La Opinión de Cuenca

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La primera inauguración de un cajero automático


Hace tres días, el pasado jueves por la mañana, el chófer oficial, al recoger al consejero de agricultura Francisco Martínez Arroyo, lo notó preocupado y mustio. Lo miró por el retrovisor y el consejero se confesó: “Es la primera vez en mi vida que voy a inaugurar un cajero automático, ¡un cajero automático! Y, la verdad, no sé cómo afrontarlo. ¿Sabes que hay casi cincuenta mil cajeros automáticos en España? ¿Te imaginas que tuviésemos que cortar una cinta para abrir al público cada uno de ellos?”. El conductor, callado, buscó Buendía en el GPS, no sabía por dónde paraba ese bonito pueblo de la Alcarria conquense.

El trayecto desde Toledo a Buendía ni es corto, casi dos horas de coche, ni demasiado largo, nuestra celebrada “autonomía” se caracteriza por su gran extensión. Tras despachar unas llamadas urgentes, a Martínez Arroyo le sobrevino un golpe nítido de conciencia de la realidad y pensó que era muy paradójico inaugurar un cajero precisamente en uno de los pueblos de cabecera del trasvase al Segura. Supuso que, como consejero en materia de gestión del agua, en realidad su visita a Buendía debía orbitar alrededor de la garantía del agua y la defensa de los intereses hídricos de la región antes que acerca de la prestación de un servicio bancario. “Estimados buendieros, en reconocimiento a vuestra solidaridad hídrica (sic) os vamos a recompensar con un cajero automático de gestión municipal”. No, no sonaba demasiado convincente.

“Encima en el cartel del evento me han etiquetado como 'cosejero', como si me dedicase a las cosas o a las 'cosejas', tiene narices. ¿Has visto el cartel? Parece promocionar una expo de la Fundación Antonio Pérez, como eso del objeto encontrado. ¿Podemos considerar un cajero automático como un 'objet trouvé' de la España vacía?”. El conductor sonrió discreto y se puso las gafas de sol para evitar el sol que les daba en la cara.

A Martínez Arroyo se le ocurrió entonces llamar en confianza a su compañero Álvaro Martínez Chana, colega de apellido, de partido y de formación educativa en el ámbito agrario. Chana no le dio mucha luz al respecto puesto que su labor profesional, al margen de la política, se desarrolla en el sector bancario, y qué mejor que no mojarse para no tener que secarse después. “Paco, sabes que estaba invitado al acto y me he desvinculado porque yo también soy escéptico con este tema, aunque el coste de más de 800 euros mensuales del cajero lo vayan a pagar desde el grupo de desarrollo local los primeros dos años, todos los vecinos se van a acordar del alcalde y de ti como el político que presumió de cajero cada vez que se les cobre la comisión de 1,35 euros por operación. Y, cuando acaben los dos años de 'carencia', ¿Qué pasará? ¿tendrá que asumir el Ayuntamiento de Buendía un coste de casi diez mil euros anuales para mantener el cajero?”. Martínez Arroyo asumió en ese momento el marrón que le habían agendado y entendió porqué mandaban a un “cosejero” para alabar una herramienta tan cotidiana.

A su paso por Tarancón, el consejero pensó que sería preferible obligar a las entidades bancarias a prestar sus servicios en las zonas rurales con cierto régimen de condicionantes. Quizá eso hubiese sido más fácil a través de las cajas de ahorro sobre las que sí existía una supervisión política. Pero claro, no iba a poder sacar a la palestra a la CCM después del rescate a la que se vio abocada por una negligente gestión bajo gobierno socialista en la década de oro del salto de siglo. “Nuestro dinero saltó de nuestra región a Cantabria, y ahora a Andalucía, pero presentamos este flamante cajero automático para que también salte a vuestros bolsillos”. No, no parecía tampoco una buena idea, cada entidad bancaria, en su legítimo derecho, decide dónde y cómo presta sus servicios incluso aunque pueda parecer lógico que la mejor labor social que pueden encarar sea mejorar la atención en las zonas despobladas.

Si la administración pública es una madre que cuida, protectora, a sus ciudadanos, los ayuntamientos rurales son los brazos cariñosos que abrigan a los vecinos para tapar sus necesidades básicas al descubierto. Y por eso el alcalde de Buendía se preocupa y se siente en la obligación de buscar solución a un problema latente; no obstante, los alcaldes solemos ser capaces de identificar obstáculos, pero necesitamos ayuda y asesoramiento para resolverlos. Tanto en la Alcarria como en la Serranía quedan ya grandes áreas desprovistas de oficina bancaria. Podría surgir pronto algún trabajador serrano que reclame su nómina en efectivo a la vista de la dificultad de acceso al dinero contante y sonante. Habrá que facilitar el teléfono de Javier Rupérez como presidente de la Plataforma Denaria a ese trabajador para orientarle en su lógica reclamación.

Ya cerca de su destino, al pasar por Garcinarro, a Martínez Arroyo lo asaltó la duda de saber cómo iba a ser el recibimiento, si frío y apático por el trámite que había que pasar, si indiferente por ser un jueves por la mañana en mitad de una semana rara o, quién sabe, si al estilo festivo de Bienvenido Mr. Marshall con un cajero automático engalanado para descorrer la cortinilla inaugural. Y ojalá funcione.

P.S. Cualquier parecido con la realidad podría no ser pura coincidencia.

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