Esta semana dimitían el presidente de Renfe, Isaías Táboas, y la secretaria de Estado de Infraestructuras, Isabel Pardo, por el tremendo fiasco que ha supuesto el inadecuado tamaño de túneles o trenes en Asturias y Cantabria. Y, por supuesto, los más de 250 millones de euros del erario público tirados merced a un proyecto chapucero. Que el tremendo escándalo haya desembocado en dimisiones/ceses es algo inusual en España. Muy grave y de alta repercusión pública tiene que ser el problema para que alguien se plantee dejar un sillón desde el que gobierna. La máxima cabeza de Renfe ha caído, pero claro, la de la ministra Raquel Sánchez se resiste, como las del resto de sus compañeros de Moncloa. Ha entregado a una segundona para cumplir el expediente y asunto solucionado. De toda esta cuestión sólo se desprende la caótica gestión que relativa a un transporte público esencial, como es el tren, se está llevando a cabo a lo largo y ancho de nuestro país.
3 de julio de 2020. El alcalde de Huete, Francisco Javier Doménech, enviaba una carta al mencionado Táboas sobre la situación que en ese momento atravesaba la línea ferroviaria Madrid-Cuenca-Valencia ante la entonces reciente supresión de servicios y la falta de mantenimiento pidiéndole una reunión para abordar una solución inmediata, “no podemos perder más tiempo. No sólo queremos que se restablezcan los servicios suprimidos, además de los trenes lince, sino que se invierta en la línea y se amplíen horarios”, apuntaba en ese momento el primer edil optense.
Doménech detallaba al responsable de los ferrocarriles de España cómo desde junio de ese año, recordemos 2020, la mencionada línea contaba únicamente con dos trenes por sentido, mientras que los refuerzos del fin de semana ya no se prestaban, “esto se suma a la falta de inversión en las infraestructuras, y a la falta de atención a reivindicaciones como la eliminación de la limitación de velocidad comercial entre Cuenca y Utiel, que sigue, después de todos estos años, a 60 km/h, y la necesidad de que los trenes tengan su salida y llegada hasta Madrid Atocha Cercanías”, explicaba el alcalde en la carta. Hacía referencia a “la falta de atenciones e inversiones en nuestra línea, que ha provocado un grave deterioro en el servicio en estos tiempos en los que tanto se habla de la España despoblada. Es una incongruencia hacer un llamamiento a ocupar de nuevo el mundo rural, cuando, sin embargo, no se apuesta por el transporte como servicio necesario y de utilidad”. En 2020, Adif, Renfe, Junta de Comunidades y Diputación aseguraban la permanencia del tren por Cuenca. Un año y medio más tarde, en noviembre de 2021, una representante del Ministerio de Transportes se trasladaba a la capital para comunicar el cierre de la línea. Y en julio de 2022 circulaba el último convoy por las vías conquenses.
Aquella carta y la solicitud de reunión con el presidente de Renfe jamás obtuvo respuesta. El alcalde de Huete y sus compañeros de localidades como Arguisuelas, Carboneras, Víllora o Cañada del Hoyo llevan casi tres años esperando que se les escuche. Antes pedían que no se cerrara el tren. Ahora que vuelva. ¿Tendrán más suerte con el nuevo presidente de la empresa ferroviaria? Nos tememos que no…
Texto: AGA
Imagen: Tren regional de la línea Madrid-Cuenca-Valencia, cerrada en julio de 2022