La Opinión de Cuenca

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Farmacia Rural: la esencia de la profesión farmacéutica


Son las cinco de la tarde, comienza la reunión, la partida de canasta, la charla de religión. La maestra, el boticario, el cura y doña asunción. El café de media tarde y algo de conversación.

 Así comienza Cosas de Doña Asunción, una canción de nuestro paisano José Luís Perales dedicada a algunas costumbres de nuestros pueblos, que en Cuenca son muchos, y a algunos personajes clave entre los que no podía faltar ese activo fundamental para la salud de la gente de nuestro entorno rural: El boticario, o la boticaria, o incluso en muchos casos los dos.

Hace muchas semanas que tenía ganas de escribir este artículo, pero la actualidad me lo ha ido retrasando. Me gustaría que fuera un homenaje a lo que para mí es la esencia de la profesión farmacéutica: La Farmacia Rural. Y es que, de la misma forma que en la ciudad el farmacéutico es el agente sanitario más cercano, en los pueblos además del más cercano en muchas ocasiones es el único. Y no solo agente sanitario como vamos a ver.

Estamos en Castilla-La Mancha, un territorio que en un 90,9 % es terreno rural teniendo un 50% aproximadamente de la población que vive en este, y otro 50% en zona urbana frente al nivel nacional donde el 82,9% de los municipios españoles son rurales y aglutinan tan sólo al 17,1% de la población. Se consideran rurales aquellos municipios con menos de 30.000 habitantes y una densidad inferior a 100 habitantes por km2 y aquellos municipios con población inferior a 1.000 habitantes. Según los últimos datos del Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos el 25% % de las farmacias en España se ubican en zonas rurales y de estas el 40% en municipios de menos de mil habitantes.

Pero lejos de la frialdad de las cifras ¿qué hace especial a la farmacia rural? Podríamos hacer una lista interminable de cosas, pero creo que lo mejor es conocer la opinión de algunos de sus protagonistas que viven en primera persona el día a día de su profesión. Jaime Espolita, farmacéutico de Cabrillanes, en León, y presidente de SEFAR-Sociedad Española de Farmacia Rural- destaca la labor de acompañamiento que hacen estos farmacéuticos con sus pacientes. Sobre todo, en los pueblos más pequeños y aislados saben que es la única persona a la que pueden recurrir ante cualquier problema tanto de salud como de otro tipo, prácticamente a cualquier hora. Ello ofrece mucha tranquilidad, sobre todo a los más mayores. Muchas veces ni siquiera es necesario tener un problema, sólo el hecho de poder conversar poniendo cualquier excusa les da la vida ya que en la mayoría de las ocasiones es gente que vive en soledad.

Ana Huélamo, es farmacéutica de Villar de Cañas en nuestra Cuenca además de buena amiga y eterna compañera de prácticas en la facultad de este que escribe. Ella destaca la vocación que exige este trabajo, después de más de 20 años de experiencia en farmacia y los últimos 6 en el ámbito de la farmacia Rural. Lo especial para ella es la cercanía y el cariño que se transmite y recoge del paciente. “Te sientes parte de su familia y ellos de la tuya, se vive de una manera tan cercana que una se siente con cada paciente como en su casa”, señala.

Recomienda esta experiencia a todos los farmacéuticos. Al margen de la parte más sanitaria, destaca el aporte de la farmacia para que los pueblos no desaparezcan ya que en ellos está la cuna de nuestra historia. Y eso también es importante.

Daniel de María, es el farmacéutico de Tabuenca en Zaragoza. Excelente escritor nos cuenta lo más destacado de su día a día. Daniel nos dice que la farmacia rural es. Ni más ni menos que otras farmacias. Simplemente es. Y eso ya es mucho en estos tiempos. Representa la defensa del acceso al medicamento, independientemente de donde vivas. Es ejemplo y adalid de capilaridad que tiene la farmacia. Es un sueño donde soñadores desarrollan su profesión, aún a sabiendas de que el futuro es, cuanto menos, dudoso. Y, pese a su tamaño, es exigente en horarios-especialmente en lo referente a guardias que además no son remuneradas-. Por eso la farmacia rural es principalmente vocacional, como ya nos decía Ana Huélamo.

Un trabajo no exento de dificultades y, por qué no decirlo, bajo cierta incomprensión dentro del propio sector. Daniel me comenta, para concluir, que la farmacia rural es el yin y el yang. Bajo las siglas VEC-viabilidad económicamente comprometida-, se esconde una dura realidad de supervivencia económica e incluso personal, con horarios interminables e incluso ausencia de vacaciones, que contrasta con la idea que tenemos de solvencia del modelo farmacéutico español. Supervivencia que no siempre es valorada en su justa medida por las distintas administraciones de las que depende la botica

Creo que estos tres farmacéuticos son una muestra perfecta de una forma de entender la farmacia y la vocación de servicio a los demás en zonas donde la vulnerabilidad, y no necesariamente económica, está a la orden del día. Ahora que tanto hablamos de responsabilidad social en las empresas, aquí tienen la muestra perfecta. La avanzada edad de la población unido a un cada vez más difícil acceso diario a servicios de atención primaria pone más en valor el trabajo desinteresado que nuestros boticarios rurales desarrollan cada día en nuestros pueblos. Un símbolo de resistencia rural, como el caso del Señor Cura, el Maestro y esa Doña Asunción, indiscutible paciente de la farmacia y a la que seguro todos los que somos de pueblo ponemos cara. El día que estos falten, podemos ir pensando en la fecha de caducidad de la población en las que se ubican. Mientras tanto, es nuestra obligación apoyar su trabajo para que nunca desaparezcan.

 

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