Si usted, querido lector, es habitual de esta sección dominguera, sabrá de sobra que un alto porcentaje de las columnas aquí pergeñadas durante estos últimos más de dos años han aspirado a dejar al desnudo las triquiñuelas sociopolíticas del POSE de Cuenca, por llamar de alguna manera a esa actitud de gobierno consistente en manipular a la sociedad y ningunear al ciudadano con el único objetivo de perpetuar el poder.
No son buenos en gobernar ni en mejorar la vida de sus conciudadanos, como demuestran las estadísticas entre autonomías en las que siempre quedamos a la cola cuarenta años después, pero sí en ganar elecciones, que, en el fondo, es de lo que va el juego. Y por ello, a pesar del desequilibrio de armas en la guerra, es de justicia dar la enhorabuena al POSE conquense como vencedor del 28M, puesto que ha logrado revalidar las dos instituciones más relevantes para la provincia: la Junta de Comunidades y la Diputación de Cuenca.
Aunque la política y el deporte tienen poco que ver, igual que en una competición deportiva uno se deja la piel y, al terminar el partido, se acerca a felicitar al rival por su victoria, reiteré la enhorabuena a Chana el pasado martes al comenzar el pleno ordinario de la Diputación. No así a Paco López, alcalde de Campillo, porque ni asistió al pleno provincial ni al último pleno municipal, quizá sigue huyendo de su responsabilidad como condenado en firme por amenazas a una trabajadora.
El mismo martes, al terminar el pleno, algunos periodistas pidieron una valoración de las elecciones y declaramos que no podemos estar satisfechos con los resultados dado que no hemos logrado conquistar a fuerza de votos ninguna de las dos instituciones anteriormente citadas: un partido ganador no se puede conformar solo con mejorar si no consigue gobernar.
No obstante, es cierto que el PP ha logrado mejorar en las elecciones municipales del 28M. A saber: un incremento del porcentaje de voto del 3,37 % respecto a 2019, con un porcentaje total de voto del 39,94 %, el más alto de las provincias de la región; una victoria por mayoría absoluta en 108 ayuntamientos, además de otros 10 consistorios pendientes de pactos (algunos de posibilidad remota); el incremento de un diputado provincial, pasando de 11 a 12 la próxima legislatura; la celebración de 22 nuevas alcaldías, con la victoria en cuatro nuevos municipios de más de mil habitantes (San Clemente, Minglanilla, Landete y Casas de Fernando Alonso) y solo la pérdida de uno de más de mil habitantes (Valverde de Júcar, donde se gobernaba en minoría y se han mejorado los resultados). Y, en resumen, una mejoría nítida que no basta salvo para alegrarnos con gratitud por esos 22 ayuntamientos que van a ser gobernados mejor.
Ahora queda rezar para que dejen atrás la tónica imperante durante estos cuatros años, caracterizada por el sectarismo, la hipocresía y la opacidad, y los nuevos gobiernos provincial y regional trabajen de forma transparente por el bien de todos los vecinos de Cuenca.
Se abre un plazo atractivo para que sean capaces de cuajar sus promesas recientes sin ningún tipo de excusa: las autovías de Albacete y Teruel, los proyectos asociados al nefasto y funesto Plan Contra Cuenca, los centros de salud de Mota del Cuervo y Horcajo, la apertura del Hospital Universitario de la capital, la nueva comisaría de policía, la reactivación económica de la Serranía a través de Toro Verde, la puesta en marcha del Parque Tecnológico “al que hay empresas deseando venir”, la gran empresa “japonesa” anunciada con ansia en campaña por Dolz o los “ocho mil puestos de trabajo” anunciados por Guijarro para la comarca de Villar de Cañas.
Recuerdo aquella viral acusación de Rajoy a Pablo Iglesias: “cuanto peor para todos, mejor para usted, para su beneficio político”. Los que solo aspiramos al beneficio de la ciudadanía queremos tener fe en una provincia próspera, de bienestar y desarrollo. Si cuarenta años después reman hacia delante en vez de tirar del barco las oportunidades, nos tendrán a su lado.