Es la arquitectura un saber eminentemente técnico. Es innegable también que es esta una disciplina susceptible de un abordaje humanista. Es finalmente la arquitectura expresión de la profunda inclinación del ser humano por la belleza, por eso también es, o puede ser, arte.
Y también están en su desarrollo profesional los arquitectos sometidos a la implacable ley del mercado en el sector de la construcción.
Y si lo anterior es el entorno habitual de exigencia para estos profesionales, podemos afirmar que en Cuenca se les añade un plus de dificultad. A fin de cuentas, aquí todo es más difícil.
La ciudad y la provincia padecen de atonía económica, y no va a ser una excepción el sector de la construcción. En el empeño de hacer ciudades habitables, lo tenemos aquí muy difícil también, porque la primera condición para habitar una ciudad es que se den las posibilidades de desarrollo laboral.
Desafía también la ciudad a los profesionales de la arquitectura por su innegable belleza, siendo esta, a diferencia de lo anterior, una interpelación enriquecedora, un privilegio, porque solo admite excelencia.
Es la ciudad alta un prodigio de singularidad, y en lo que a la arquitectura se refiere, conviven en ella y se dan la mano, tanto la monumental como la vernácula. Y ambas dos con la naturaleza, conformando una trama urbana única, tanto a pie de calle como a vista de pájaro.
Y es la ciudad fortificada radicalmente humana en su arquitectura, porque es fruto, tanto del azar del devenir histórico, como del empeño humano en superar desafíos técnicos, buscando al tiempo el valor intangible de la belleza.
Fruto del azar y la necesidad, es la ciudad antigua inmejorable, aun no siendo el resultado de un sesudo ejercicio de planificación. Una herencia que a todos nos debería interpelar.
La arquitecta conquense Carmen Mota se ha incorporado al comité redactor de la revista de estudios territoriales “Ciudad y Territorio”. Es una revista española de carácter científico con 50 años de trayectoria que publica trabajos especializados, originales e inéditos referidos a la ciudad y al territorio, desde una perspectiva multidisciplinar y transversal. Sus contenidos engloban el urbanismo y la ordenación territorial, la geografía humana, el derecho urbanístico, el análisis del mercado y el sector inmobiliario, la ecología urbana, la política de vivienda e infraestructuras, la sociología y la historia urbana.
Como decíamos, la arquitectura es una disciplina que no puede dejar de abrirse más allá de su eminente carácter técnico. Y Carmen Mota representa esa pulsión de hacer ciudad casi antes que hacer casas o edificios.
Compiten dos estudios conquenses en la primera edición de los Premios de Arquitectura y Urbanismo de Castilla-La Mancha organizados por el Colegio Oficial de Arquitectos de la región.
Los hermanos Redondo, de “Redondo Architects” por el proyecto ‘Rehabilitación de las Casa de Sirena y Casa bajada a San Pablo (Casas Colgadas). También Fernando Olmedilla y Yanira Huertas con el proyecto ‘La Luz recupera su espacio’, de reforma del convento de Concepcionistas de Moya.
Se trata en ambos casos de brillantes ejemplos conquenses de intervenciones en edificios patrimoniales, que exigen conciliar el respeto por la cultura heredada con una actuación según criterios y estética actuales, con el objetivo de su conservación y de la actualización de su funcionalidad.
En el reconocimiento a la labor de estos arquitectos y arquitectas conquenses está el de todo aquel que se sienta interpelado y exigido, concernido, por esta ciudad única y su provincia.