La Opinión de Cuenca

Magazine semanal de análisis y opinión

Por el camino de las aliagas, a las encinas (II)


Los hombres de esta tierra estamos apegados a la Tierra y al Paisaje…Por el Camino de las aliagas he llegado a la sombra de las encinas: frondosas, lozanas, fuertes, firmes, orgullosas, sagradas, acogedoras… sombra para el descanso y la voz de la Sibila.

En la antigüedad la encina fue árbol sagrado en todo el Mediterráneo. Zeus meditaba debajo de una encina en el santuario de Dodona, tan famoso en la antigüedad como el de Delfos, muy frecuentado ya en la Edad del Bronce (II milenio a. C.), y Homero lo cita en la Ilíada y en la Odisea: Dijo que (Odiseo) fue a Dodona / para aprender del gran roble (o encina) la voluntad de Zeus / y saber cómo entraría en la tierra de Ítaca. – Homero, Odisea -. La clava o maza de Hércules y la cruz de Cristo se ha considerado que estaban hechas de madera de encina. Dios se reveló a Abraham junto a una encina; debajo de ella se reunían los sacerdotes en la mitología celta, y la palabra druida significa los que conocen la encina.

He leído que la encina en Palestina es frondosa, lozana y emblema de fuerza y de orgullo; en La Biblia se considera el árbol apropiado para una sepultura, una linde, donde guardar tesoros, donde levantar un altar para Yavhé y bajo el cual impartir justicia.

En España sigue paralizada la renovación del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ). El Estado de Derecho, debe garantizarse la independencia de los tribunales frente a los poderes Legislativo y Ejecutivo. La independencia judicial es vital para la separación de poderes. La Constitución Española, en el artículo 117.1 nos dice que la justicia emana del pueblo y se administra en nombre del Rey por Jueces y Magistrados integrantes del poder judicial, independientes, inamovibles, responsables y sometidos únicamente al imperio de la ley. El artículo 47 de la Carta de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea de 12 de diciembre de 2007, en el párrafo segundo, dispone: Toda persona tiene derecho a que su causa sea oída equitativa y públicamente y dentro de un plazo razonable por un juez independiente e imparcial, establecido previamente por la ley. La Plataforma Cívica por la Independencia Judicial ha denunciado que la cúpula judicial española está politizada y que hay una falta de independencia estructural. El Grupo de Estados contra la Corrupción del Consejo de Europa (GRECO) ha recomendando a España cambiar el sistema de elección de los miembros del CGPJ para garantizar la independencia judicial y así luchar contra la corrupción, las autoridades políticas no deben intervenir en el proceso de selección de los miembros de la judicatura. Al ser incumplido este principio, se vuelve a insistir en modificar el actual sistema de selección y designación de los miembros del CGPJ y del resto de la cúpula judicial para adaptar la normativa española a la internacional y acabar con la desconfianza que existe de los ciudadanos ante esta institución tan importante en un Estado de Derecho en el que vivimos.

La encina, la justicia, el poder…

El hombre, ávido de poder, insaciable en el poder. El poder tiende siempre al abuso, corrompe, porque se pierde el sentido de la realidad. Una de las características esenciales de la democracia, como nos enseñaron John Locke en Tratado sobre el Gobierno Civil (1690) y el barón de Montesquieu en El espíritu de las leyes (1748) radica en la separación de poderes; en el equilibrio entre las ramas y órganos que desempeñan las funciones del Estado, un ordenamiento jurídico bien definido y un sistema de controles, frenos y contrapesos que eviten la concentración del poder político. Y otra vez sentimos la necesidad de mirar a los clásicos.

Con El pensamiento de Montesquieu, obra de la Académica de la Lengua y de la Historia Carmen Iglesias, nos acercamos a uno de los pensadores más relevantes de la historia moderna y al precursor de la ciencia política y social contemporánea. El barón de Montesquieu (1689-1755), con su obra El espíritu de las leyes, nos proporciona una nueva comprensión de las sociedades políticas y su obra podemos considerarla una vacuna contra todo totalitarismo. El núcleo de su pensamiento es cómo articular el poder y la libertad. Defiende que no existe un poder político bueno, pero sí existe uno malo: el totalitarismo dictatorial que politiza todos los aspectos de la vida.

Charles-Louis de Secondat, más conocido como barón de Montesquieu, nació el 18 de enero de 1689 en Burdeos (Francia), en de una familia noble. Recibió una educación rígida, propia de su época y de su clase; pero al mismo tiempo, temerosa de esa misma rigidez, algo propio de las élites. Su vida es un ejemplo de cuidado permanente por mantener el equilibrio como principio de autoconservación, por respeto a sí mismo y deber de respetar a los demás. La observación y el análisis minuciosos, método experimental, fue la base de su educación intelectual; método iniciado en el Renacimiento y asentado en la Francia de los siglos XVII y XVIII. Objetividad, distanciamiento y crítica de argumentos, saltando de lo particular a una ley general. A pesar de su origen aristocrático y conservador, Montesquieu fue un reacio opositor a los modelos de gobierno despóticos y consideraba caducas algunas formas e instituciones de las monarquías absolutas. Esta visión, junto con su idea de equilibrio de poderes, le permitieron influir de manera determinante en la formación del pensamiento y la conciencia burguesa de la época, La Enciclopedia, la Ilustración y en los movimientos que conducirían a acabar con los privilegios del absolutismo real, y que llevarían a la caída del Antiguo Régimen.

Montesquieu procedía de una nobleza de espada por los Secondat y también de una nobleza de toga. A ésta, creada en el siglo XIV, pertenecía una clase parlamentaria que se consideraba guardiana de las leyes fundamentales, procedentes de la baja nobleza y de la burguesía, distinguida por la virtud, y que reivindicaba el mérito y no los privilegios de casta. Por una tradición piadosa de su familia y que pervivía del mundo feudal, el padrino de bautismo de Charles- Louis fue un mendigo, para que nunca se olvidase de que “los pobres eran sus hermanos”. Siempre me gustó resaltar este hecho en las clases de Historia; también que las leyes y su conveniente ordenamiento procuran la libertad.

El barón de Montesquieu, tras unos veinte años de trabajo concienzudo, profunda reflexión sobre el poder a lo largo de la historia y un camino difícil para esquivar la censura, nos entregó su obra El espíritu de las leyes. Denuncia el despotismo, defiende la división de poderes sobre los que se constituyen el liberalismo y la democracia. Los poderes ejecutivo, legislativo y judicial deben estar separados, contrapesarse, vigilarse, corregirse e intervenirse recíprocamente para evitar el totalitarismo y la corrupción. Y los representantes de dichos poderes deben tener cualidades personales y morales que nacen de la integridad, la honestidad y la vocación de servicio público.

Unos trescientos años después, El espíritu de las leyes es una de las obras más importantes del pensamiento universal y sigue vigente. Y nos recuerda que la moderación es fruto de la naturaleza, la razón y la voluntad combinadas armoniosamente. Para formar un gobierno moderado hay que combinar los poderes, regularlos, atemperarlos, ponerlos en acción, poner lastre, por así decir, a uno para que pueda resistir a otro: es una obra maestra de legislación, que el azar consigue rara vez, y que rara vez se deja en manos de la prudencia.

Debajo de la encina escucho el murmullo de las hojas, ése que ayudaba a las sacerdotisas a interpretar el oráculo. Fuerza, firmeza, prudencia, humildad, rigor, integridad,… nobleza de espíritu… En los tiempos siempre cambiantes…, el lenguaje de las encinas.

¡Encinares castellanos
… llenos de oscura maleza,
encinas, pardas encinas;
humildad y fortaleza!
- A. Machado-

Hoy en los medios de comunicación, resultado de las elecciones en Madrid, ganadores, derrotados… Y pienso que en la derrota se conoce la grandeza del ser humano…


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