La Opinión de Cuenca

Magazine semanal de análisis y opinión

Carta a su Majestad de Melchor Cano


Hoy el resinero ha encontrado un poema de un buen conquense, como así me lo parece Melchor Cano, que dicen que además era muy listo, no como otros que lo que son es muy espabilados. Es un poema que ofrezco en prosa porque me parece que se lee mejor. No he podido evitar hacer una mínima variación sugerida por su lectura, adaptándola a los turbios tiempos presentes. Perdonad que ofenda comparando a un Papa con un personajillo vil. A nuestro Melchor gracias y clemencia por la oportunidad de este aficionado a las letras. Os propongo que en la lectura cambiéis al leer “Pontífice” por “Presidente”, que devotos creyentes son sus seguidores, mismamente que os fijéis en quién podríamos identificar con “Su Sanchidad” y es “Vuestra Majestad”:

«Entre las más graves dificultades que se presentan, no hay ninguna más grave que la incertidumbre de saber cómo es necesario conducirse con la persona misma del Soberano Pontífice. La dignidad suprema de que está revestido, le eleva de tal modo encima de todos los cristianos, que se puede afirmar por una comparación muy justa, que hay entre aquellos y él la misma distancia que entre un rey y sus súbditos. Está en la cima de la jerarquía católica, y no parece razonable que, aquellos que están debajo y son sus inferiores, quieran corregirle y darle lecciones. ¿Qué pensaría Su Majestad si sus súbditos se reuniesen para deliberar bajo pretexto de hacer orden o desorden en su reino, suponiendo que su reino estuviese en desorden? Que Vuestra Majestad reflexione en los sentimientos que experimentaría en semejante caso, y que juzgue por comparación de lo que sentiría el Papa, nuestro padre espiritual, a quien debemos más respeto y deferencia que a nuestro padre carnal, que al mismo que nos ha engendrado. Sin duda, el Papa no os irreprochable, puesto que hay contra él justas quejas; pero aquellos que se encuentran ofendidos por él, están en la misma situación que el hijo atacado en sus derechos por la injusticia de su padre. Se expone, para reivindicarlos, a poner al descubierto la vergüenza paternal».

Al Boris del Bresit lo “dimitieron” los suyos, y prefirieron volver a sus antiguas ocupaciones muchos de sus ministros, y más de cincuenta diputados no imputados prefirieron volver a sus antiguos trabajos, y todo parece que por dignidad. Dicen que por unos regocijos mal confesados. Aquí en la patria capital de mi abuelo resinero la gente anda muy desocupada, y se ve que si vuelven a sus antiguas ocupaciones no tienen mucho que hacer. Quizá sea porque de la silla que han calentado estos últimos años poco han sacado y se sienten pobres y desamparados... Sabemos que algunos ministros se fueron y se rumorea que fue con los bolsillos vacíos, ya que en ninguno cabían las mascarillas de un tal Illa, o los maletines barajeños que avaló el de Carboneras, y puede que los utilice para guardarropía de los útiles en los pinares de Carboneras para guardar la merienda resinera y que no entren bichos soterrados o alados a perder la comida del día, ¡es un decir! por no decir de los que aún calientan la silla y ya, ¡y no digo na que no se sepa!


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