En su momento escribía una columna que di en llamar Entropía. No encuentro título más adecuado al ser convocado de nuevo a similar empeño, ahora en La Opinión de Cuenca.
Escribiré sobre Cuenca, pero no solo, también sobre España y el mundo. Porque pegarnos a la tierra y lo particular nos da seguridad para sortear los vendavales de este nuevo tiempo que llamamos globalización, incluso de un mundo pandémico, pero también, cada vez más, entender lo que ocurre bajo nuestros pies exige levantar la mirada.
Y el hilo conductor será el que da título a esta colaboración. Entendamos entropía como tendencia de los sistemas (físicos, sociales, biológicos) al desorden y, en última instancia, a la extinción, salvo que la entrada de energía restaure o mantenga el orden. Una energía que, en los sistemas sociales, llamamos reformas, planes, inversiones, proyectos.
Podemos mirar a la realidad social como algo estable porque se nos muestra razonablemente ordenada, porque prevalece el orden frente al desorden. También es posible dirigir la mirada para entrever el caos siempre al acecho como el principio entrópico nos dice. Un desorden que se evita o somete introduciendo energía en el sistema.
Quedarse quieto nunca es una opción, tampoco para las sociedades humanas, tampoco para un pueblo o ciudad, que no es más que un proyecto de vida en común anclado al territorio.
Si miramos al mundo, veremos el cambio y la transformación como la seña de identidad de nuestro tiempo. En nuestro país, a duras penas seguimos la estela de ese mundo en estado de aceleración permanente, siempre con la ayuda de la Unión Europea. Y en Cuenca, nos vemos abocados a una parálisis más evidente si cabe si levantamos la mirada y contemplamos lo que sucede en España y el mundo.
Una quietud que pudiera parecer estabilidad y orden, pero que realmente esconde, a mi modo de ver, decadencia y desorden, o tendencia entrópica.
La energía que le sobra a un mundo acelerado, le falta a una Cuenca en pausa.
Crisis es el signo de nuestro tiempo, y con el cambio llegan las turbulencias, la incertidumbre, los riesgos, los daños colaterales. Pero crisis es cambio, y en él se encuentra siempre la oportunidad de mejora, también para Cuenca.
Las oportunidades vitales dependen del lugar en el que vives. Lugares que, en nuestro país, se agrupan para formar entidades superiores en forma de provincia, Comunidad Autónoma, Estado nación, Unión Europea. Y al igual que la cohesión social es un bien en sí mismo, también lo es la otra cara de la moneda, la cohesión territorial. No es posible la una sin la otra.
Cuenca, la ciudad, la provincia, tiene derecho a un futuro distinto a la emigración de sus gentes, también la obligación de contribuir con su esfuerzo al proyecto común.
Pero, precisamente porque vivimos en sociedades complejas, ese futuro no depende sólo de lo que hagamos los conquenses, de nuestro estado de ánimo o capacidad de emprendimiento. Depende ante todo de lo que se haga y decida en los diversos niveles de toma de decisión y gobernanza. Decisiones que contrapesen la tendencia natural a la centralización del desarrollo económico y el mercado, tendencia que nos lleva a una civilización de grandes ciudades.
Y es de justicia decir que la situación de Cuenca es resultado en gran medida de decisiones del pasado claramente discriminatorias, de esas que condicionan el futuro como una pesada losa.
Por tanto, para descifrar la Cuenca presente, se hace necesario levantar la mirada, y además de regodearnos en los pros y contras del carácter conquense, analizar lo que se ha hecho o dejado de hacer en los niveles de gobernanza del Estado y de la Comunidad autónoma.
Y levantando un poco más la mirada, nos encontraremos con la Unión Europea, que encara un ambicioso programa de reconstrucción, pura energía para evitar la entropía. Y es de las decisiones en el nivel europeo, igual que en el nacional o regional, que depende ante todo el futuro de esta tierra.
Y lo importante para el final. Mi agradecimiento a Alicia por convocarme a participar en esta aventura, y mis mejores deseos para este nuevo compromiso con la información que ha tomado por título “La Opinión de Cuenca”.