El valor de educar… Valor quiere decir que la educación es valiosa, pero también que es un acto de coraje, un paso al frente de la valentía humana. Cobardes o recelosos, abstenerse. – F. Savater-
A Iván Illich (1926-2002) podríamos considerarlo un humanista revolucionario. Judío, católico, políglota, errante, universal y radical, defensor de la abolición de la escuela y representante de la contracultura como forma de vida: La proscripción de nuestra economía inhumana sólo se puede conseguir negando el tributo de obediencia a la escuela obligatoria. Su pensamiento quedó recogido en la obra que se considera más importante: La sociedad desescolarizada, publicada en 1970. La idea principal que desarrolla el autor es la de la necesidad de una desescolarización social desmontando la escuela, el sistema educativo y a partir de ahí desarrollar nuevas formas, creando un nuevo modo de aprender, favoreciendo el autoaprendizaje y la creación de redes de conocimiento-aprendizaje-convivencial. Toda una revolución en las teorías sobre la educación que se habían fraguado en la Ilustración y mantenido con luces y sombras hasta la implantación de la enseñanza obligatoria en el siglo XIX, y con sucesivas reformas hasta la actualidad. La Ilustración, razón, igualdad, libertad,… por primera vez se defiende que el hombre aspira a ser feliz y que esta se consigue por el conocimiento a través de la educación. Escuelas, museos, bibliotecas,… nuevas instituciones para los grandes cambios políticos, sociales, económicos, científicos, técnicos,… de la segunda gran revolución de la historia: Revolución Industrial, en la que estamos viviendo ya en en su 4ª fase.
¿Cómo no comprender a Iván Illich, pero también a Platón, a T. Moro o a V. Rabaldoni; a E. Reclus y su modelo de aula, escuela, educación y vida elegida de cooperación, de trabajo, de esperanza y de fusión armónica con la naturaleza? ¿Cómo no atender las enseñanzas de Rousseau en su Emilio, …?
No puedo concebir mi vida sin la escuela. Mis primeros paisajes escolares: bocas, ojos, voces, manos, letras, nombres, malvas, abejas, rosas, blanco brillante, frío, libros, cuadernos, plumier, olor a leña, un mundo transparente, un vaso azul,… lunes con sabor a sueños y una falda de cuadros escoceses de Pilar, mi maestra. La escuela de Puebla del Salvador era para mí un templo protector, irradiante de vida, el palacio construido de inocencia, sueños, palabra, sabiduría… y poesía. La escuela era un lugar de juego; pero especialmente de esfuerzo y de trabajo; un lugar donde se aprendía lo que no se enseñaba en otros sitios y donde se despertó mi vocación. Una vocación es una forma de amar la vida y un arma para luchar contra el destino y el miedo a vivir, según Natalia Ginzburg. En la escuela de Puebla del Salvador se me entregó el universo y su aventura. Pilar Hurtado me regaló su excelencia y sus valores; como un hada, puso una estrella en mi vida.
Decía Ortega y Gasset que uno es de donde ha estudiado el Bachillerato: en Ibiza, el mar y las gaviotas, un universo azul… Los profesores del Instituto Santa María me transmitieron un estilo de vida plural, dialogante, crítico, cosmopolita, las ideas de libertad y compromiso, la búsqueda continua y el riesgo permanente. Ellos hacían suyas las palabras de O. Wilde: la educación es algo admirable; pero conviene recordar que las cosas verdaderamente importantes no se pueden enseñar. Me repitieron con Píndaro: Llega a ser lo que eres. Llanos Lozano, siempre vestida de negro, me elevó a la serenidad de los abismos, al descubrimiento de la nada, a la región de lo absoluto y la duda, a buscar la felicidad como fin último, como nos enseñaron los ilustrados, pero a saber que nadie conoce sus caminos… En las clases de Filosofía también había lugar para la poesía, para Neruda, reclamar el silencio, conquistar la soledad, invitar a la amistad y al amor. Habíamos nacido humanos; pero eso no bastaba, había que llegar a serlo y es un deber. Juan Marí Tur ilustraba sus clases con portulanos, faros e islas, nos descubrió Formentera, la cultura Púnica, la arqueología, llevó a los alumnos a Cartago…; llenó el aula de mariposas y el Instituto se vistió con “trajes de príncipe de Gales”, con flores y con música, certámenes, exposiciones, fiestas culturales, estudio del patrimonio… Eran los años1967-75. En los días más oscuros del confinamiento de abril de 2020 recibí una llamada del profesor Juan Marí; tantos años habían pasado y ahí estaba su voz inconfundible llena de vitalidad y pasión por el conocimiento… María Barrachina nos iluminó las clases de Geografía con zapatos de tacón y medias de cristal; fuerza y delicadeza de la elegancia en el aula… Las lecciones de estética, los conceptos básicos del clasicismo, del arte y la belleza llegaron con la palabra precisa del profesor Gabriel Sorá, atractivo, de facciones marcadas, amante del mundo griego. Nos enseñó a admirar la belleza serena pero también la terrible del genial Miguel Ángel; y cómo soñé con visitar Florencia y las Capillas Mediceas… ¡No me defraudaron!
En la Universidad de Barcelona me encontré con el progresismo, la innovación, la universalidad democrática; pero especialmente con la solidaridad. Una solidaridad concebida como un sentimiento cercano a la amistad y a la comprensión. Ser solidario debía ser saber vivir con los demás, una forma de ser, de comportarse, de trabajar y de divertirse, de hablar, de pensar, de estar con los demás y con uno mismo, teniendo siempre presente los valores del ser humano y su nobleza. Descubrí que en el aprendizaje también son necesarias la irreverencia y la disidencia, como una vía de madurez intelectual. Con el conocimiento científico y la experiencia debíamos formar una identidad. El fascinante paisaje urbano se llenó de nombres: Salvador Llobet, Juan Vilá Valentí, María Bolós, Luis Albentosa,… Estos profesores sabían conjugar la ciencia, la teoría, la práctica, la pedagogía, el arte de la palabra, la intuición y la seducción.
El 23 de agosto de 2020 nos dejó el profesor Joan Vila Valentí, maestro de la geografía española y persona muy querida por muchas generaciones de geógrafos de nuestro país, de América Latina y de Europa; geógrafo humanista que ayudó a forjar la ciencia geográfica en España en la segunda mitad del siglo XX, y que desarrolló una labor ingente para el reconocimiento internacional de la geografía española con sus enseñanzas, investigaciones y publicaciones. Sus lecciones de Geografía y de vida continuaron en aquellos paseos por el Paseo de Gracia de Barcelona, en la sedes del Institut d´Estudis Catalans y del CSIF. Qué magníficas fueron sus conferencias en el Instituto Alfonso VIII de Cuenca sobre Situación y posición de la Península Ibérica, para los alumnos de Bachillerato, y sobre Los Montes Universales en el curso de verano celebrado en Priego Leer y entender la poesía: Los ríos. Visitar el Museo de Arte Abstracto de Cuenca con él fue un privilegio, sus preguntas, la atención que prestó a mis explicaciones… Fueron enriquecedoras e interminables las conversaciones por el teléfono con el Dr. Vilá, hasta unos meses antes de su fallecimiento, sobre educación, Cataluña, España,… Creo que supe expresarle mi admiración, respeto y cariño; ahora sé que fue un gran maestro y amigo.
Me entregaron mis profesores la perplejidad del mundo, la dimensión contradictoria de nuestras frustraciones y nuestras esperanzas, el “valor de lo inútil”, lo que creían mejor, sabiendo que todo es insuficiente; heredé de ellos la idea de transformar con el conocimiento sin olvidar la fidelidad a lo humano, el valor de la disciplina, el hábito, el respeto a la costumbre, la necesidad de la obediencia para formar el carácter, el saber conservar e innovar. Tuve y tengo presente su autoridad ganada; porque ellos fueron la referencia de mi generación.
¿Serían sabios mis profesores? El conocimiento, el talento y las habilidades siempre me han cautivado:
Debéis saber que soy entre todos los humanos el más inclinado a amar persona. Siempre que encuentro a alguien que posea algún talento o demuestre alguna habilidad de espíritu, que pueda decir o hacer algo con más propiedad que el resto del mundo, me siento forzado a amarlo…
-Miguel Ángel Bunarroti-
La educación debería conducirnos a la Sabiduría… La sabiduría es radiante…, la ven sin dificultad los que la aman,… los que van buscándola la encuentran, meditar en ella es prudencia, su comienzo auténtico es instrucción, el afán por la instrucción es amor,… la preferiré a tronos y a cetros,… y en su comparación tuve a nada la riqueza. La quise más que a la salud y a la belleza… y me propuse tenerla por luz… Aprendí sin malicia, reparto sin envidia, y no me guardo su riqueza… porque es un tesoro inagotable. -La Biblia. Libro de la sabiduría-
La docencia ha sido y es para mí una gran pasión, podríamos decir mi vocación; como he apuntado anteriormente, una manera se ser y de vivir; sabiendo que los profesores, queramos o no, somos referencia de las nuevas generaciones. De ahí la gran responsabilidad. La conciencia moral de un pueblo depende en gran medida de la proyección humanística en el sistema educativo. Difícil tarea la de los profesores. Y se requiere la corresponsabilidad del entorno y la implicación de la comunidad escolar y de la sociedad en general, para crear una red ciudadana comprometida y solidaria, crítica y activa, consciente de sus derechos y deberes, con el objetivo de lograr una cohesión social y el diálogo a través del conocimiento en un mundo de desigualdades, de interdependencia y de conflictos.
Un día escuché: si no intentas hacer algo lo mejor que puedas, déjalo y haz otra cosa, y no hagas nada sin pasión. Emilio Lledó nos dice que la única pedagogía que existe es la del amor; contagiar amor, interés y pasión a los jóvenes por el conocimiento que mueve la Historia. Necesitamos entusiasmo, término que para los griegos significaba fuerza divina. En la revista Escuela española declaraba el profesor Lledó que “la única pedagogía que existe es la pedagogía del amor. Contagiar amor, contagiar interés. La mayoría de las grandes estructuras pedagógicas de nuestro tiempo son bastante lamentables, son más bien para robotizar, instrucciones de uso... Enseñar es un privilegio, transmitir a los jóvenes, a los adolescentes (adolescente deriva del latín adoleceré, que significa crecer, aproximarse a la madurez), que están en la época más agitada e inquieta de sus interese, de sus pasiones y de sus curiosidades. En la adolescencia se producen cambios y conquistas profundas en el desarrollo físico, intelectual, afectivo y social. El adolescente es un explorador de su mundo interior y del mundo social, un explorador sin destreza, pero con fuerza y deseos. El tiempo de la adolescencia es de oscilaciones, dudas, desequilibrios, adaptaciones, posibilidades, retos, imitación, búsqueda,... ¡Qué difícil tarea tenemos con nuestros jóvenes en un mundo tan asfixiado como el nuestro con los mensajes de consumismo y pragmatismo! ¿Cómo convencer que el saber no busca utilidad alguna?; porque la utilidad es la muerte del conocimiento, de la ilusión que es la que mueve realmente la historia”. Concluye el profesor Lledó que “el día que nos limitemos a la idea de que hay que aprender a ganarse la vida...en ese momento, nuestro camino no merecerá la pena... Quizás haya que aprender a perder la vida, a entregarla”. He tenido el privilegio de conocer la obra del profesor Emilio Lledó; también de poder disfrutar con sus conferencias, de su conversación, de su compañía paseando por Cuenca, la subida al Cerro del Socorro en una mañana muy luminosa de enero en que la ciudad parecía emerger como un “nido de águilas”; y el profesor con su mirada, inteligente, amable e incisiva, sorprendida y entusiasta, tras un largo silencio, dijo: Gracias. Había sido invitado al Centro de Profesores para celebrar el Día del Docente…
Ya como profesora de Geografía e Historia: “Egara” de Sabadell-Tarrasa, “Pau Vila” de Sabadell, “Vilaseca” de Reus, “Mixto nº 2” de Santa Coloma de Gramanet, “Verdaguer” de Barcelona, “Pompeu Fabra” de Martorell, “Mercé Rodoreda” de Hospitalet de Llobregat, “Joan Salvat Papaseit” de Barcelona, “Joan Miró” de Cornellá, “Julián Zarco” de Mota del Cuervo y “Alfonso VIII” de Cuenca…
Iván Illich, no puedo concebir mi vida sin la escuela…
En 1991 llegué a Cuenca a ocupar la plaza como Profesora Agregada del Seminario de Geografía e Historia del Instituto de Bachillerato Alfonso VIII. Fue un gran privilegio encontrarme con unos compañeros con los que durante veinticinco cursos pude enriquecerme con sus conocimientos, generosidad, amistad, entusiasmo y profesionalidad. El IES Alfonso VIII de Cuenca es Instituto Histórico. Entendemos por Instituto Histórico aquel que fue creado en una capital de provincia o en localidad de importancia demográfica y gran tradición académica desde 1837 hasta 1936. La creación del Instituto de Cuenca nace con la Real Orden del 5 de octubre de 1844. El Centro posee un rico Patrimonio Histórico-Educativo, tenemos constancia de que ya en 1985 el Catedrático de Latín D. Juan José Gómez Brihuega, en ese momento Vicedirector del Instituto, estaba llevando a cabo una labor pionera en la recuperación del patrimonio histórico-didáctico del Centro; más tarde crearía el Archivo Histórico, que lleva merecidamente su nombre, y el Museo de Material Científico, que en 1993 se inauguró con el nombre de Museo Juan Gíménez de Aguilar. Consideramos pionero este ingente trabajo ya que nos remontamos a más de treinta años, cuando las tareas serias de recuperación del patrimonio de los Institutos Históricos se están realizando en los últimos quince años. Y qué ilusionante fue el trabajo realizado para poder entrar a formar parte de la Red de Escuelas de La UNESCO en octubre de 2011, gracias a las orientaciones de la coordinadora en España Rufina Moreno; siendo anfitriones del Congreso nacional de la Red en julio de 2016.
No puedo dejar de mencionar a los profesores que no conocí personalmente pero que me han acompañado con sus testimonios y ejemplo. Fue una sorpresa encontrar la biblioteca que donó al Instituto y el expediente de Luis Brull, exquisito, erudito y generoso; he recibido lecciones de historia de Cuenca de Juan Martino, de Francisco Suay y del comprometido y polifacético Juan Giménez de Aguilar. Con ellos he compartido muchas horas en el archivo, en el museo y en la biblioteca del Instituto Alfonso VIII, iluminando tardes oscuras de mi estancia en Cuenca.
Hace unos años la filósofa Elena Laurenzi y la fotógrafa Pía Ranzato vinieron a Cuenca siguiendo los pasos de María Zambrano en las Misiones Pedagógicas, las acompañé hasta Beteta y Cañizares donde parece que pudo estar la discípula de Ortega y Gasset entre 1931 y 1933. María Zambrano, maestra de excepción, pensadora de utopías de belleza irrenunciable, que nos condujo con su obra y su vida hacia aquello que sabemos imposible, con la música y el temblor de la fuerza de su palabra que penetra lentamente en la noche de lo inexpresable. Nos enseñó a no resignarnos a lo que parece que somos, sino a perseguir el infinito más allá de los límites.
… es en la soledad en la que se consuma la última etapa de la acción del pensamiento del maestro sobre el discípulo…La soledad hace que el propio pensamiento se identifique, se muestre… Hemos de pensar desde nosotros mismos y, al hacerlo, no es con los pensamientos del maestro, sino desde el orden y la claridad que ellos dejaron; desde la autenticidad para la que nos habían preparado… la acción del maestro trasciende el pensamiento y lo envuelve; sus silencios valen a veces tanto como sus palabras y lo que se insinúa puede ser más eficaz que lo que se expone a las claras… Si conociéramos de verdad la historia del pensamiento, quizá veríamos el origen de algunas teorías fundamentales en algún pensamiento dado “por añadidura” de un maestro genial, de esos cuya riqueza desborda del siempre pequeño vaso de la vida humana. (María Zambrano, Ortega y Gasset, filósofo español. De España, sueño y verdad.1965).
Me han dicho que en Beteta todavía perdura la silueta de una maestra hermosa como una princesa jordana que hace años cruzaba la plaza para ir a la escuela; sé que era Pilar Garrido y que poseía la gracia de convertir la enseñanza en una fiesta con sus palabras, sus gestos, sus zapatos, su abrigo y los guantes de Christian Dior…; así se fundió con la belleza del paisaje y de su gente…
En Puebla del Salvador me acerco a las escuelas. En el edificio en el que estuve el curso 1964-65 ahora hay un bar, un espacio cerrado destinado a la biblioteca y una peluquería. Un patio descuidado, melancólicos rosales, tres gatos perezosos a la sombra de plantas de lirios y de malvas… Al llegar a mi casa oigo por el interfono la voz inocente de Claudia que me pregunta si le han traído algún regalo las golondrinas… y si puedo ser su “maestra de verano”…. Pienso en Matisse diciendo: yo quiero ser maestro de la inocencia… y nos dejó un edén de color. ¿Tendré, por fin, mi escuela?... Ya ves, Iván Illich…
Me pregunto quién habrá visto la entrega de los premios Fundación Princesa de Girona, este año bajo el título Aquí, el presente? Dicha Fundación tiene como principal objetivo apoyar a los jóvenes en todos aquellos aspectos críticos para su desarrollo profesional y personal y concentra, con la convocatoria anual de los premios, todo el esfuerzo en detectar y reconocer la trayectoria de jóvenes brillantes para que se conviertan en referentes para el resto de la juventud. ¿Quién habrá visto y escuchado el diálogo entre María Escudero Escribano, premio a la investigación científica en 2018, y Frances Arnold, premio Nobel de Química de 2018? La científica estadounidense se dedica a criar proteínas con evolución dirigida, consiguiendo mutaciones en las proteínas y seleccionando las que más le interesan. El resultado son nuevas moléculas que “solucionan los problemas químicos de la humanidad”, como la fabricación de fármacos sin contaminación o la producción de energía renovable. Arnold, ingeniera química del Instituto de Tecnología de California, trabajó de taxista, limpiadora, camarera y pizzera antes de ser ingeniera; es curioso que Jorge Luis Borges tuviera una gran influencia en su trabajo en la química, especialmente uno de sus cuentos, La biblioteca de Babel, porque en él encontró la mejor descripción de un universo de posibilidades. Para la F. Arnold, “la biblioteca de libros de la vida es tan grande como la de Borges, pero los libros con significado están por todas partes, gracias a la evolución. La evolución ya ha revisado todas las posibilidades y ha encontrado las que codifican la vida, Jorge Luis Borges describió la dimensión de las posibilidades y Charles Darwin descubrió cómo recorrer esa biblioteca”. El cuento de La biblioteca de Babel es una lectura obligatoria en sus clases de Ingeniería Molecular. En una entrevista deja un mensaje para los jóvenes: “La vida es larga, puedes tener muchas vidas diferentes. Puedes aprender muchas cosas distintas, nunca se sabe cuándo te servirán, así que aprende todo lo que puedas y combina tus conocimientos de manera novedosa. Adáptate, sé flexible y aprende permanentemente”. ¡Qué maravilla!
Y mientras sigáis aprendiendo
jamás temáis la vejez ni la tumba.
Ese es el secreto de la juventud.
-Agustín García Calvo-
¿Qué medios de comunicación y qué dirigentes tenemos a los que no parece interesarles que se divulgue la capacidad de superación, el esfuerzo, el talento, la solidaridad, el sacrificio, el emprendimiento, la curiosidad, la renuncia a las falsas comodidades y privilegios, el asumir responsabilidades,…? ¿Quién conoce a los jóvenes brillantes?...
En las noticias: la subida de los contagios, los botellones, el “macrobrote” de la covid en Mallorca, el asesinato de Samuel Luiz en A Coruña, juicios por violaciones y actuaciones de jóvenes violentos,… La corrupción, los intereses partidistas, el oportunismo en la política para avivar el odio… ¿Tendrá razón Voltaire… la civilización no termina con la barbarie sino que la perfecciona…?
Bien podrán los encantadores quitarme la ventura, pero el esfuerzo y el ánimo será imposible.
- El Quijote, (Cap. XVII, Parte II) -