anónimo del balcón de un primero
mientras todo duerme...
...sólo tú y tu lenta senda
a ritmo del latido mismo
del corazón enfermo
...necesitado de tu cobijo,
necesitado de tu mano,
necesitado de tu bendición...
...de tu mirada
de tu perdón y de tu amor...
Padre, padre santo
tu cáliz y tu estrella,
nos guían con decisión
por nuestras calles estrechas,
nuestras miradas de silencio
buscan en tus ojos el perdón.
Fachadas de Cuenca...
Sombras de calvario...
soñadorderiscaspuntandosueños
Texto: Eduardo La Parra González
Foto: Raúl Contreras