El juez ha sido rotundo: “fallo que debo desestimar y desestimo en su integridad el recurso de apelación interpuesto por D. Francisco López López y, en consecuencia, confirmo íntegramente la Sentencia de primera instancia. Notifíquese haciendo saber que esta es firme y que contra ella no cabe interponer recurso ordinario alguno”.
El tal Francisco López al que se refiere el juez es vicepresidente de la Diputación de Cuenca y alcalde de Campillo de Altobuey, condenado en primera instancia, y ahora en firme, por un delito de amenazas a una trabajadora de la propia Diputación. En cualquier otro contexto, y en cualquier otro partido político, motivo más que suficiente para expulsar de sus cargos al condenado, aunque el POSE de Cuenca juega con otro cuadernillo de ética, el de la hipocresía y el desprecio al prójimo.
Hasta tal punto llega la soberbia y superioridad moral del socialismo conquense que el propio Chana, en declaraciones públicas y para justificar a su compañero (o jefe), se atrevió a señalar ¡a la propia víctima! En vez de pedir perdón o matizar la sentencia, insistió en que “hay que poner nombre y apellidos a la denunciante”, como si eso cambiase el valor de una condena. Según Chana, los jueces ahora deben, antes de emitir una sentencia, baremar la integridad moral de los denunciantes en vez de juzgar hechos.
Lo que resulta, sin embargo, más fácil de ponderar es el sobresaliente fariseísmo de Chana y su banda. En febrero aprobaron una declaración institucional por el Día Internacional de la Mujer en la que ratificaban que “nos comprometemos a no llevar en las listas electorales de los municipios de la provincia a ninguna persona que con sus declaraciones o con sus hechos ejerzan ataques machistas contra ninguna mujer y, en caso de que se produjeran a lo largo de la legislatura, sean reprobados y expulsados de inmediato”. Así lo redactaron para condenar a José María Saiz, alcalde de Villar de Cañas, pero la tortilla se ha dado la vuelta y ahora ya no les quema.
Los hechos, no juzgados por cualquiera sino acreditados por el propio juez, insisten en que la actitud de Francisco López “configura claramente un comportamiento amenazante por parte del denunciado y dirigido a causar temor e inquietud a la denunciante”. No hace falta salirse de la línea recta para calificar su actitud de abuso de autoridad y machismo. Pero Francisco López sigue como alcalde y candidato a la alcaldía de Campillo mientras los dirigentes del POSE de Cuenca miran a otro lado.
Las incongruencias de Chana en defensa de su compañero (o jefe) son prueba de su fragilidad. En el último pleno provincial, hizo hincapié en que “esa señora no es trabajadora de la Diputación, sino de su partido”, cuando la realidad es que el juez verificó que el propio condenado la amenazó por su vinculación laboral con la Diputación: “eres periodista de la Diputación y te puedo quitar el sueldo”. También habló de cálculo de tiempos para que la sentencia cayese al albur de las elecciones, macabra suposición, cuando en realidad la víctima interpuso la denuncia en comisaría el mismo día de los hechos, allá por finales de 2021.
El tablero está tan inclinado que el condenado ni siquiera ha sido capaz de arrepentirse o pedir perdón, sino que, preguntado sobre la sentencia, intentó desviar la atención de forma desvergonzada hablando del kilometraje de Paco Núñez y la posición política de Benjamín Prieto. Seguiremos esperando la dimisión o cese de Francisco López como única salida lógica a su condena.