Hace dos años, más o menos, un grupo de funcionarios de prisiones se coló en la vida política y social de Cuenca. Al gran público, al que anestesian diariamente aquellos que cuentan siempre lo mismo, llegaba un balón de oxígeno, un colectivo de nombre cuanto menos curioso, Tu Abandono Me Puede Matar, TAMP. Las siglas, de primeras, no daban pistas, incluso resultaban algo difíciles de asimilar. En un mundo impermeable y receloso ante lo nuevo, sobre todo si para comprenderlo hay que pensar, pocos habrían apostado por unos intrépidos que pedían a quienes tienen la potestad de dar, algo sencillo, un lugar para aprender. Y en Cuenca.
Ya en 2020 el dossier del Centro Nacional de Estudios Penitenciarios iniciaba su andadura por las instituciones local y regional. Para ser recibidos en la Diputación, sigue la espera… Completo y directo, este documento no dejaba lugar a dudas sobre la importancia de la puesta en marcha de la iniciativa y el regalo desinteresado de sus impulsores a la capital conquense.
La primera batalla, la de la visibilidad, costó, pero se ganó. Los integrantes de TAMP, con Enrique Meras a la cabeza, culminaban un periplo de reuniones con partidos políticos y colectivos a los que pacientemente explicaban su proyecto. La Escuela de Estudios Penitenciarios fue el vehículo que nos invitó a reflexionar, ahora sí, sobre el papel fundamental que desarrollan los funcionarios de prisiones en nuestra sociedad. La vida de quien ha cometido un delito sigue tras su detención y juicio. Para el ciudadano común desaparece el problema, pero para nuestros protagonistas comienza su labor. Los muros igualan a quienes cobijan y, dentro de la cárcel, comienza la supervivencia. La humanidad convive con la autoridad y es imposible despojarse de la primera cuando día tras día compartes recinto con hombres y mujeres cuya vida se torció en algún momento y, ahora, ya no disponen libremente de ella. Asesinos, narcotraficantes, violadores, ladrones, estafadores… su denominación para quienes estamos fuera. Internos todos para los funcionarios de prisiones. Los medios de comunicación cuentan con morbo sus crímenes, porque así lo demandan las audiencias, pero poca atención prestan a las condiciones laborales de estos funcionarios de prisiones y a sus reivindicaciones por mejorarlas. El abandono, el ostracismo y la ignorancia les puede matar, sin duda. TAMP, ya comprendemos el nombre. Un paso más…
Y ahora, nos quedaría ser testigos de la puesta en marcha del Centro Nacional de Estudios Penitenciarios. De momento, no pasamos de una chapuza, de una parodia que ha reducido considerablemente las previsiones sobre el número de personas que iban a formarse en Cuenca, combinado con que no tienen dónde comer, lo hacen en el césped de parques públicos, y que se dejan un riñón, con suerte, en los alojamientos… ¿Por qué se ha llegado a esta situación? Las prisas nunca son buenas consejeras y el exhibir méritos ajenos como propios, con fin electoralista, tampoco. Los impulsores del CNEP tienen claro que no se ha escuchado a quienes saben, a los que idearon el proyecto. La experiencia siempre es un grado y más en el tema que nos ocupa. Los políticos poco o nada conocen de la vida de la cárcel. A la habilidad de algunos para eludirla se une que ya tienen quienes les solucione la papeleta. Guerreros, porque piden para mejorar, los funcionarios de prisiones son a la vez discretos y respetuosos con su trabajo. Nunca dejarán de cumplir con su obligación porque, a pesar de todo, la humanidad acaba imponiéndose. Personas que cuidan de personas.
El Centro Nacional de Estudios Penitenciarios ha nacido torcido. Incomprensiblemente, porque, como decimos las 26 completas páginas que componen el dossier no daban margen a la duda y menos al error. En el preámbulo, el proyecto recoge la necesidad de formación tanto de los funcionarios que aprueban los exámenes de ingreso como la actualización de los que componen ya el cuerpo. Para “crear oportunidades donde no existen” TAMP propone en este documento Cuenca como sede del Centro. Recuerdan la excelente ubicación de la provincia, entre Madrid y Valencia y citan incluso la Constitución, el equilibrio territorial que defiende la Carta Magna, “creemos que esta iniciativa daría un impulso para frenar la despoblación”, señalan. Apuntan también que Castilla-La Mancha es la única comunidad autónoma de España que no cuenta con una macroprisión en su territorio. TAMP también detalla la organización del Centro, los puestos directivos esenciales, y su cometido, a los que habría que añadir otros trabajos y que contará con "su propia normativa interna de funcionamiento".
En el dossier se detalla, incluso, un tipo de uniforme y, como no, un completo plano del que será el edificio que albergue el Centro de Estudios, un Área de Oficinas, compuesta de varias aulas como la de atención al público, personal o mantenimiento o las dependencias de Interior, con aulas de ingresos, aislamiento, enfermería y cocina, a las que se unen otras dependencias.
“Como colofón a este proyecto de Escuela Nacional de Estudios Penitenciarios o bien Academia Nacional de Estudios Penitenciarios, solo queda dar las gracias a todas aquellas personas que lo han hecho posible y que sin su ayuda no vería la luz. Compañeros y ajenos a la Institución que con sus vivencias y saber creo haber plasmado la necesidad de un lugar adecuado para la formación y estudio. Desde la forma y estructura del edificio, hasta las variantes que acoge este proyecto, están dirigidas a una formación y enseñanza continua de la que adolece este colectivo. Ser funcionario de prisiones es un orgullo, digno de mostrar. Estar preparado y formado constantemente es una necesidad personal, así como una obligación para la Administración”, finaliza.
2020, recordemos. Más en bandeja no podía haberse servido el proyecto. Y más tiempo para un buen desarrollo tampoco. Ahora solo queda la frustración y tratar de conseguir el objetivo final enmendando los errores cometidos. Lo que sí está claro es que sus autores, los integrantes de TAMP van a seguir vigilando. Y denunciando cualquier barbaridad que se aparte del camino correcto y programado. Si algo tiene la independencia y la libertad de la que si gozan fuera de la prisión es que nadie les va a hacer callar. Está claro que ellos no abandonan…
Texto: AGA