La Diócesis de Cuenca cuenta con una extensa relación de más de setenta obispos que ejercieron su ministerio pastoral desde el S.XII hasta la actualidad. Muchos de ellos pasaron a la historia por la labor que llevaron a cabo, pero también por el respeto y la admiración que despertaron entre los conquenses. Wenceslao Sangüesa y Guía (1841-1922) ocupa un lugar destacado en esa lista porque afrontó con valentía los numerosos contratiempos que surgieron durante su mandato. El hundimiento de la torre de la Catedral, la reconstrucción del Puente de San Pablo, la puesta de la primera piedra de la fachada del templo conquense o un motín en el Seminario, fueron algunos de los hechos más relevantes que le tocó vivir.
Cuenca se despertó el 13 de abril de 1902 con el hundimiento de la torre de la catedral, el Giraldo, que provocó varias muertes y obligó a cerrarla al culto. Uno de los momentos más tristes que tuvo que afrontar, tal y como viene reflejado en el Boletín Oficial Eclesiástico del Obispado de Cuenca y el Correo Católico, fue el traslado del cuerpo del patrón de la diócesis, San Julián, a la Iglesia de la Merced. No pudo reprimir sus lágrimas durante la homilía al dirigirse a los fieles que llenaban el templo, diciéndoles: «Hijos míos: No puedo hablar, la pena y amargura embargan la voz en mi garganta al considerar la horrible y tremenda desgracia que todos lamentamos”.
Tras el derrumbamiento de la torre de la Catedral, el Palacio Episcopal se desalojó finalmente para evitar males mayores y el obispo de Cuenca tuvo que hospedarse en el Seminario. Ese mismo año también hizo frente a uno de los retos más difíciles de su mandato ya que él mismo junto con responsables del Seminario de San Julián afrontaron económicamente la construcción del nuevo Puente de San Pablo en 1903. En agradecimiento a su labor pusieron dos placas circulares, que aún pueden verse hoy en día, en el centro y en el extremo de esta infraestructura metálica.
Wenceslao Sangüesa y Guía vivió uno de los días más felices cuando el 28 de septiembre de 1910 se puso la primera piedra de la nueva fachada de la Catedral pues él personalmente tuvo que llevar a cabo los trámites para reconstruirla. Años antes vio como el Gobierno de España la declaró Monumento Nacional y también como el Ministro de Instrucción Pública, Faustino Rodríguez, le comunicó que el Consejo de Ministros aprobaba el proyecto de obras de restauración del templo conquense con un presupuesto de algo más de 850.000 pesetas.
Motín en el Seminario
Las malas noticias volvieron a su mandato en 1912 cuando tuvo que informar que los alumnos del seminario se habían sublevado contra los superiores, sacerdotes operarios diocesanos y tuvo que abrir una investigación sobre este asunto. Finalmente, le costará al obispo ser desposeído por la Santa Sede de la jurisdicción sobre aquel centro aunque el problema no se resolvió hasta una década después durante el mandato de Cruz Laplana. Wenceslao Sangüesa y Guía, murió un miércoles 11 de febrero de 1922, tras más de veinte años como obispo de Cuenca y su cuerpo fue inhumado en la capilla de la Virgen del Pilar en la Catedral conquense, tal y como fue su voluntad.
Texto: Antonio Gómez.
Fotografía: El cuerpo del que fue obispo de Cuenca, Wenceslao Sangüesa y Guía, fue inhumado en 1922 en la capilla de la Virgen del Pilar en la Catedral.