A mí me gustaría que alguien me explique, con datos y argumentos, qué tenemos que celebrar los conquenses en este 40 cumpleaños de la comunidad autónoma de Castilla- La Mancha.
Por el contrario, un artículo no da ni para empezar a desgranar los datos y argumentos por los que se puede afirmar que, para Cuenca, esta comunidad, no es que no sea la solución, que no lo es, es que se trata de nuestro principal problema.
Como digo, no es este lugar por falta de espacio para desglosar tanta discriminación y ninguneo, baste por tanto reseñar el último desaire, por el momento.
El gobierno de la nación nos cierra el tren, no la línea Madrid-Valencia, solo el tramo en nuestra provincia. Y siendo que el gobierno regional tiene la competencia de salvar la línea, no ha dicho esta boca es mía. Sí se ha oído hasta la saciedad su defensa del ferrocarril en otras provincias de “nuestra” región.
Solo con reseñar este penúltimo estacazo sobraría el libro de 40 años de purgatorio de Cuenca en este invento de región, lo que no significa que no termine por escribirlo, y no es una amenaza.
La cuestión es que todo tiene un origen, una decisión fundacional, una primera piedra o sillar sobre el que edificar lo nuevo.
Y es así que, como recoge Jesús Huerta en su reciente artículo “El no de Castilla La Mancha que quiso evitar Ramón Tamames”, en su momento se planteó incluso una gran región centro en torno a Madrid.
Queda registro en las hemerotecas de las reservas a tal posibilidad, todas alimentadas por el mismo temor, y que no era otro que el riesgo de subordinación a un planeta gigante como es la capital.
Y es así que Cuenca terminó subordinada a un grupo de pequeños satélites (Toledo, Albacete y Ciudad Real) que, a diferencia de nuestra provincia, sí encontraron su crecimiento lejos del epicentro madrileño.
Guadalajara pudo enmendar el error fundacional vinculándose a Madrid de hecho, que no de derecho. Y Cuenca se convertiría al correr de estas cuatro décadas en la cenicienta de este invento que, como bien explica Jesús Huerta en su artículo, se coció en una hora cero en la que todo era posible porque base histórica o cultural no había ninguna.
Yo no tengo ninguna duda de que con Madrid nos hubiera ido mucho mejor, por mal que nos hubiera ido. Pero eso ya es historia.
Y lo que no es historia, y es presente, es la debacle social y económica de Cuenca, y la necesidad, siquiera por dignidad, de intentar ponerle remedio.
Viene de suyo por lo dicho hasta ahora, que mi voto sería favorable a la salida de Cuenca de Castilla-La Mancha, otra cosa es que se nos dé a los conquenses la posibilidad de expresar nuestra decisión al respecto.
Y no veo más solución que copiar lo que ya ha funcionado, y que no es otra cosa que la vinculación a Madrid de hecho, ya que no parece inminente que tal se pueda producir de derecho.
Y es así como retornamos al tema del tren. Porque el Ayuntamiento de Madrid, en uso de sus competencias, ha presentado alegaciones en contra de la decisión de cierre de la línea de ferrocarril en el tramo de Cuenca.
Los ayuntamientos afectados tienen legitimidad para oponerse a la decisión de cierre, pero no competencia para revertirla. Otra cosa es que, llevados por esa legitimidad procesal, lleguen hasta los tribunales y sean estos los que finalmente anulen tan nefasta decisión.
Las comunidades autónomas sí tienen competencia para rescatar y hacerse cargo de las líneas que el estado abandona. Y ya que en tal cuestión “nuestra” comunidad parece no darse por aludida, solo espero que la de Madrid sí se plantee rescatar el tramo conquense de la línea Madrid -Valencia, toda vez que, no lo olvidemos, la decisión de cierre, además de aislar a Cuenca, cercena la comunicación entre Madrid y Valencia en el recorrido por nuestra provincia, 100 Km,s más corto que por Albacete.