La Opinión de Cuenca

Magazine semanal de análisis y opinión

Despoblación


Como todo el mundo sabe, Cuenca no tiene costa ni esta surcada por ríos caudalosos, por lo cual, el transporte de viajeros y mercancías se ha de realizar por tren o por carretera. Tampoco hay canales por donde grandes barcazas de poco calado transporten mercancías a los mercados. En toda la provincia no hay ningún aeropuerto. Como hemos dicho antes, la desmantelación del tren convencional y la falta de las autovías tantas veces prometidas dejan fuera de las grandes rutas la capital y las comarcas de la Alcarria y de la Serranía. Una vez más, esta tierra queda marginada y a muchos kilómetros de las grandes infraestructuras. 

Para que funcione mínimamente cualquier negocio, es necesario que todo tipo de comunicaciones lo hagan perfectamente. Tanto las terrestres, como las de telefonía y todo lo que atañe a nuevas tecnologías. Los polígonos industriales de Cuenca no acaban de despegar por esta carencia de que hablamos. 

Si tenemos en cuenta que la agricultura, la ganadería y los trabajos forestales son los tres pilares básicos sobre los que se sustenta la población rural y estos están, como se ha dicho muchas veces, en franca decadencia por la falta de voluntad política que practica, como máxima expresión, la ocurrencia. Si se hubieran apoyado estas actividades, junto con el turismo, en el que se ha querido ver una especie de panacea o, utilizando un mito quijotesco, el famoso bálsamo de fierabrás, que todo lo cura, habría contribuido al aumento de la población rural. Así, al haber pensado que esto del turismo rural era la solución definitiva y única, para recuperar la población, se ha perdido una oportunidad de oro. 

Son muchas las oportunidades que ofrece nuestra tierra. Mas hay que verlas en su conjunto, como las raíces de un gran árbol, entrelazadas, convencidos de que de cada una de ellas depende la supervivencia del resto, sin que se pueda prescindir de ninguna, pues afectaría al conjunto. Así, el turismo rural se beneficia de la actividad cinegética. De igual forma, se beneficiaría todo el mundo, con la tantas veces prometida utilización de la biomasa (leña de toda la vida) para la generación de electricidad. Se mejorarían los pastos y se evitarían algunos incendios forestales o, al menos, serían menos voraces. Los primeros clientes de los bares, restaurantes y de todo lo referente al turismo rural son los que están más cerca, o sea, la población rural cuando existe. Observo constantemente como las familias que regresan a los pueblos en fechas señaladas, acuden a estos establecimientos a consumir, a comer y, a veces incluso son los ocupantes de las viviendas rurales. Todo ayuda a mantener y complementar el tejido social y no hay que desaprovechar ninguna oportunidad.

Como todo el mundo sabe hay poblaciones en las zonas industriales y de costa donde, uno sólo de estos lugares tiene más población, no ya que la capital de Cuenca, sino que toda la provincia en su conjunto. Esto es un grave inconveniente a la hora de presionar para lograr nuestros objetivos. Nuestra provincia no es relevante ni siquiera dentro de nuestra autonomía. Por eso nos ningunean una y otra vez. Priman más los intereses de otras provincias que tienen más población, están mejor comunicadas y más industria y mejores sueldos. 

Nuestra tierra, nuestra Serranía tiene un patrimonio cultural más que notable (del que se puede tocar y de ese que llaman inmaterial) y, por supuesto, el patrimonio natural puede competir en igualdad de condiciones con cualquier parte del mundo. Paisajes naturales impresionantes, de singular belleza. Mas, si excluimos de ese paisaje las actividades que durante siglos, tal vez miles de años, lo han ido conformando, formando parte del mismo, estas serranías no valdrán casi nada, pues habrán perdido el mayor de sus potenciales, el de su población rural, y en vez de sumar habremos restado, poniendo en peligro la continuidad de nuestra cultura, un patrimonio que si se pierde ya no se podrá recuperar.

Así que, desde mi experiencia digo que, antes de tener que repoblar, hay que intentar que no se pierda lo que ya existe. Y ese ha de ser el punto de partida. Luego, crear las condiciones para que vivir en estas comarcas sea rentable económicamente, luchando por que lleguen todas esas infraestructuras que se ha dicho anteriormente, que tengamos las mismas oportunidades que en el resto del país. Vamos a sumar y llevarnos bien. No hay que hacer, como se suele decir, vestir a un santo desnudando a otro. Respeto y entre todos vamos para adelante. Así sí podemos hacer algo.

 

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