La Opinión de Cuenca

Magazine semanal de análisis y opinión

Babia


Ya sabe usted, ilustrado lector, cuál es el origen de la expresión “estar en Babia”. Como lo sabe, sé que no es necesario que le diga que viene de una antigua comarca del Reino de León en la que se esparcían los Monarcas de esas tierras. Usted ya lo sabía, y por eso no se lo voy a contar.

Y es que, resulta que algunos viven de ordinario en Babia y, por culpa o negligencia, se abstraen de la realidad hacia paraísos imaginarios donde todo es sencillo y a su manera.

Aquellos que viven más felices en la idílica comarca leonesa, huyen de las personas que les dicen la verdad. Rechazan a quienes les son sinceros porque no quieren ver que son ellos quienes más les respetan. Por el contrario, buscan rodearse de individuos que, por la necesidad de agradarles, se limitan a sonreír, asentir y mentir.

Porque, quien más te quiere y te respeta, será quien te devuelva a la realidad, por dolorosa que pueda ser. Suerte de aquellos que se rodean de aquellas personas y que los escuchan.

No sé qué tendrá el poder, pero quienes lo ejercen, suelen vivir mucho tiempo en Babia. No tenemos que irnos muy lejos, pues el Palacio de la Moncloa se ha convertido en una delegación de aquella tierra. Vemos, estupefactos, decisiones -o ausencia de ellas- que sólo pueden deberse a que quien las toma -o las omite- vive en la inopia.

Sin embargo, ignorar la realidad cuando es ésta la que te pone o te quita de tu sillón, tiene unos riesgos evidentes. Aunque estar en Babia, a veces es bueno; porque antes de conocer determinados asuntos sucios, es mejor la ignorancia, aunque sea deliberada.

También resultan estar en Babia quienes legislan mal y, ante las evidentes consecuencias de soltar a violadores a la calle, se niegan a reparar el daño afirmando que son ajustes naturales de un cambio así. O aquellos que ven surgir de entre sus filas golfos corruptos y, en lugar de actuar con contundencia, lo ocultan sin pudor -al contrario que otros partidos con situaciones locales muchísimo menos graves, y con resultados disciplinarios mucho más duros-.

Sin embargo, quienes están en Babia, un día vuelven a la realidad. Y cuando lo hacen, pueden encontrarse con que todo está demasiado cambiado como para solucionarlo. 

Ya sabe que no soy amigo de aconsejar a nadie, fiel lector, así que me limitaré a dejarlo aquí, no vaya a ser que quienes estén en Babia, despierten: Que cada cual se equivoque y pierda las elecciones si lo merece.


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