La Opinión de Cuenca

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El sueño, sueño es


El pasado día 17 de marzo fue el día internacional del sueño. Ese gran aliado para nuestra salud que forma parte en gran medida-un tercio del tiempo- de nuestro reloj vital diario. Símbolo de nuestro descanso, aunque también usado para etiquetar erróneamente el grado de desempeño de las personas en función del número de horas que dedican a dejarse llevar por Morfeo, el dios de los sueños.

 Dormilón, haragán, perezoso son términos muy utilizados para calificar a la persona que le gusta disfrutar de uno de los mayores placeres que tiene el ser humano, además gratis: Dormir. Una de las frases más utilizadas es “quien mucho duerme poco vive…”, una idea que en gran medida está bastante equivocada. No cabe duda que como en todo en la vida, en el término medio está la virtud, pero no debemos obviar que una gran parte de nuestra salud depende de forma directa del tiempo que dediquemos al descanso y en concreto a dormir.

Es recomendable que un adulto tenga entre siete y nueve horas de sueño por noche para poder mantener una buena salud física y mental. No obstante, la cantidad de horas de sueño necesarias puede variar dependiendo de la persona y su edad, o el nivel de actividad física y mental entre otros factores. Algunas personas pueden sentirse descansados con menos horas de sueño, mientras que otras necesitan dormir más para sentirse en buen estado. Lo importante es atender a como nos sentimos y a la necesidad o no de aumentar las horas de sueño siempre entre ese intervalo de siete a nueve horas.

Dediquemos un momento a hacer un breve análisis fisiológico del sueño, a través de sus etapas. Existen dos tipos principales de sueño: el sueño REM -Movimiento Rápido de los Ojos-y el sueño no REM. Este último se divide en cuatro fases:

Fase 1: Etapa de adormecimiento. Corresponde a los diez primeros minutos como etapa de transición hacia el estado de sueño.

Fase 2: Fase de sueño ligero en la que el cuerpo va desconectando lentamente de aquello que hay en nuestro entorno y tanto nuestra respiración como nuestro ritmo cardíaco se van ralentizando. Las ondas cerebrales son de alta frecuencia y baja amplitud produciéndose una alta actividad del cerebro. Durante esta fase, la persona puede experimentar la sensación de estar flotando o cayendo.

Fase 3: Fase corta de escasos minutos que nos lleva a la fase de sueño profundo. Las ondas cerebrales se vuelven más lentas y regulares. La persona es menos sensible a los estímulos externos y la actividad muscular disminuye.

Fase 4: También conocida como sueño de ondas lentas, es la fase más profunda y reparadora del sueño no REM. Las ondas cerebrales son muy lentas y la actividad muscular es casi nula. También disminuye de forma importante el ritmo de la respiración. Durante esta fase, el cuerpo se regenera y se produce la liberación de hormonas importantes para la salud, como la hormona del crecimiento.

El sueño REM es el otro tipo de sueño, ocupa aproximadamente la cuarta parte del ciclo total y se caracteriza por un rápido movimiento de los ojos, un aumento en la actividad cerebral y una relajación completa de los músculos del cuerpo. Durante el sueño REM, se producen los sueños más vívidos y la consolidación de la memoria.

Los relojes inteligentes o las pulseras de actividad, son buenos instrumentos para analizar nuestra calidad de sueño. Precisamente su funcionamiento de basa en analizar las fases que acabamos de ver. Conocer cómo dormimos puede ayudarnos a mejorar nuestros hábitos de sueño.

Los beneficios para la salud de dormir bien están suficientemente contrastados. A modo de resumen podemos decir que respetar las horas y los tiempos de sueño, fortalece el sistema inmunológico ayudando a prevenir enfermedades. Mejora nuestra función cerebral mejorando la concentración, memoria y capacidad de tomar decisiones. Además, nos regula el estado de ánimo: mejorando nuestro humor disminuyendo con ello el riesgo de depresión y ansiedad.

Un sueño adecuado nos ayuda a controlar nuestro peso y prevenir la obesidad. Quizás esto es lo más curioso por esta mala asociación que muchas veces hacemos de sueño y pereza. 

Finalmente nos aporta energía y con ello mayor productividad y mejor rendimiento físico si por ejemplo hacemos deporte. Dormir lo suficiente nos facilita un mayor rendimiento en el trabajo. A nivel de ocio, en el caso de actividad deportiva, puede mejorar el rendimiento y la recuperación después del ejercicio.

Termino con un pequeño tributo a algo muy nuestro, y complementario a la fase regular de sueño: la siesta, también a veces marcada para etiquetarnos de forma negativa, especialmente otros países que no disfrutan de ese placer. Una actividad beneficiosa para la salud física, mental y emocional, y puede ayudar a mejorar la calidad de vida y el rendimiento en el trabajo y otras actividades diarias.

No se trata de una siesta de pijama y orinal como dicen por nuestra tierra, pero si de una breve parada que nos permita recargar energía para afrontar la segunda parte del día.  A nivel general, veinte minutos son suficientes, aunque esto también depende de la persona. Con ello lograremos mejorar la capacidad cognitiva y la memoria, lo que puede mejorar el rendimiento en tareas mentales y físicas posteriores al descanso, mejorando nuestro rendimiento, concentración y minimizando errores.

Disfrutemos de la vida, y dentro de este disfrute no dudemos que dormir es gran parte de ello. Y como no, disfrutemos de los sueños que nos aportan, aunque no olvidemos lo que dijo Calderón de la Barca, los sueños, sueños son


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