La Opinión de Cuenca

Magazine semanal de análisis y opinión

La fina línea entre la demagogia y el lujo


La semana pasada salió a la luz que el billete de avión de Álvaro Martínez Chana para pasar una semana de agosto en Costa Rica y Puerto Rico tuvo un coste para las arcas de la Diputación de Cuenca de 3.325 euros. No ha trascendido el resto del gasto. Una cifra por sí mismo no dice mucho, sinceramente no sabría ponderar si es mucho o es poco, si era necesario el gasto o no. Sin embargo, con escepticismo confieso que me suena a “pack deluxe” de agencia de viajes lo de una semana en pensión completa en pleno agosto por aquellos paradisiacos países tropicales.

Ante cualquier crítica seguro que en la intimidad piensan “que nos quiten lo bailao”, aunque luego salgan a reprochar que estamos en contra de Toro Verde, acusación totalmente infundada. De lo que estamos cansados es de los anuncios que caen en el vacío, como con atino escribe Martín Muelas en “Pedro y el lobo”. A cada promesa despampanante debería anteponerse la responsabilidad civil del político que la enuncia, porque juega con la ilusión de su ciudadano, un ciudadano conquense ya muy cansado de augurios esperanzadores que acaban en nada. Disculpen el escepticismo, pero esa cifra de “500 puestos de trabajo en el primer bloque de inversiones” suena, a priori, tan exagerada como cuando Page anticipó “la contratación de 200 resineros” para Iberopinar en 2018. Ahora no quedan ni diez trabajadores.

Y por eso precisamente reclamamos diligencia en la colaboración entre las administraciones y las iniciativas empresariales que deciden apostar por nuestra tierra. Lo primero, ayudar a la empresa, lo último marcharse todos juntos de resort para lanzar promesas grandilocuentes. Sin embargo, este poco mimo al dinero público lo ha manifestado Martínez Chana en varias ocasiones a lo largo de la legislatura. No olvidemos que ha adquirido, con fondos provinciales, un lujoso BMW para uso presidencial por 75.000 euros.

Y mientras Chana reprochó que un grupo de representantes de la sociedad conquense viajásemos dos días a Bruselas para defender el tren convencional, su agenda ha contemplado tres semanas de vacaciones desde entonces: una a finales de julio, otra a Puerto Rico y otra a finales de agosto. Porque el problema no parte de la crítica, sino de la hipocresía de un comportamiento propio posterior. Algo así sucede también con su repetido mantra de la “economía circular” mientras cobija en el pueblo del que es alcalde, Almonacid del Marquesado, el mayor vertedero privado de Europa, con unas ridículas y sancionables tasas de valorización de residuos. Sin pudor.

En el fondo, el alejamiento de la ciudadanía y la incoherencia de acción forman parte del ADN de este nuevo partido socialista del que Pedro Sánchez se erige en máximo exponente, capaz de pedir sacrificios a la ciudadanía mientras incrementa sus viajes en el célebre Falcon presidencial y se retira durante largas temporadas a los palacios estatales para desconectar de una realidad que ya no le gusta y, de hecho, le es hostil.

 

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